Aforismos. PJulián Sánchez

 

El eco del silencio. Patri

 

Anarquía. John Henry Mackay

 

Cine

 

 

DE REHABILITACIONES TOTALES Y SILENCIOS ROTOS

Germinal

 

Una larga panorámica recorre los bosques en los que se va a desarrollar la acción. De repente, unos disparos rompen el silencio. Así de escueto es el comienzo de la última obra de Montxo Armendariz. Espléndida síntesis de una película bien construida, con una espléndida fotografía y unas correctas interpretaciones. Pero, Silencio Roto es uno de esos casos que, menos que nunca, puede ser vista como una obra fuera de contexto. No es casual que la estemos viendo en las pantallas. Forma parte de la ola de interés que últimamente existe, por los guerrilleros que continuaron la lucha contra Franco tras el fin de las operaciones militares en 1939.

Aparecen libros y reportajes de prensa, se les dedican programas de televisión y reciben la atención de ... los políticos, ahora que quedan pocos, y no suponen ningún problema ni "social" ni económico para las depauperadas arcas estatales. Han sido largos años de silencio, juego de palabras con el que también quiere jugar el título, cuando no de insultos. Bandoleros, asaltantes, malhechores se les llamó. Aunque para eliminarles hubieran que movilizar no sólo a la guardia civil, sino también a unidades del ejército, y ejercer una terrible acción de "tierra quemada" para privarles de apoyos. Después, el olvido. La famosa transición pasó sobre ellos como una apisonadora que aplasta todo lo que se saliera del guión establecido por los albaceas del dictador desaparecido o en las pizarras de localidades de la periferia parisina.

Había que cerrar, en falso, viejas heridas que supuraban porque, durante cuarenta años, quienes las habían provocado se arrogaron el derecho de hurgarlas a su antojo para humillar, despreciar y reprimir a los vencidos. A quienes vivieron en el miedo que, en muchos casos, no les ha abandonado nunca. Durante ocho lustros sólo se escuchó una voz, una versión, que se perdía como un interminable eco en el silencio del inmenso cementerio que era España. Poco a poco, con timidez, incluso con vergüenza, se empezó a hablar de ellos, de los "hombres del monte". Con mucho sigilo y prevención, por eso de que era un tema "militar". Hasta hoy, con este "revival", en el que hasta el Congreso de los Diputados les rehabilita "totalmente". Eso sí después de que, a petición socialista, no se les reconozca su carácter militar, o que, los populares eliminasen que la documentación relativa a ellos pase al Archivo de la Guerra Civil de Salamanca, centro mucho más accesible y conocido que los que la guardan ahora.

Una totalidad, menos total. Como la película de Armendariz. Muy digna, muy "objetiva", "muy bien hecha", pero que es un salto en el vacío. De la propaganda franquista a la "frialdad" democrática. Ese estado de cosas en el que la mayoría de los derechos están para no ser ejercidos. De ahí que Silencio roto no emocione, a pesar de ser una película de emociones; que adolezca de falta de riego sanguíneo, a pesar de querer retratar arrebatos. No nos podemos distanciar de los asuntos de familia sin haberlos resuelto antes. A pesar de lo que digamos, los muertos cercanos, siempre nos importan más que los lejanos.

En el fondo de todo está seguir cumpliendo los ya viejos pactos citados. Todavía quedan supervivientes, algunos se empecinan en no olvidarlos, pero la mayoría de la población tiene ya el cerebro lo suficientemente vacío para que la acción de Silencio roto no la reconozca como propia. Otro de los signos distintivos de las democracias: se puede hablar, incluso pensar, de todo, mientras que no inoportune; mientras que quede aislado, sin incidencia social. Ya sabemos que el ciudadano es antes que nada un consumidor, sobre todo, de imágenes. Sea la banal televisión o, más intelectual, el cine. Imágenes que no forman parte de nuestra confortable realidad inmediata. Como los maquis, los guerrilleros. Apenas son sombras que bullen en los armarios que no nos atrevemos a abrir pensando que las polillas terminaran por destruirlos.

Intérpretes

    Lucía Jiménez (Lucía)  
    Juan Diego Botto (Manuel)  
    Mercedes Sampietro (Teresa)   
    Álvaro de Luna (Don Hilario)  
    María Botto (Lola)
   
Guión
    Montxo Armendáriz
Fotografía
    Guillermo Navarro
Música
    Pascal Gaigne
Montaje
    Rori Sáinz de Rozas

web oficial de la película

 

www.silencioroto.com/