¿Una enseñanza a la deriva? Sociedad y educación

Bartolomé Miranda Jurado

Profesor de Filosofía.

CNT de Femán Núñez (Córdoba)

El sistema educativo de nuestro país está siendo sometido a una serie de transformaciones y cambios que lo han sumido en una continua confusión que está acabando por volver locos profesores, alumnos y padres. La LOGSE, el Decreto de las Humanidades, proyecto de LOU, proyecto de Ley de calidad, normativa sobre promoción, calendario escolar (exámenes de septiembre no y después si), ¿Qué va a pasar con la selectividad?, ¿Se impondrá una revalida del bachillerato?, etc. Por un lado el gobierno central y por otro los gobiernos autonómicos.

¿Pero qué son realmente estos cambios? No son sino cambios aparentes, en los que parece que casi todo cambia cuando en realidad casi todo sigue igual. No son sino adaptaciones del sistema educativo a las necesidades del sistema económico y. político, también un reajuste en -la corriente neoliberal del presente basada en continuos ajustes presupuestarios y reducción del gasto público; que se traduce en una reducción de los recursos públicos destinados a educación (menos presupuesto para los centros, ajuste de plantillas, menos recursos materiales, etc.) y aumento de los procesos de privatización justificados desde las administraciones educativas por la mala calidad de la enseñanza pública, a su vez motivada por esa reducción en el gasto público en educación. ¿Y los perjudicados? Pues los de "casi" siempre, las clases con menos posibilidades socioeconómicas A todo esto se suman las estadísticas que hablan de un elevado índice de fracaso escolar.

Y toda esta política educativa se despliega sin ninguna participación por parte de profesores, padres y alumnos; contando a veces con la connivencia de algunos sindicatos que viven a la sombra del Estado (subvenciones). Son los técnicos al servicio de Madrid y de Sevilla los que planifican y organizan.

Con toda esta situación aparece una idea en la sociedad: "El sistema educativo es un fracaso". Se alimenta así la espiral de continuos cambios y adaptaciones que no son sino una cortina de humo que oculta el escaso interés que las distintas administraciones tienen y muestran tener por una enseñanza pública de calidad, al servicio de toda la sociedad y no de una minoría.

La tesis que quiero defender es que no hay tal fracaso del sistema educativo. Los que consideran que la enseñanza fracasa somos aquellos que pensamos que debería estar al servicio del desarrollo de las capacidades humanas, del progreso social hacia una sociedad más justa y libre, donde los derechos humanos sean algo más que un papel-decreto o teoría política muy bonita que se vende en las plazas públicas en época de elecciones y en los medios de comunicación cuando los intereses lo mandan.

El sistema educativo no fracasa porque no es esa su función. Para el poder establecido (no como una mera abstracción, sino los grupos de poder financiero y presión ideológica que convergen en el estado), el sistema educativo tiene unas funciones que no son precisamente esas que hemos mencionado anteriormente; aunque las incluyan teóricamente en las disposiciones legales, no son más que palabras engañosas. La realidad es que las funciones que asignan al sistema educativo son otras: transmisión de ideología y valores acordes a los intereses de las clases y grupos dominantes en la sociedad: selección, clasificación y reproducción social de acuerdo a los intereses económicos y empresariales; ... para que junto al papel de los medios de comunicación , formen a personas con poco espíritu crítico, "domesticadas ideológicamente" (masa social y pensamiento único; que dan por buenos los valores "oficiales" (competitividad, individualismo, consumismo, falsa democracia ...), y luchen por integrarse en la sociedad pero desde esos valores. Aunque todo ello se disimula muy bien con el desarrollo de estrategias de voluntariado, apoyo a ONGs, etc., que no son sino camuflajes para descargar la "mala conciencia" que el propio sistema genera. A estas alturas que nos van a vender, la pobreza, el subdesarrollo, las guerras, y todo lo malo que la humanidad (parte de ella para ser más exactos) ha generado, se terminaban en poco tiempo; pero no pueden terminarse porque forman parte del propio sistema capitalista. Hay pobreza porque hay lujo-acumulación; hay guerra porque las guerras son un negocio; etc.

Y desde esta perspectiva no podemos hablar de fracaso del sistema educativo, porque estas funciones las cumple bien, con éxito; la muestra es que cada día la sociedad civil se muestra más sumisa ante el poder establecido; dando por buena cualquier cosa; cada vez más impotente para generar movimientos contracorriente que ilusionen con la posibilidad de construir una sociedad mejor, más justa, más libre, más igualitaria, ¿La Utopía? No tanto. Sólo se trata de avanzar por el camino de la democracia, esa que tanto se nombra desde el poder y esa que a la vez también tanto se pisotea desde el poder. Avanzar en el camino de la democracia significa avanzar en el camino de la participación directa del pueblo para decidir aquellos aspectos que le afectan; pero no esa participación que aparece en los programas electorales y que no sale del papel sino en forma de pantomima para entretener a ilusos. La democracia también significa avanzar en el reparto de los recursos y medios para vivir qué la sociedad dispone, distribuir la riqueza que la sociedad genera con equidad y solidaridad; no en forma de pagas sociales no contributivas o subsidios que apenas dan para mal vivir aunque muy rentables políticamente pues pueden hacer ganar votos y sirven para tranquilizar ánimos sociales.

Los que pensamos que la enseñanza puede servir para avanzar por ese camino no podemos caer en falacias. El sistema educativo no cambia si no cambia la sociedad. El cambio social y el cambio educativo tienen que ir de la mano. No es posible una enseñanza para la verdadera democracia en una sociedad que no es verdaderamente democrática.

La situación actual es difícil, hay una inercia o parálisis general. La base social se estructura en todos los ámbitos en sistemas jerarquizados y ejecutivistas. Y es un sistema que se retroalimenta, las base social delega y los delegados, alejados de la base, deciden por todos; lo que lleva a la despreocupación y más pasividad, aunque también al desengaño, lo que a su vez genera más pasividad.

La maquinaria social está prácticamente oxidada, "inmóvil", y son pocos los grupos sociales que se resisten a esta ley del embudo que lo atrae todo hacia el centro.

¿Qué hacer? Está claro que la salida viene por el movimiento de la maquinaria social, pero como motivar ese movimiento, no bastará con una poca de grasa, habrá que empujar "un poco" desde los grupos y sectores que todavía no se ha parado del todo.Arriba. ¡LUCHA ANTIFASCISTA!