Isaac Bigio

Hiper-potencia

 Lo que está en juego en el debate del Consejo de Seguridad no es sólo la cuestión iraquí sino qué futuro tiene Naciones Unidas. El fondo de la cuestión es que entidades construidas durante la bipolaridad, como eran la ONU o la OTAN, deben cumplir un nuevo rol con la actual unipolaridad.

EEUU se ha transformado en el único hiper-poder. Su presupuesto militar es mayor que el de la suma de todo el consejo de seguridad. Nunca antes desde que el globo se unió en torno a un sistema económico, ha existido una hegemonía tan poderosa. En las 2 guerras mundiales se acabó la multipolaridad protagonizada por los grandes poderes europeos. La desintegración del bloque soviético dejó a una sola potencia en la ‘cancha’ y ésta no quiere volver a compartir su supremacía con nadie.

Desde hace 12 años, cuando colapsó el titán soviético, todas las guerras que ha promovido Washington han tenido a Londres de aliado y se han dado contra desprestigiados regímenes con poco apoyo popular e internacional y limitado arsenal.

La nueva tesis es que, en un mundo unipolar, sólo una potencia puede jugar el rol de gendarme. La OTAN y la ONU deben unirse para desmantelar ya no al comunismo, sino al llamado ‘terrorismo’. Esto, aunque sea utilizando el terror y armas de destrucción masivas contra los denominados ‘ejes del mal’.

Si Bush-Blair se imponen en Irak, habrán empezado a triunfar dos nuevas tesis disímiles con el anterior derecho internacional: la de la intervención unilateral y la preventiva. Gracias a ello, China podría atacar Taiwán o Rusia a Georgia en aras de ‘prevenir’ posibles ataques. Como ello implicaría el retorno de la ley de la selva, el único árbitro que podría evitar ello no sería la ONU sino los EEUU.

Londres, Madrid y Roma han decidido que la mejor forma para recuperar lo que antes fueron grandes imperios consiste en ir tras la hiper-potencia. En cambio, para las 3 grandes potencias continentales europeas y para China, la necesidad de evitar la captura estadounidense de Irak no se da solamente por intereses petroleros o por un equívoco pacifismo. La razón de peso es que éstos conciben que, si Washington se impone, su margen de maniobra quedará reducido y ello afectará a sus intereses comerciales y geo-políticos.

Arriba lucha antifascista