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Detengamos la ejecución de Thomas Miller

¡¡Fijada para el 21 de febrero y aplazada a última hora !!

El, preso en el corredor de la muerte de Texas dice que puede demostrar su inocencia. Pero el Estado quiere matarlo. Ahora está en marcha una campaña internacional para dar a conocer su caso.

Thomas Miller es una persona de 48 años condenado a muerte: una vez te dan una fecha de ejecución, y te dicen que tal día van a meterte una aguja en el brazo y por ella va a fluir la inyección letal, tus pensamientos ya no pueden ir más allá de esa fecha, nos cuenta. Y a partir de ese momento, esperar la muerte se convierte en una situación terrible. Yo he tenido 10 fechas de ejecución, y creedme, una es suficiente para toda la vida. En una ocasión llegué a estar a una hora y media de la ejecución. Consiguió detener la ejecución gracias a una apelación que había escrito el mismo a toda prisa, porque hace unos años ni siquiera tenía abogado. Esa, explicó, es la situación de la mayoría de los condenados a muerte en Texas.

A Thomas Miller prácticamente no le quedan recursos legales, y su única esperanza es conseguir fondos para poder contratar a un investigador privado que reabra su caso, y con suerte, encuentre pruebas que demuestren su inocencia.

Thomas fue condenado a muerte en Dallas, Texas, en marzo de 1986, por robo y asesinato de un empleado de un hotel. Desde el principio se declaró inocente. En su detención efectuada varios días después del crimen y a cientos de kilómetros del lugar- fue herido por varios disparos de la policía asesina. Su mujer Dorothy también fue detenida y acusada de participar en el crimen. Según sus abogados, después de disparar a Thomas en la espalda, uno de los policías dijo:¿Este negro (nigger) está muerto? Si no está muerto, matémoslo. Durante semanas luchó entre la vida y la muerte, con los intestinos destrozados. Mientras, la policía acudía a su cama de hospital para amenazarlo con la pena de muerte. Uno de los abogados de oficio era candidato a fiscal de la ciudad de Dallas, y utilizó el juicio para enfrentarse políticamente a su rival. No esperaron a que Thomas se recuperara y el juicio se celebró cuando aún estaba muy grave.

Durante el juicio, que duró dos meses, sus heridas se infectaron, contrajo pulmonía en dos ocasiones y perdió mucho peso. El juez confiscó los calmantes de Thomas, acusándole de introducir drogas en la sala. Estaba tan enfermo que sus abogados tuvieron serias dificultades para comunicarse con él y preparar su defensa.

El juez, los fiscales y la casi totalidad de los miembros del jurado eran blancos, así como las víctimas del asesinato del que se le acusaba. El único miembro negro del jurado dijo antes del juicio que la pena de muerte era demasiado leve para Miller y que deberían cubrirlo con miel y dejar que se lo coman las hormigas lentamente. Pese a esta opinión se le permitió formar parte del jurado. Además, el único testigo del crimen hizo declaraciones contradictorias acerca de la autoría de Thomas, identificándolo inicialmente y luego rectificando su testimonio.

Thomas recuerda su juicio: Desde el principio las cartas estaban echadas. Mi mujer y yo somos muy pobres, y no pudimos contratar a un buen abogado. El Estado me adjudicó un abogado incompetente. Permitió que se excluyera del jurado a cualquiera que estuviera en contra de la pena de muerte. Permitio que en el juicio se utilizara mi religión musulmana contra mí, como si mis creencias me convirtieran en un ser peligroso. Permitió también que me juzgaran sin haberme recuperado de las heridas. No se molestó en investigar los hechos, ni buscó pruebas que demostrasen mi inocencia. Durante el juicio su mujer Dorothy declaró que su marido no estaba en Dallas el día del crimen.

Ella fue juzgada por el mismo crimen y condenada a cadena perpetua tras negarse a testificar en contra de su marido. Fue puesta en libertad tras pasar seis años en prisión, después de que un tribunal determinara que su juicio no fue justo. Desde entonces intenta reunir dinero para poder investigar el caso de Thomas, y conseguir que otro abogado conocido se sume al equipo de defensa. Si el Tribunal Supremo ve la firma de un abogado reconocido, estará dispuesto a revisar el caso, dice. Pero esta firma cuesta miles de dólares.

A Thomas se le agota el tiempo. Desde que perdió la última apelación se ha montado una campaña internacional de apoyo con grupos en suiza, suecia, noruega, francia, inglaterra y españa.

MÁS INFO: 91 465 0670- 91 462 9326

thomascorredor@cs.com
www.nodo50.org/thomasmiller

 

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