i.w.a.    a.i.t.


SOBRE LA INMIGRACIÓN EN GRAN BRETAÑA

LA FORA POR LA RECUPERACIÓN DE SUS DOCUMENTOS HISTÓRICOS

 


Sobre la inmigración en Gran Bretaña.

Informe de Solidarity Federation-IWA

El capitalismo británico tiene una larga historia de utilizar a los inmigrantes como fuente de mano de obra barata con que alimentar el crecimiento económico. El capitalismo británico también tiene una larga historia de utilizar la inmigración para fomentar el racismo como medida de división de los trabajadores y de desviar a los trabajadores de la lucha contra el capitalismo. La primera inmigración en masa en Gran Bretaña fue la del campo a las ciudades. El campesinado británico fue desalojado de sus tierras y forzado a buscar trabajo en las ciudades industriales en rápido crecimiento. El estado británico hizo cuanto pudo para apoyar a la nueva clase capitalista emergente. Se crearon leyes draconianas que hacían que "crímenes" tales como la mendicidad y el vagabundeo fueran castigados con la muerte, asegurando que el ahora campesinado sin tierra no tuviera otra elección que la de buscar trabajo en los espantosos centros industriales.

Los emigrantes de otros continentes siguieron incrementando la emigración a las ciudades. Muchos de los emigrantes de otros paises vinieron de Irlanda, por entonces colonia inglesa, donde el hambre y la pobreza forzaron al campesinado irlandés a buscar trabajo en Gran Bretaña. La barata mano de obra irlandesa iba a jugar un papel de importancia en la industrialización británica. Además de trabajar en las fábricas, los trabajadores irlandeses iban a construir mucho del sistema de transporte británico. Primero el sistema de canales en el siglo XVIII, los ferrocarriles en el siglo XIX y la red de carreteras en el siglo XX.

Desde el principio, el abuso racista se dirigió contra los trabajadores irlandeses. Los trabajadores irlandeses eran retratados como inferiores y carentes de inteligencia. La idea de que el irlandés era inferior intelectualmente con respecto a su contraparte inglesa se convirtió en parte de la cultura popular inglesa, bien ejemplificada en las bromas racistas inglesas que muestran al irlandés como estúpido. Los irlandeses eran presentados como sub-humanos, y castigados por tomar trabajos "ingleses" y por minar el salario de los trabajadores dada su "disposición" a trabajar por sueldos de miseria.

Junto con el racismo hacia los irlandeses, una hostilidad creciente se proyectaba hacia los judíos de Rusia y de la Europa del Este que escapaban a la persecución. La histeria en los medios de comunicación desembocó en el establecimiento de una comisión gubernamental en 1903 para investigar los efectos de la inmigración. La comisión encontró que "los inmigrantes estaban en una condición empobrecida e indigente, deficiente en limpieza y que practicaban hábitos insalubres... una alta proporción eran criminales, anarquistas, prostitutas y personas de "mal estatuto...", reduciéndose a la miseria y siendo una carga sobre los costes locales... o deseando trabajar por salarios inferiores al standard con el cual pueden vivir dignamente los trabajadores nativos".

Este temprano informe gubernamental que retrataba a los inmigrantes como criminales, llegados de culturas extrañas, que terminan siendo una carga para el país, estableció la imagen de marca desde la que se desarrolló el racismo contra los inmigrantes en Gran Bretaña. Como consecuencia de los informes que presentó el gobierno en 1903, se ha venido dando hasta la fecha el ataque standard por parte de los racistas contra los inmigrantes. El informe de 1903 del gobierno iba a conducir al Acta de Extraños de 1905, la cual buscaba limitar la inmigración y convertir a la inmigración ilegal en ofensa criminal.

El declive económico, el desempleo masivo y el anti-semitismo, limitaron la inmigración a Gran Bretaña entre la primera y la segunda guerra mundial. Incluso los judíos refugiados, escapados de la persecución de la Alemania nazi sólo podían entrar en Gran Bretaña en pequeñas cantidades. El estallido de la segunda guerra mundial y el largo boom económico que siguió a la guerra vio que el número de inmigrantes se sacudía ya que la escasez de mano de obra forzó al capitalismo a reclutar trabajadores parados en el extranjero. El gobierno Británico seleccionó trabajadores de la Europa del Este, Alemania, Italia y Austria para incorporarlos a las fábricas británicas.

En los años cincuenta, el gobierno renuentemente se volvió a las colonias en busca de mano de obra inmigrante. Trabajadores de India, Pakistan, las Indias Occidentales y el Sureste Asiático comenzaron a entrar en Gran Bretaña en grandes cantidades. Desde el principio el gobierno fue descaradamente racista y hostil hacia estos trabajadores principalmente negros. Ya en los primeros años noventa, el gobierno dio pie para actitudes racistas más amplias. En los años de 1950 las actitudes del gobierno animaron los estereotipos raciales y el racismo. En un momento dado, un informe gubernamental señalaba que "las personas de color de las colonias eran de un nivel inferior, capaces de hacer daño al interés de la sociedad británica": los ministros y funcionarios del gobierno asignaban a los inmigrantes de las colonias características estereotipadas que ellos asociaban con su negritud. Eran rutinariamente descritos como peleones, sospechosos, violentos y difíciles de integrar.

Merece la pena recordar que la mayoría de los inmigrantes negros y asiáticos eran inmigrantes legales. Al venir de las colonias británicas, tenían pasaportes británicos legales y por tanto derechos legales totales. Esto no evitó que los inmigrantes tuvieran que tomar los trabajos peor pagados y la peor vivienda. Una situación que sigue repitiéndose hoy día en Gran Bretaña. La inmigración en Gran Bretaña no está relacionada simplemente con el estatus legal de los inmigrantes y la lucha para que los inmigrantes obtengan derechos legales completos: es también una lucha contra un racismo firmemente asentado en la sociedad británica. Los inmigrantes europeos han sido absorbidos en la sociedad británica relativamente deprisa. La tercera generación de inmigrantes negros y asiáticos enfrentaron una vida diaria plagada de racismo rutinario dentro de la sociedad británica.

El estereotipo racial del gobierno en los años cincuenta y sesenta, reforzado constantemente por unos medios de comunicación descaradamente racistas, ayudó a crear divisiones y tensiones en aumento entre los trabajadores blancos y negros. Hacia los años sesenta, el ala derecha del partido conservador comenzó a clamar abiertamente para que se repatriara a los inmigrantes negros. En un infame discurso de "río de sangre", el ministro del gobierno conservador Enoch Powell predicó que la tensión racial conduciría a diseminar la violencia y que la inmigración llevaría a la destrucción de la cultura británica. El discurso provocó controversia y alcanzó un apoyo amplio. En 1968, con los primeros signos de que el largo boom económico de post guerra tocaba a su fin, el gobierno introdujo la escandalosamente racista Commonwealth Immigration Act. Este acta quitó a los trabajadores negros el derecho de tener pasaportes británicos en colonias y excolonias británicas para entrar en Gran Bretaña. La realidad era que para ser verdaderamente británico, uno tenía que tener piel blanca.

El racismo descarado de los principales partidos políticos británicos en los años 50 y 60 preparó el camino a la emergencia de los partidos fascistas de los 70. Después de décadas de estereotipos raciales y de hostilidad hacia la gente negra y asiática por parte de los principales partidos, era bastante fácil para los pequeños partidos fascistas señalar a inmigrantes negros y asiáticos mientras el desempleo masivo emergía como recesión económica y comenzaba a establecerse. Los fascistas simplemente recogían lo que los principales partidos habían desechado. La gente negra era retratada como una amenaza para la "forma de vida británica" y que se llevaban los empleos que pertenecían a los trabajadores británicos. En una plataforma política de repatriación de gente negra y étnica, los partidos fascistas tales como el Frente Nacional comenzaron a obtener un apoyo significativo. Los partidos fascistas, por primera vez desde la guerra, tenían representantes electos en los consejos locales y ganaron apoyo importante en la elección del gobierno. De no haber sido por el británico sistema electoral de "primero pasa el puesto" que funciona contra los pequeños partidos, habrían poca duda de que se habrían elegido en su momento ministros parlamentarios fascistas.

El éxito creciente del fascismo engendró un movimiento anti nazi altamente efectivo que trabajó en una serie de niveles. En su núcleo el movimiento anti nazi se organizó sobre las bases de no permitir a los fascistas el derecho a hablar u organizarse. A pesar de que los liberales, que argumentaban a favor de la libertad de expresión, atacaron esta táctica de confrontación física directa con los fascistas, la táctica demostró ser altamente efectiva a la hora de restringir severamente la capacidad de los fascistas de organizarse. Con ataques a los mítines fascistas y con manifestaciones bien planeadas que se convirtieron en evento semanal, el estado, que había apoyado el derecho de los fascistas a la libertad de expresión con una masiva presencia policial protegiendo a los fascistas, fue forzado a dar marcha atrás y se comenzaron a prohibir las manifestaciones fascistas.

A otro nivel se organizaron conciertos y eventos culturales anti fascistas. Estos conciertos, que atraían a cientos de miles de personas y estaban apoyados por muchas bandas de música británicas, ayudaron a minar el apoyo al fascismo entre la gente jóven.

Con apoyo para que los fascistas comenzaran a caer, el movimiento fascista comenzó a saltar en facciones enfrentadas. La elección del gobierno de derechas de Thatcher en 1979, que se lanzó a restringir la inmigración aún más, minó el apoyo al fascismo. Los años 80 vieron apoyo para colapsar a los fascistas, ya que la idea de que la cultura étnica de alguna manera amenaza la "forma británica de vida" se vió obviamente absurda. A principios de los años 90, la gente con una procedencia étnica suponía el 5,5% de la población británica, 50% del total había nacido en Gran Bretaña. Las personas negras y asiáticas estaban jugando un papel crecientemente activo en la cultura británica. Como anteriores generaciones de inmigrantes, a Gran Bretaña, la estaban enriqueciendo vital y culturalmente.

Más adelante, con el aumento de la inmigración europea, la población británica estaba en un estado de flujo. Hacia finales de los años 90, en Londres, 1 de cada 4 personas era inmigrante o hijo/hija de inmigrantes; la idea de que Gran Bretaña podía volver a convertirse en la sociedad mayoritariamente blanca del periodo anterior a la segunda guerra mundial empezaba a convertirse para todos, excepto para los más racistas, en algo bastante absurdo. Ello no quiere decir que el racismo no siga profundamente arraigado en Gran Bretaña, sino que más bien el programa político fascista basado en la repatriación ya no tiene sentido.

Sin embargo, con la entrada de Gran Bretaña en el siglo XXI, una nueva ola de histeria anti inmigración ha empezado a emerger basada en la idea de los que buscan asilo. Como a lo largo de toda la historia británica, los partidos políticos han buscado sacar ventaja utilizando el asunto de la inmigración para promover el racismo. Los que buscan asilo han sido retratados como criminales extranjeros intentando entrar en Gran Bretaña para aprovecharse de las ventajas del bienestar. El asunto de los buscadores de asilo se ha convertido en un tema de gran importancia política en Gran Bretaña en los últimos 10 años y ha recibido amplia cobertura en los medios de comunicación con todos los principales partidos políticos buscando demostrar que ellos han mantenido las políticas más duras para los buscadores de asilo, en la carrera de las elecciones de este año.

El trato de los que buscan asilo por parte del Gobierno Laborista ha sido de todo menos humano. Aquellos que buscan asilo son dispersados a la fuerza por todo el país. Son alojados en viviendas difíciles de alquilar, abandonados a la merced de caseros privados a los que se les ha autorizado a ostentar incluso las mínimas leyes de viviendas. Alojados a kilómetros de distancia de sus comunidades étnicas, culturales y lingüísticas, los que buscan asilo se encuentran aislados en áreas socialmente deprimidas del país, rodeados de comunidades hostiles cuyo resentimiento contra su propia pobreza es dirigido contra los que buscan asilo por historias racistas o por tratamiento preferente en los medios de comunicación.

Lejos de un trato preferente, los buscadores de asilo sólo reciben el 70% del subsidio básico que reciben los residentes británicos. No reciben dinero efectivo sino bonos de alimentos que están forzados a cambiar por comida. Lo que pueden comprar con los bonos está estrechamente controlado: periódicos o juguetes para niños son simplemente algo de lo que no tienen permiso para comprar. Una vez que los artículos son comprados, no se les da cambio, de forma que tienen que comprar mercancías hasta el valor total del bono o perder la cantidad no gastada. No es necesario decir que los grandes almacenes han corrido para aprovecharse del hecho de que al Asilado no se le permite recibir cambio. El sistema del bono no ha sido administrado por el estado sino por SODEXHO, multinacional basada en Francia, a un coste enorme. El gobierno ha sido forzado a admitir que cuesta más administrar el sistema del bono que lo que se le paga a los asilados. La realidad es que el sistema del bono está diseñado para humillar a los que buscan asilo, aislarlos y separarlos del resto de la población. Mientras dan la imagen de un gobierno preocupado por la inmigración.

Muchos de estos buscadores de asilo no están alojados, sino simplemente presos. En un momento dado, se mantiene detenidos a 150.000 buscadores de asilo. La compañía privada UK Detention Services gestiona los centros de detención, siendo el mayor accionista de esta compañía SODEXHO. Este verdadero encanto de compañía ha estado implicada en suministrar apoyo militar a México y conducir una operación de neutralización de manifestaciones en los Estados Unidos. SODEXHO ha sido señalada como represiva por los manifestantes en Gran Bretaña.

El encarcelamiento de los que buscan asilo sólo añade más leña al fuego de su estereotipo de criminales y de amenaza para la población en general. Cantidades masivas adicionales de dinero del estado ahora van a ir al control de la inmigración en Gran Bretaña, como las cifras del mes de Marzo de 2001 demuestran.

-Traslados forzosos desde el Reino Unido: 1.000

-Personas a las que se les ha rehusado la entrada en los puertos y han sido forzosamente trasladadas: 3.690.

-Total incluyendo dependientes forzados a abandonar Gran Bretaña, incluyendo dependientes: 4.910.

-Número de los mantenidos en prisión o centros de detención: 1.743.

La represión contra los que buscan asilo por parte del estado británico está preparada para incrementarse. El gobierno está en vías de construir muchos más centros de detención gestionados privadamente, ya que el número de personas que busca asilo continúa incrementándose.

Dado el trato inhumano que se les da a los que buscan asilo, poco importa que muchos de estos escapados simplemente entren en el país ilegalmente y encuentren trabajo en la boyante economía negra británica. Debería de recordarse que en la economía británica desregulada, encontrar trabajo cuando no tienes papeles es mucho más fácil que en la mayor parte de Europa. El estado británico deliberadamente ha desregulado el mercado de trabajo para poder minar la organización colectiva de los trabajadores. La realidad es que Gran Bretaña ahora está moviéndose hacia el sistema estadounidense en el cual grandes sectores de la economía son dependientes de los inmigrantes ilegales como fuente de mano de obra barata. El floreciente sudeste de Gran Bretaña y Londres en particular son cada vez más dependientes de los inmigrantes ilegales para hacer sus trabajos pobremente pagados tales como limpieza, etc.

Dadas estas realidades y el perfil de edad de la población, la economía británica cada vez va a ser más dependiente de la inmigración para cumplir con sus necesidades económicas. El propósito del estado británico será el de controlar la inmigración para cumplir con sus proyectos económicos. Esto se llevará a cabo de dos maneras: permitiendo que trabajadores altamente cualificados entren legalmente dándoles pasaportes británicos y estatuto completamente legal, a la vez que se controla el incesante flujo de inmigrantes ilegales que encontrarán trabajo en el sector de la economía británica desregulado y de bajos salarios. Aunque en público el estado británico ataca a los buscadores de asilo y a los inmigrantes, en privado el estado se da cuenta de que la economía británica depende de los inmigrantes ilegales. Las cifras del gobierno argumentan que un aumento en la población a través de una inmigración del 1% conducirá a un aumento del 1,55% de la economía británica.

En el siglo XXI el capitalismo británico continúa con una política decimonónica. Mientras que utiliza inmigrantes como fuente barata de mano de obra para alimentar el crecimiento económico, el estado está usando el tema de la inmigración para promover el racismo y dividir a los trabajadores y minar la organización colectiva. Los inmigrantes ilegales no sólo están forzados a trabajar por salarios de miseria, sino que el miedo a la deportación actúa como el más importante obstáculo para la resistencia.

El racismo del estado y de los medios de comunicación no pueden sino estimular el crecimiento del fascismo. Los ataques constantes contra quienes buscan asilo han llevado a un resurgir del fascismo en Gran Bretaña. Por primera vez desde los años 70, los partidos fascistas están consiguiendo apoyo electoral. Los fascistas están consiguiendo victorias en las áreas más deprimidas del país donde tanto los trabajadores negros como los blancos viven en la pobreza. Las viejas ciudades campesinas del norte del país han sido el escenario de luchas raciales abiertas entre jóvenes de la clase trabajadora blancos y negros. Los partidos fascistas han estado activos en estas áreas y en las últimas elecciones en lugares como Oldham alcanzaron tanto como el 16% de los votos.

Junto con un importante esfuerzo contra el racismo y en apoyo a los trabajadores inmigrantes, la AIT debe presentar ideas dirigidas a la resolución de las divisiones entre trabajadores nativos e inmigrantes y a la unidad de todos en un esfuerzo común. En Inglaterra, y cada vez más en Europa, la desregulación del mercado de trabajo significa que ya no son sólo los inmigrantes ilegales los que se enfrentan una vida de inseguridad constante. Los contratos temporales, el derecho a contratar y despedir a voluntad, el aumento del trabajo a tiempo parcial etc., ha supuesto que todos los trabajadores enfrenten una vida de inseguridad. Es en esta área en la que la AIT puede también hacer impacto. La lucha contra la precariedad del puesto de trabajo en áreas tales como seguridad e higiene en el trabajo, son áreas en las que deberíamos ser capaces de unir tanto a los trabajadores legales como a los ilegales y tanto a los trabajadores nativos como a los inmigrantes. Sólo rompiendo las divisiones entre los trabajadores podemos esperar unirnos como clase.

  LA F.O.R.A. argentina

por la recuperación de sus documentos históricos

La Federación Obrera Regional Argentina (F.O.R.A.) ha iniciado acciones para recuperar libros de actas y otros documentos históricos que actualmente se encuentran en poder de la C.G.T. (central sindical adicta al gobierno).

Desde su fundación, la F.O.R.A. a soportado múltiples agresiones y robos por parte de las fuerzas represoras del gobierno. Ahora, mientras celebramos nuestro primer centenario de vida, la C.G.T. no tiene empacho en exhibir nuestros libros de actas en un stand de la Feria del Libro de Buenos Aires.

Creemos que es el momento de que la C.G.T. nos devuelva lo que nos pertenece, pues dichos libros de actas y documentos constituyen una pieza fundamental de la historia universal de los movimientos obreros, la cual reivindicamos y pretendemos difundir.

Necesitamos del apoyo de todas las secciones y amigos. ¡Salud!

Federación Obrera Regional Argentina (F.O.R.A.) Coronel Salvadores 1200 C.P. 1167 - Buenos Aires – Argentina. E-mail: fora@data54.com

Estos son los datos de la CGT para exigirles que nos devuelvan lo nuestro:

EXIGIMOS LA RESTITUCION DE LIBROS DE ACTAS Y DOCUMENTACION PERTENECIENTES A LA FEDERACION OBRERA REGIONAL ARGENTINA (F.O.R.A.)CONTRA LA MENTIRA, DIFUNDIMOS LA VERDAD HISTORICA.

Confederación General del Trabajo (C.G.T.) Rodolfo Daer (jefe de la CGT) Mario Gasparri (director de archivo) Azopardo 802 - 3º piso C.P. 1107 - Buenos Aires Argentina. Tf. y Fax: (005411) 4331-4796 y 4343-1883

E-mail:

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  jauinst@cgtra.org.ar

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