El camino ha quedado abierto en Afganistán

El petróleo asiático será controlado por EE.UU.

Hamid Karzai, líder de la etnia pashtún, mayoritaria en el país, asume el poder en Afganistán, cumpliendo los acuerdos de los representantes afganos en Bonn. Gobernará junto al Consejo Interino de 30 miembros hasta que éste convoque la Loya Jirga dentro de seis meses.

Se abre así una nueva etapa en la historia de conflictos del país centroasiático, disputado por distintas potencias extranjeras. La Unión Europea enviará una fuerza de paz, mientras EE.UU. seguirá controlando los hilos del gobierno y condicionando la ayuda financiera que necesita una población con millones de personas casi muertas de hambre y un país con toda la infraestructura física destruida.

Afganistán será ayudado en la medida en que sirva a los intereses que tienen las grandes corporaciones industriales y financieras norteamericanas en la región.

El gran negocio

El secretario de Defensa norteamericano, Rumsfeld, conversó en Kabul con Hamid Karzai y afirmó que con esta guerra "Estados Unidos no buscaba territorio alguno. Estamos aquí con el único propósito de expulsar a los terroristas del país y establecer un gobierno que no de refugio al terrorismo".

Olvidó decir que el terrorismo afgano fue alimentado y armado por la CIA. Los talibanes fueron los preferidos de Washington porque con ellos se podían hacer buenos negocios en relación al petróleo de la región, y cumplir otros objetivos geopolíticos.

"En la actualidad, es un hecho de sobra admitido que la política exterior
norteamericana tiene como objetivo promover y servir de soporte a las inversiones de las corporaciones y la globalización a través de su poderío militar y de intervenciones encubiertas (y no tan encubiertas) por todo el globo", escribe Karen Talbor en un trabajo publicado hace un tiempo y que reprodujo la semana última "El Corresponsal de Medio Oriente y Africa".

En su medular artículo, la autora afirma: "El camino ha quedado abierto para que comiencen a acelerarse los proyectos de construcción de oleoductos y gaseoductos a través de Afganistán y Pakistán hacia Karachi: la mejor ruta y la más barata para transportar el combustible hacia el mercado".

EE.UU. no necesita consumir petróleo asiático. Pero sus grandes corporaciones necesitan obtener mayores beneficios vendiendo el petróleo de esa región a los países del sur y sudeste asiático y a Europa, en cuyo afán tropiezan con los avances y planes de la Federación Rusa y China Popular.

En el propio Afganistán existen depósitos de gas y petróleo, como también en Pakistán. Sin embargo, las mayores reservas se encuentran en la Cuenca del Mar Caspio y en varios países ex soviéticos. En Kazajstán se descubrieron recientemente importantes reservas. Y es Rusia el país que ha hecho importantes trabajos y logrado concesiones para la extracción y la construcción de oleoductos que lleven el combustible hacia Europa por su territorio.
EE.UU. pretende liquidar los proyectos elaborados por los rusos con Irán mediante la construcción de un oleoducto en Afganistán y una ruta que atraviese Irán hasta el Golfo Pérsico.

Por estas razones, la autora del trabajo citado explica que "es inevitable que la guerra contra el terrorismo sea vista por muchos como una guerra librada a favor de las norteamericanas Chevron, Exxon, y Arco; de la francesa TotalFinalElf; de la British Petroleum o de la Royal Dutch Shell y otras gigantes multinacionales que tienen miles de millones de dólares para invertir en la región".

Karen Talbot hace mención a la naturaleza intrínseca del imperialismo. Sin mencionarlo, hace pensar en el análisis de Lenin sobre la nueva época histórica de la humanidad, en la cual las guerras seguirían produciéndose por efecto de las contradicciones entre las grandes empresas monopolistas de las diferentes potencias mundiales.

Agrega un antecedente interesante en relación con la situación de Afganistán los últimos tiempos: que la compañía petrolera norteamericana Unocal mantuvo estrechas relaciones con los talibanes. "John J. Maresca, vicepresidente de Unocal, aclaró todo lo que estaba en juego en Afganistán en una declaraciones realizadas ante un comité en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos el 12 de febrero de 1998: "La región del Caspio contiene enormes reservas de hidrocarburos sin explotar, una gran parte situadas en la cuenca del propio Mar Caspio. Las reservas totales de petróleo de la región podrían llegar a alcanzar una cifra superior a los 60.000 millones de barriles de petróleo, aunque algunas estimaciones hablan de 200.000 millones. Una opción sería construir un oleoducto hacia el Sur, desde Asia Central hasta el Océano Indico. (...) La única opción alternativa posible es cruzar Afganistán, lo cual también conlleva sus riesgos. El territorio a través del cual se construiría dicho oleoducto está controlado por los talibanes, un movimiento islámico que no goza del reconocimiento de prácticamente ninguna otra nación".

"La construcción de nuestro proyectado oleoducto no podría empezar hasta que se constituya un nuevo gobierno... Dicha ruta acercaría Asia Central a los mercados asiáticos y por lo tanto sería la ruta más barata en términos del transporte del petróleo".

Sostiene la autora que dicha corporación cerró un acuerdo económico con los talibanes para invertir en la extracción de gas y petróleo y construir una refinería.

Si la política exterior norteamericana tiene éxito, sostiene Karen Talbot, "los lazos de Rusia con Europa se verán también afectados. Los clientes europeos del gas y el petróleo rusos se verán obligados a acudir a otras fuentes de energía, fundamentalmente hacia los gigantes occidentales del petróleo. La construcción proyectada por compañías norteamericanas de un oleoducto transbalcánico que atravesará Bulgaria desde el Mar Negro, cruzando Macedonia y Albania hasta llegar a la costa del Adriático, contribuirá sin duda a lo anterior. Uno de los brazos del oleoducto llega hasta Europa Central por el norte, pero las corporaciones norteamericanas ya se han posicionado para controlar el petróleo que por ahí circule.
"Otro de los objetivos principales -agrega- es, claramente, impedir el acceso de China a las reservas de gas y petróleo de Asia Central.

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