Fotografía: Eduardo Rodríguez Ochoa

Mantener la cabeza fría

Redacción

 

(Qué gozada, qué gran esperanza, ver a millones y millones de personas, a lo largo y a lo ancho del mundo clamar contra la guerra! Algo así no ha ocurrido antes en toda la historia de la humanidad y uno quisiera sentirse inclinado a creer que se ha dado un paso enorme en el camino hacia una situación de justicia universal. Sin embargo, el consenso movilizador parece ser excesivo para que pueda ser significativo de que esa andadura conjunta va realmente encaminada a esa ansiada meta de igualdad económico-social entre los pueblos y entre los individuos que habitan esos pueblos. Un mundo ya en buena medida globalizado y sintonizado por la vía de internet puede ser un factor explicativo del fenómeno. La hegemonía manifiesta e indiscutible de una nación y el rechazo globalizado a la misma, o sea, el antiamericanismo puede ser otro de esos factores de explicación, como también lo pueden ser ingredientes de índole emotivo-sentimental (el sufrimiento de los inocentes) operativos desde el campo religioso, aunque también familiarizados con motivaciones de carácter solidario... No puede negarse que estos y otros factores adyacentes a los mismos contienen un quantum de positividad que debe ser siempre bienvenido, pero que, por sí solos y sobre todo individualmente considerados, no son suficientes a justificar ni a sostener seriamente un discurso práctico antibélico de carácter total que únicamente puede tener sentido en un proyecto de liberación humana de índole integral.

Hombre, ver al Papa actual llamando al mundo católico a movilizarse globalmente por la paz reconforta más que la imagen de Pío XII bendiciendo las armas y los ejércitos italianos que venían a combatir a la República española. Pero ese gesto "pacifista" y coyuntural queda desautorizado o desvalorizado, al ir acompañado de un silencio de fondo respecto de las causas profundas de la guerra, y hasta de una actitud interesada de apoyo y sostén del sistema económico y político-social del que, en forma natural, emerge toda guerra.

No hablemos ya de la postura de los gobiernos antiguerra. Francia, por ejemplo, declara "esta guerra" inmoral e injusta, a la vez que manda a sus ejércitos a pelear en África para defender manu militari sus intereses allí. Critica el hegemonismo y dirigismo americano, pero, al mismo tiempo, se aconchava con Alemania para, desde dos grandes poderes, "dirigir" Europa, frente a los países pequeños y desvalidos. O el caso de Rusia, que, para evitar, en Moscú, la amenaza de unos comandos de matar a algunos rehenes, se adelanta ella misma a proporcionarles a esos mismos rehenes una muerte que, a lo mejor, por "gaseosa", se considera más benigna; o que clama contra la injusticia de sacrificar al "inocente pueblo iraquí", a la vez que, en Chechenia, se sigue aplicando con inusitada crueldad a uno de la mayores genocidios conocidos en la historia...

Todas las guerras del mundo moderno, desde la instalación del capitalismo, nacen en la palestra de los mercados: luchar por conquistarlos o por mantenerlos, y no hay otra cosa. Todo lo demás es pura ideología. El sistema es la clave. Ahora bien, en el sistema actual, los bloques económicos sustituyen el protagonismo de beligerancia de mercados que antes ocupaban las potencias nacionales. Impedida, en la actualidad, una confrontación internacional al estilo pasado, parecían estos bloques haber llegado al entendimiento de reparto de terceros, o sea, del Tercer Mundo, pero la gravísima crisis económica actual agudiza las diferencias y fuerza decisiones unilaterales. Es así como se llega al fin de la dicotomía Oriente/Occidente, que vino definiendo el comportamiento de bandos en el mundo durante más de 50 años. Hay un corrimiento interno en la estructura "bloques" y parece que el bloque USA/JAPÓN se anuncia como hegemónico y cuasi constituido, frente al incipiente bloque Europa/Rusia, que, capitaneado por Francia/Germania, naturalmente, arrastrará convulsiones importantes, sobre todo en el continente europeo...

Estos movimientos en la superestructura de los bloques viene acompañada del surgimiento de fenómenos específicos novedosos en la infraestructura de los mismos. Es el caso de los "foros sociales", que, en los actuales movimientos antiguerra están jugando un papel de primer orden.

Dada la función transcontinental de estos "foros" y su movilidad, deben disponer de fondos económicos muy consistentes, lo que indica que sectores determinados del capitalismo están jugando ahí un papel financiador. Disponen de una cobertura mediática preferente, y, lanzados desde una propaganda de "media aritmética" (ni pa´tí ni pa´mí), ilustran la democracia promoviendo movimientos "pacíficos y ordenados" de gran espectacularidad, sobre todo por el número y el eco en los medios, a la vez que dejan intacto el sistema y hasta más apuntalado, erigiéndose en campeones del "capitalismo civilizado"... Son factores de gran equivocidad que no pueden ser perdidos de vista, como lo es la frase tópica "guerra ilegal". )Qué guerra ha sido "legal" desde el comienzo de la historia? Toda guerra es ilegal e inmoral por antonomasia. "No ha tenido el visto bueno de la ONU", se dice. Pero, )qué fuente de legalidad es una organización donde el 95% de sus miembros son convidados de piedra y donde cada uno de determinados 5 miembros del Consejo de Seguridad puede imposibilitar cualquier decisión general que, particularmente, no le convenga?...

Todo lo que sucintamente se dijo más arriba quiere, ni más ni menos, decir que debe ser más que bienvenida esta novedosa corriente internacional contra la guerra, pero no sólo contra "esta guerra", sino contra toda guerra, contra todas las guerras que tienen en mente muchos de los que hoy están en el bando de la antiguerra. Que hay que profundizar en el movimiento, pero que ello requiere ser conscientes de a quién tenemos al lado, y, que a la vez que pongamos en juego toda la pasión y emoción que pide toda lucha, no nos olvidemos nunca, nuca de mantener la cabeza fría. De esos presupuestos, nace la clarividencia y la inconmovible práctica decisión de nuestro lema: ¡NI GUERRA ENTRE PUEBLOS NI PAZ ENTRE CLASES!

Arriba lucha antifascista