EDITORIAL

La realidad no es el límite de lo posible (una de piratas)

S.P. del Comité Nacional

Hemos venido denunciando, por todos los medios a nuestro alcance y desde hace décadas, la política de demolición de derechos de los trabajadores y trabajadoras, política basada en un constante ajuste económico para mantener e incrementar los beneficios del capital especulativo, cuya receta mágica consiste en que todo el peso del ajuste recaiga sobre las ya encorvadas espaldas de los trabajadores.

Por más que cedemos, no conseguimos saciar –está en su esencia- las aspiraciones del capital o de los capitalistas respecto a incrementar y concentrar, aun más en manos de menos, ese capital. Es así como vivimos en un ajuste constante, en una reforma constante.

Hace 27 años que vamos a la deriva en este mar de piratas y tiburones, generalmente en falsa calma y son dos las principales corrientes que nos empujan: la destrucción del Sistema Contributivo de Protección Social para retroceder a uno de Beneficiencia (prestaciones asistenciales, graciables, no-estructurales, ni preventivas), y la desregulación total de las relaciones laborales, por el lado de los derechos de trabajadores, no de sus deberes.

Nada de esto habría podido ocurrir sin la complicidad de un sector pseudosindical: los piratas atacan y los tiburones nos rematan.

La película neoliberal es un remake de las de siempre, cambiando los actores, claro, pero sin cambiar apenas el decorado, tanto es así que los piratas de ahora siguen guardando lo que nos roban en islas como las de toda la vida, paraísos eternos, que ahora llaman fiscales.

Disfrazados de lucha contra la precariedad, modernización, productividad, competitividad, se han ido lanzando cargas de profundidad y ahora, sin disimulo alguno nos están pegando unos cañonazos que estarán haciendo saltar de júbilo en sus butacas al Club de la Patronal en Pleno.

En ese guión de modelo económico, los perdedores son marginados de y en las decisiones y los vencedores consolidan su posición haciendo que aquellos asuman su derrota como inevitable e inmodificable. Sólo así, se puede entender la actitud de los destinatarios de tanto ajuste.

Cada modelo económico se construye sobre ciertos valores y principios que se trasladan al entramado legal y éste no sólo está integrado por las leyes laborales y de protección, sino también por las educativas y por las fiscales (no desatendamos esto) y cada una es una pieza esencial.

El proyecto de sociedad, el guión que sigue este modelo es abiertamente excluyente, pues recordemos que, en las "de piratas" como en las de "romanos", los esclavos son indispensables para los objetivos. El núcleo del argumento sería: En este episodio nuestros héroes intentan establecer un no-sistema de relaciones laborales que permita mejorar la rentabilidad del empleador, a la vez que facilitarle un proceso de reconversión productiva, para responder a la apertura de la economía local y a la globalización del comercio internacional, y, para ello, se propone la precarización de los contratos de trabajo, la degradación de las condiciones laborales, el incremento del autoritarismo patronal y, básicamente, una intensificación de la explotación de la mano de obra para mejorar la "productividad" empresarial, ¿Conseguirán nuestros protagonistas sus propósitos?

Aunque no falta acción en esta trama, todo resulta un poco aburrido porque, de un tiempo a esta parte, parece que siempre ganan los mismos.

Y, ahora, se busca una empresa ágil, ligera, económica, fácilmente adaptable a los cambios de la demanda y que sólo produzca lo que el mercado en cada momento reclama, que sólo contará con una plantilla reducida de personal fijo. En la periferia de ese núcleo aparecerá toda una constelación de trabajadores y trabajadoras, que entran o salen de la empresa según las fluctuaciones del mercado.

Para ello, la reforma laboral es la herramienta que tiene que facilitar a las empresas un proceso de descentralización que, necesariamente, lleva a eliminar tareas anteriormente gestionadas directamente y ahora externalizadas vía contratistas, subcontratistas, franquicias, concesionarios, ETTs, etc., mediante simples empresas subsidiarias controladas, en su mayoría, por la empresa principal.

Y ese es el efecto paradójico del neoliberalismo: el proceso de reconversión consiste en una descentralización empresarial en el marco de una férrea concentración económica, con lo cual se ha llegado a una nueva división de trabajo.

La otra cara de ese planteamiento es que, a medida que baja el nivel de negociación social, aumenta el poder empresarial y, en forma inversamente proporcional, disminuye el poder de negociación sindical, de tal forma que se ha logrado disminuir significativamente la que debiera ser la lógica resistencia de los trabajadores a las consecuencias de la reforma en marcha. Es la pescadilla que se muerde la cola. Como bien se muestra en la Reforma de la Negociación Colectiva, esa quebranta-principios de nuestro ordenamiento laboral.

La "modernización" del sistema de relaciones laborales, de la protección del desempleo, del IRPF, de las pensiones, de la contratación, del Sistema Educativo, de la Sanidad, de los Servicios Públicos.... ya apenas pretende ocultar su intención de terminar de ajustar nuestros derechos a los límites y condicionamientos impuestos por el modelo económico, pero sí se esfuerza en demostrar que eso y solo eso es lo que se puede hacer.

Se parte de la premisa de que la realidad es el límite de lo posible, así se logra confundir lo posible con lo establecido. Por ello, sólo encontramos en los medios oficiales y de comunicación una llamada constante al realismo, tachando de utópico o irracional cualquier cuestionamiento o alternativa a su modelo. El poder se autodesigna como la única autoridad para definir qué es posible y qué es imposible.

Y para hacer que sea sostenible lo insostenible, el Estado ayuda a las empresas facilitándoles la bajada de costes vía impuestos y vía costes laborales, además de regalar al capitalismo privado las empresas e instituciones públicas y concederle ese sector de negocio. En los recientes escándalos financieros, se demuestra que bancos políglotas reciclan la riqueza del mundo y atienden sus necesidades financieras con mercados de divisas que no pertenecen a ningún Estado, dinámicos y complicados, pero, en su mayor parte, fuera del control de los gobiernos. Hace cuatro siglos, los corsarios ingleses estaban al servicio de Su Majestad contra la influencia española, hoy Su Majestad está al Servicio de sus corsarios, cuando le dan vela en el entierro.

Hay que desmontar ese discurso contradictorio: Si es un sistema infalible y es liberal ¿por qué necesita tanta ayuda e intervención? Y si es tan sostenible y racional, ¿por qué sólo es sostenible a base de desplazar su maquinaria a espacios que eran antes de dominio social y colectivo, una vez dejan esquilmados sus antiguos yacimientos? ¿Qué pasará cuando no quede nada más?

Pues, entonces, carecerá de sentido que las bienintencionadas ONGs, nutridas de infantes de la burguesía, afirmen que nuestras mejores condiciones de vida como trabajadores europeos se deben a la explotación del tercer mundo, pues la globalización decidida por un grupo de menos de cien empresas ha decidido acabar con tal asimetría entre trabajadores (salarios de hambre, inhumanas jornadas laborales, ausencias de beneficios sociales, nula sindicalización, etc..), con una reforma laboral que equipare a Europa con Bangla Desh y no a la inversa.

La pretendida sostenibilidad del neoliberalismo se basa en la explotación de los trabajadores, que, dirigida por las grandes corporaciones, fomenta la existencia de trabajo barato y dócil en el mundo, incluidos los niños y niñas. Quisiéramos saber cómo resuelve el racional capitalismo el trabajo infantil, partiendo de la base de que no se considera causante de él.

Un apátrida mercado de dinero y el abandono del sistema de producción a gran escala, mediante redes de organización empresarial descentralizada para la eficiente fabricación en diferentes lugares, capaz de satisfacer las necesidades de consumo en cualquier lugar, nos otorga a los trabajadores el papel de extras: hacemos de consumidores y productores, sin redes organizativas propias, pues, obviamente, los extras son una mayoría que eventualmente puede cambiar el guión, organizándose.

Esa red sin cabeza empuja a los respectivos políticos nacionales a una carrera para ver cuál de ellos "modera" más los salarios, es menos exigente con el medio ambiente, privatiza más y baja más el nivel de seguridad y control por parte de los consumidores. Eso sí que es racionalidad y modernidad.

El común de las actuales reformas, como la del Desempleo, vuelve a ser la confusión, la deliberada confusión entre las causas y las soluciones del problema, la confusión entre el título y el contenido. No hacen falta sesudos estudios al respecto que justifiquen la financiación, con nuestro dinero, de los "agentes sociales": El actual modelo económico, cuya modificación pocos planteamos, es el causante del impresionante aumento de la tasa de desocupación. Así de simple.

El aumento de miembros de la familia que se incorporan al mercado de trabajo, para compensar la pérdida de ingresos; la paz laboral conseguida mediante prejubilaciones y subsidios a los sectores reconvertidos por la desindustrialización y por la limitación de producción agrícola-ganadera, a raíz del ingreso en la UE; el aumento de productividad con reducción de las plantillas, no sólo por el avance tecnológico, sino por el aumento de jornada y el miedo al despido; el fuerte proceso de terciarización, por ejemplo hacia la hostelería, concentrada en grandes ciudades y litoral que nos devuelve al éxodo de la España franquista: abandono institucional de los habitantes del interior, emigración e inmigración; el no interés por la creación estable de riqueza y de modos sostenibles de vida, sino por la atención efímera a un área por mero interés especulativo, ... Todos estos no son daños colaterales del sistema, sino la consecuencia del mismo. En el centro, la inestabilidad, porque el sistema sabe que sin estabilidad los derechos son papel mojado

Y en este contexto se habla de Huelga General y los medios empujan a los ministerios sindicales a la mesa de negociaciones, lugar donde nos han dejado ver estos últimos hasta dónde serían capaces de llegar en su complicidad.

Han sido capaces de desindindicalizar y desmovilizar. El resultado de desmovilización social no es particular de este país, pero sí lo ha sido el proceso en estos 27 años.

Curioso, pero las mismas razones de racionalidad, inevitabilidad, modernización, etc, .. que da el neoliberalismo para imponernos unas condiciones que hacen más desgraciada nuestra existencia, las dan los burosindicatos para defender su modelo sindical, que, a su vez, facilita la implantación ese injusto modelo económico-social.

Nuestra posición al respecto es obvia: por un lado, su modelo, su vía, como el propio proceso del neoliberalismo, no es inevitable, ni útil para nosotros, los hechos hablan: Los años en que no hubo pactos sociales las subidas salariales fueron mayores e, incluso, descendió el desempleo. Por otro lado, no inclinaremos las situación a nuestro lado si la organización de trabajadores no recurre a medidas de acción directa y entre ellas, la más genuina: la huelga.

Puede que no convoquen huelga, puede que, si lo hacen, sea movidos por un interés electoral, puede que los medios se pongan de acuerdo para desacreditar la huelga, aunque sean de la oposición,..., pueden ocurrir muchas cosas, pero lo que no nos interesa es seguir perdiendo terreno, eso sí que lo sabemos.

A la vista de los piratas, hoy los tiburones dicen que son delfines. Bien, pero no metamos la mano en el agua.

Cada vez hay más gente recordando que hay más guiones que éste proyectado en sesión continua.

Llevan demasiado tiempo en cartel las de piratas y estamos hartos de que los nuestros sólo salgan de extras o haciendo de malos ¿Y si aprovechamos la oportunidad y cambiamos el guión?

La CNT es otra forma de hacer sindicalismo con dignidad.¡Organízate en ella!

Arriba lucha antifascista