Nos dejó en
Madrid el 28 de agosto pasado, después de haber iniciado su viaje por
los suelos de la Tierra en el Burdeos francés de 1921 en el seno de una
familia obrera y luchadora, con la que vino en su regreso a España a la
instauración de la II República y donde comenzó sus primeras armas en
la lucha social acompañando a su padre, miembro activo de la CNT, y
militando en las Juventudes Libertarias, desde las que, ya a sus 17
años, su impaciencia de luchador le llevó a enrolarse voluntario en la
Brigada Mixta 39 y a continuar, después de la derrota, en la actividad
clandestina, que se enfrentaba a los horrores de la dictadura franquista
en tareas de coordinación organizativa y producción y difusión de
prensa anarquista, y, en medio de ella, siendo Secretario General de la
Juventudes Libertarias y del Comité Peninsular de la FAI, cargos para
los que había sido nombrado, en julio de 1947 en los plenos nacionales
de la FAI y de la FIJL, en enero de 1948 y de regreso de una visita al
exilio, es apresado y condenado, en el mes de julio de ese año, a 30
años de cárcel de los que cumplió encerrado más de la mitad. Estos
largos años de encarcelamiento, en San Miguel de los Reyes, y en los
penales de Ocaña y Burgos, fueron aprovechados por él de la manera
más productiva que podría hacerse, en el cultivo de su excepcional
inteligencia durante largas horas de reflexión y aprendizaje, allegando
materiales, haciendo ordenaciones críticas de textos y de hechos y
disponiendo ideas, planteamientos y discursos, con lo que mejor pudiera
servir, y de hecho sirvió, a la clarificación, consolidación y
desarrollo del movimiento libertario.
Excarcelado en 1962, pasa, en el mundo del trabajo,
por diversos oficios a los que la necesidad le obliga, al suyo propio de
pintor y al de contable de un hotel madrileño, pero su tarea
fundamental, la que en sí llevaba por capacidad intelectual y por
vocación y conciencia libertaria, fue la escribir. En este quehacer, un
autodidacta profundo como él no podía por menos de chocar con el
intelectualismo academicista del consabido lote de "cascanueces
vacías" que, aupados en
los consabidos pujos de cátedras imaginarias, le
maltrataban críticamente o le "perdonaban la vida" como
historiador, si bien otras muchas honestas gentes de la historiografía
tuvieron y tienen en una alta estima la labor histórica y sociológica
de nuestro Juan.
Como hombre de letras, Gómez Casas se mueve tanto en
el campo de la creación, caso de Cuentos Carcelarios, como en el campo
de la investigación histórica, de la divulgación y de la traducción,
con una considerable cantidad de artículos escritos y más de cien
libros traducidos, tarea en la que, con frecuencia, utiliza el
seudónimo de Jacques de Gaulle, o prólogos e introducciones a libros
de temática anarquista con el seudónimo de Benjamín.
La relación de sus obras podría, salvo error u
omisión, rezar así: El ya citado Cuentos Carcelarios (Madrid, 1968),
Los desheredados del Tío Sam(Madrid, 1968). Historia del
Anarcosindicalismo español (Madrid, 1968), El Apocalipsis (Madrid,
1969), España 1970 (Toulouse, 1970), El Frente de Aragón (1973),
Sociología e Historia (Madrid, 1973), La Primera Internacional en
España (Madrid, 1974), La Política española y la Guerra Civil
(Madrid, 1974), Situación límite (Madrid, 1975), Autogestión en
España Madrid, 1976), España ácrata. Inventario al día (Caracas,
1976, con Carlos Rama), Los Anarquistas en el Gobierno (Barcelona,
1977), Historia de la FAI (Madrid, 1977), Anarquismo y Federalismo
(Madrid, 1983), Los Cruces de caminos
(Madrid, 1984), Relanzamiento de la CNT 1975-1979,
con un epilogo hasta la primavera de 1984 (Madrid-Paris, 1984), Las
horas decisivas de la guerra civil. Nacionalimperialismo y movimiento
obrero en Europa hasta después de la Segunda Guerra Mundial (Móstoles,
1985), Sociología del anarquismo hispánico (Madrid, 1988).
Su tarea de articulista y difusor de ideas es
igualmente de una riqueza extraordinaria, como puede constatarse en sus
colaboraciones en Cambio 16, en Triunfo, en El País, en Sindicalismo,
en Historia Libertaria, en Castilla Libre, en CNT, en Espoir, en Frente
Libertario, en Solidaridad Obrera, en Tierra y Libertad de México, en
Umbral, en La Voz confederal de Rubí. Fue redactor-colaborador de la
revista Adarga, cuya temprana, casi inmediata, desaparición truncó una
fértil y gran esperanza de muchos confederales convencidos de que
constituía un gran proyecto. Colaboró también en La Historia de Abad,
en fascículos.
En la década de los setenta, se convierte en el
representante más caracterizado y portavoz más adecuado de la CNT en
el crucial momento de su espectacular despegue. Fue el primer Secretario
general de la CNT todavía en los difíciles momentos de una semi-clandestinidad
y permisividad limitada (julio-agosto de 1976), y se mantuvo hasta que,
por insistencia suya, muy respetuoso él de los plazos confederales, fue
sustituido en abril de 1978. Su Secretariado fue profundamente eficaz y
feraz en todos los órdenes, presidiendo un gran momento de la
Organización en expansión e incidencia social. Fue el Secretariado de
los grandes mítines de San Sebastián de los Reyes, de la Plaza de
Toros de Valencia y del Montjuich barcelonés, y, asimismo, de aquellas
riquísimas Jornadas Libertarias que llenaron de vida, ideas y alegría
el Cine Princesa, Las Ramblas barcelonesas y el Parque Güell.
Su gran clarividencia para el análisis de
situaciones concretas, su profunda capacidad de visión para enjuiciar
la distancia o relación de los sucesos político-sociales cotidianos
con las exigencias derivadas de los principios libertarios y sus
tácticas y estrategia, para deducir de ello la posición correcta de la
Organización, fue realmente providencial para la CNT, sobre la cual,
ante nuestra negativa a la integración en el sistema, da ahora comienzo
el gran acoso gubernamental: los Pactos de la Moncloa, el Caso Scala, la
muerte de Agustín Rueda, las elecciones sindicales como estrategia de
traslación del parlamentarismo a la empresa y la consiguiente
anulación del protagonismo obrero, las políticas de pactos sociales,
el Estatuto del Trabajador, las maquinaciones de Martín Villa en la
preparación del socavamiento ideológico de la CNT y de la escisión
encaminada a la obtención de una "CNT" puramente
"sindicalista", a su medida....
Fue, precisamente en estos momentos, cuando nuestro
Juan desplegó una energía indomable de asistir a todos los lugares de
la confrontación: artículos de refutación y clarificación, debates
públicos, tribunas universitarias, escolares, vecinales, obreras.
Prácticamente, toda la geografía del Estado español fue literalmente
pateada por Gómez Casas. Desde la Línea andaluza al norteño Bilbao,
desde el rincón mediterráneo de Alicante o Murcia a los aires
galaicos, fueron muchos, muchísimos los pueblos que escucharon su
palabra, las gentes obreras con las que convivió y debatió, y su voz
se dejó también escuchar, plena de sentido y rica de orientación en
los ámbitos de la Mutualité parisina o en las tribunas de nuestro
exilio confederal de Toulouse o Burdeos. Donde había CNT y sus
problemas, allí estaba Juan.
Una de las facetas de mayor resalte en Juan Gómez
Casas fue la profunda internalización de la esencia revolucionaria del
anarquismo en general y del anarcosindicalismo en concreto, su fina
sensibilidad para percibir cualquier forma de reformismo y para
visualizar el crucial peligro que tales apariciones representaban para
el ser y el existir del mundo libertario en general y de la
Confederación en concreto. Lo fue ya en la detección de la postura
correcta en la escisión de 1945 en el exilio confederal y su
repercusión en España, con su adscripción a las Juventudes
Libertarias de Centro, de carácter anticolaboracionista, y con su
actitud crítica ante aquellos que, incluso después de la falsa
"unidad" fabricada en el Congreso de Lyon, apenas si dos años
más tarde y en nombre de la "eficacia", conspiraban y
maquinaban, cerca del ministro franquista José Solís y con Juan
López, el ex-ministro cenetista de la guerra, a la cabeza, el pacto de
los "cinco puntos". Estos cincopuntistas, poblaron el
sindicato vertical franquista por apenas una docena de despachos y la
propina de una cooperativa de tranvías en Valencia, sin ningún
resultado positivo para la clase obrera sino al contrario, y con gran
escándalo de los trabajadores que veían ensuciarse de este modo el
nombre de CNT. Pero oigamos a Juan Gómez Casas enfrentándose
críticamente a tamaña maniobra: "Llegaron entonces a mis manos
dos números de la revista Comunidad Ibérica, editada por Fidel Miró
en Méjico, en los que se hacía una exposición favorable al pacto ya
aludido. Creo que ésta se debía a compañeros exiliados, que, desde la
lejanía, no comprendían la problemática y daban su visto bueno a algo
que, según se les daba a entender desde Madrid, podía contribuir a
forzar una apertura del régimen franquista. Ante la confusión
reinante, envié un artículo a Fidel Miró...en el que intenté
desmontar la argumentación de los favorables al pacto y presenté una
visión diametralmente opuesta al mismo...Infería yo que la cobertura y
el apoyo incondicional que se daba a aquel grupo [de Madrid]
identificado [por los hombres del exilio partícipes en la maniobra] con
"la militancia en general", significaba una grave
desconsideración para los millares de hombres dispersos que jamás
confiaron en la colaboración ni en el diálogo apuntado ni en la
posibilidad de una democratización espontánea o inmanente de las
instituciones franquistas, incluida la organización sindical. La
mayoría que estaba en contra, decía yo, creía que no podía haber
garantía en ninguna ley promulgada por el régimen franquista porque
era un flagrante contrasentido que el Estado pudiera "dictar"
una ley sindical y que de ese "dictado" pudieran derivar la
democratización, la autonomía y la libertad de los sindicatos
oficiales" (Los cruces de caminos, 1981, pág. 70).
También hay que resaltar la oposición de Gómez
Casas al sindicalismo neutro. Dice él, refiriéndose críticamente a
José Luis Rubio: "Dije que parecía cultivar conscientemente la
confusión terminológica porque, en realidad, "sindicalismo a
secas no quiere decir nada" Este puede ser , decía yo, como el
actual de España, vertical, corporativo-fascista, o comunista,
socialista, anarquista o católico. La gran incoherencia de Pestaña
estuvo ya en 1927, cuando intentó hacer de la CNT un continente, es
decir, algo susceptible de aceptar diversos contenidos, o ninguno; o lo
que es igual, un sindicalismo neutro. Esta incoherencia dejó de serlo
cuando, por fin en 1934, Pestaña enseñó sus cartas al crear el
partido sindicalista... y fracasó estrepitosamente porque la CNT le
volvió la espalda" (Los cruces de caminos, pág. 146-47).
La honestidad intelectual y su respeto y defensa del
ideario anarquista y anarcosindcalista le hizo enfrentarse a prohombres
de la historiografía oficial que, al tratar los temas libertarios,
deformaban gravemente su sentido. Dice de Antonio Elorza: "En el
capítulo [se refiere a un artículo suyo, de Juan, en Triunfo], trato
implacablemente el tratamiento elorziano, todas sus anfibologías,
sutiles deformaciones, errores de interpretación...sus galimatías, al
mezclar anarquismo, anarcosindicalismo, sindicalismo revolucionario,
sindicalismo a secas, sindicalismo político etc.; su intento implícito
de identificar a la CNT con ese sindicalismo a secas, cuando él sabe
que las ideas-fuerza del anarquismo están en la CNT y por eso es
anarcosindicalismo..." (Los Cruces de caminos, p. 158). O cuando
manifiesta, con relación a L. Álvarez Junco: "A pesar de lo
curioso del título del libro, A. Junco había escrito un texto
aceptable sobre el anarquismo en España y ello le había puesto en
cierta manera de moda en el instante mismo de la aparición del libro.
Pero, en la numerosas apariciones públicas que haría con posterioridad
en charlas y conferencias sobre el tema, empezó a marcar una postura
crítica y un tanto denigratoria con relación a aquel mismo anarquismo,
y ello le valió bastantes enfrentamientos en medios universitarios y
culturales." (Los Cruces p. 160).
Consciente de la utilización instrumental que de los
términos libertarios se viene haciendo por parte de algunos en una
interesada práctica usurpatoria que apunta a alcanzar determinados
beneficios materiales de carácter concreto, nos dice Juan: "No
importa que algunos grupos, que en el fondo no son autogestionarios,
inserten esa definición en sus programas. Las palabras tienen una
dinámica interna que no se puede traicionar. Quienes no puedan explicar
o desarrollar satisfactoriamente hasta sus últimas consecuencias el
concepto de autogestión quedarán atrapados en sus
contradicciones..." (Historia de la FAI, 1977, pág. 299).
La situación de cese de Gómez Casas como Secretario
General fue de graves consecuencias por la calidad y comportamiento de
su sucesor y por la detección de los "grupos paralelos de afinidad
anarcosindicalista", así como de otros tipos de penetración tanto
en la CNT como en la FAI, conspiradores todos ellos en el interior de la
Organización y preparadores de la inmediata escisión. Sin embargo, el
cargo de director del CNT para el que había sido nombrado (1980-81) le
permitió jugar un papel de relieve en el desenmascaramiento de esta
conspiración y en la calificación y definición de la misma. En su
obra El relanzamiento de la CNT 1975-1979.-con un epílogo hasta
primavera de 1984, desarrolla todos estos gravísimos problemas a los
que se enfrentaba la Organización y que, "aunque el tronco de lo
que constituye le esencialidad de CNT, seguía resistiendo, los embates
que le llegaban uno detrás de otro la afectaban gravemente". Tal
desarrollo, Juan Gómez Casas lo lleva a cabo con esa pulcritud
intelectual y ese acendrado espíritu militante que le acompañó en
toda su existencia confederal y anárquica. Responde en El País
(30-4-79) a las tergiversaciones de Alfons Quintá (corresponsal del
periódico) que insiste en la denominación de anarcosindicalistas para
los "paralelos" y en el anuncio de una escisión inminente,
promovida por aquéllos de los que ya el PNR de 30-3 al 1-4 de 1979 dice
que "se proponen sustituir el anarcosindicalismo propio de la CNT
por un sindicalismo revolucionario de orientación marxista,
estrictamente limitado a cuestiones reivindicativas meramente
económicas". Y recoge Juan un artículo de Beltza en el CNT nº
27, en el que, refiriéndose a las falsedades de Alfons Quintá y a sus
falsos informadores, se hacía eco de la campaña orquestada en
connivencia con la prensa burguesa que tendía a hacer creer que los por
ellos denominados "puros" eran un grupo de pasotas y
terroristas que querían hacer de la CNT un grupúsculo violento. En
definitiva, se preguntaba el autor: "Por qué tanto empeño por
parte de la prensa en identificar a los puros con terroristas y a los
paralelos con auténticos sindicalistas?" (ver Relanzamiento...,pág.
201). Y veamos ya a Juan hablando de la sesión del viernes 13-12-79 del
V Congreso: "Yo hablé de numerosas reuniones que se daban dentro y
fuera de los límites del Congreso. Se confirmaba que el Secretariado
permanente del C. N., por completo desatendido, desde la segunda o
tercera jornada, de la suerte del Congreso, jugaba sus propias bazas,
contactaba con elementos afines, proyectaba en el Congreso las alianzas
que, en capítulos anteriores, empecé a referir como hipótesis, pero
que ahora ya se confirmaban plenamente. Un grupo de sindicatos,
conectado alrededor del Secretariado permanente del Comité Nacional,
había llegado con propósitos preconcebidos de hacer prevalecer su
visión de las cosas, o, por el contrario, romper el Congreso... Las
reuniones por los pasillos y fuera del edificio se concretaron en una
acción común definida, el viernes 13 por la tarde...Enterado del
propósito que les guiaba, intenté disuadirlos, hablándoles de
responsabilidad y de la posibilidad de arruinar el Congreso, pero fue
inútil. Estaban dispuestos a llevar a cabo la última fase de un plan
previsto de antemano y con anterioridad al Congreso. Otros hechos
posteriores al Congreso así lo confirmarían...Tres días después de
abandonar el Congreso los 53 delegados, es decir, el lunes 17 de
diciembre de 1979, el periódico Diario de Barcelona publicaba ya una
nota suscrita por una Comisión Técnica Impugnadora del V Congreso, en
la cual se daban las razones de la impugnación. Uno de los firmantes
era Francesc Boldú, secretario de organización del secretariado
permanente del comité nacional [saliente]. Es decir, se había aplicado
con la máxima diligencia un plan previsto de antemano. Esto venía a
confirmar que la delicada situación de la Organización en todo este
tiempo, con la primera culminación del ataque a los paralelos no había
resuelto definitivamente la problemática de la CNT"
(Relanzamiento...pág. 228). Y termina Juan refiriéndose a la
pretensión "renovadora" de los escisionistas: "La CNT se
ha renovado a sí misma de congreso a congreso, se ha ido enriqueciendo
con la consideración de problemas aparecidos al hilo de la evolución y
de los cambios experimentados en el mundo. Entonces, ¿qué quiere
decir, en realidad, "CNT renovada" o "Renovación"?.
¿No querrá decir justamente lo contrario de lo que pretende?. Porque
nosotros sólo podemos avanzar y profundizar en los problemas a partir
de la esencialidad o razón de ser profunda de la CNT. ¿Qué quiere
decir entonces paleoanarquismo?. Dado que anarquismo sólo hay uno, no
puede haber un anarquismo "renovado" que acepte el Estado o
los chanchullos de los políticos, o un anarquismo que, para hacerse
aceptar, tenga que renunciar a sus esencias. Este es el caso de CNT.
Juan, íntimo Juan nuestro, queremos hablarte donde
estés o estás, o sea, en el corazón de todos los hombres y mujeres
que te han querido y te siguen queriendo, Juan, querido Juan, queremos
conversar contigo para que la memoria de ti no sea ausencia, puro
expediente de células cerebrales pasado a la palabra hueca, sino activa
presencia dentro de nosotros. Juan, amigo, ¿qué decirte? A veces,
hasta las palabras dan asco. Así que, sólo gracias, gracias por tu luz
y por tu ejemplo.