Un manifiesto desde Gotemburgo |
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De las multitudes de Europa en marcha contra el Imperio "...Hoy tienen un nuevo imperio, sobre todo el orbe
imponen nuevas servidumbres de la gleba, se pretenden patrones de la
tierra y del mar. Contra ellos, una vez más, nosotros, multitudes, nos
rebelamos." Nosotros y vosotros somos nuevos, pero somos los mismos
de siempre. Somos ejercito de desobediencia. En marcha desde
hace siglos sobre este continente, en nuestros estandartes esta escrito
"dignidad". En su nombre combatimos al que quiere ser patrón de
personas, campos, bosques y ríos, gobierna con arbitrio, impone el orden
del Imperio, empobrece a los pueblos. Somos los campesinos de la Jacquerie. Los
mercenarios de la guerra de los cien años saqueaban nuestros pueblos, los
nobles de Francia nos mataban de hambre. En el año del Señor 1358 nos
sublevamos, demolimos castillos, nos reapropiamos de lo nuestro. Algunos
de nosotros fueron capturados y decapitados. Sentimos la sangre brotar de
nuestra nariz, pero ya estábamos en marcha, y no nos hemos vuelto a
parar. Somos los ciompi de Florencia, pequeño
pueblo de fábricas y artes menores. En el año del Señor 1378 un
cardador nos guió a la revuelta. Tomamos el Gobierno, reformamos artes y
oficios. Los patrones huyeron al campo y desde allí nos mataron de hambre
asediando la ciudad. Nos vencieron, restauraron la oligarquía, pero el
lento contagio del ejemplo no lo podían parar. Somos los campesinos de Inglaterra que tomaron las
armas contra los nobles para poner fin a tasas e imposiciones. En el año
del Señor 1381 escuchamos las predicaciones de John Ball. Con rastrillos
y horcas nos trasladamos desde Essex y Kent, ocupamos Londres, prendimos
fuegos, saqueamos el palacio del Arzobispo, abrimos las puertas de las
prisiones. Por orden del rey Ricardo II muchos de nosotros subieron al
patíbulo, pero nada volvería a ser como antes. Somos los Husitas. somos los Taboritas. somos los
artesanos y operarios bohemios, rebeldes al Papa, al rey y al emperador
después de que la hoguera consumiese a Juan Hus. En el año del señor
1419 asaltamos el municipio de Praga, derrocamos al consistorio y sus
senadores. El corazón de un continente en nuestras manos. Abolimos la
servidumbre y los diezmos. Nos derrotaron en treinta años de guerras y
cruzadas. Somos los treintaycuatro mil que respondieron a la
llamada de Hans el flautista. En el año del señor 1476, la virgen de
Niklashausen se reveló a Hans y le dijo: No más rey ni príncipes. No
más papado ni clero. No más tasas ni diezmos. Los campos, los bosques y
los cursos de agua serán de todos. Todos serán hermanos y ninguno
poseerá más que su vecino. Los caballeros del obispo capturaron a Hans,
después nos atacaron y derrotaron. Hans ardió en la hoguera. No así las
palabras de la Virgen. Somos aquellos del Bundschuh, asalariados y
campesinos de la Alsacia que, en el año del señor de 1493, conspiraron
para ajusticiar a los usureros y cancelar las deudas, expropiar las
riquezas de los monasterios, reducir el estipendio de los curas, abolir la
confesión, sustituir al tribunal imperial por jueces municipales elegidos
por el pueblo. Fuimos derrotados, y muchos de nosotros colgados o
mutilados y expuestos a la vista de la gente. Después de años de
represión y reorganización, en el año del señor 1513 rebelamos
Friburgo. La marcha no se paraba, ni nuestros zapatos han vuelto a dejar
de golpear el suelo. Somos el Pobre Konrad, campesinos que se rebelaron
a los impuestos sobre el vino, la carne y el pan, en el año del señor de
1514.Siendo cincuentamil amenazamos en conquistar Schorndorf, en el valle
de Rens. Mandamos delegados a la Dieta del Duque, que ordena que los
bienes de los monasterios fuesen expropiados y entregados a la comunidad.
Luego fuimos diezmados por la caballería real: fuimos asediados en el
monte Koppel, los pueblos fueron arrasados, dieciseismil campesinos fueron
arrestados, dieciséis fueron decapitados. Pero el Pobre Konrad sigue
rebelándose. Somos los campesinos de Hungría que, reuniéndose
para la cruzada contra el Turco, deciden en cambio trasladar la guerra a
los señores, en el año del señor 1514.Sesenta mil hombres en armas,
guiados por el comandante Dozsa, llevaron la insurrección a todo el
país. Nos cogieron tras dos meses de asedio. Dozsa fue emparrillado y sus
lugartenientes constreñidos a comerse su carne por haber salvado la vida.
Miles de campesinos fueron empalados o ahorcados. La masacre y aquella
impía eucaristía desviaron pero no frenaron la marcha. Somos el ejercito de los campesinos y los mineros
de Thomas Muentzer. En el año del señor 1524, al grito de ¡todas las
cosas son comunes!, declaramos la guerra al orden del mundo, nuestros Doce
Articulos hicieron temblar a los poderosos de Europa. Los mercenarios nos
exterminaron en Turingia, Muentzer fue masacrado a manos de un verdugo,
pero ¿quien podía ya negarlo? Aquello que pertenecía a la tierra, a la
tierra seria devuelto. Somos los trabajadores y campesinos sin poder que
en el año del señor 1649, en Walton-on-Thames, Surrey, ocuparon la
tierra común y se pusieron a labrarla y sembrarla. Nos llamaron "Diggers",
cavadores. Queríamos vivir juntos, poner en común los frutos de la
tierra. Muchas veces los propietarios de las tierras nos expulsaron y
apresaron en masa. Los soldados nos asaltaron y arrasaron la cosecha.. La
caballería nos agredió, destruyó las casas, pisoteó el grano. La ley
nos echó, no conseguimos retomar el camino. Somos los siervos, los trabajadores, los mineros,
los fugitivos y los desertores que se unieron a los cosacos de Pugaciov,
para dar un revés a los autócratas de Rusia y abolir la servidumbre. En
el año del señor 1774 nos apoderamos de fortalezas, expropiamos riquezas
y, desde los Urales, nos dirigimos hacia Moscú. Pugaciov fue capturado,
pero la semilla daría sus frutos. Somos el ejercito del general Ludd. Echaron a
nuestros padres de las tierras en las que vivían, nosotros fuimos
trabajadoras textiles, después llego la herramienta, el telar
mecánico... En el año del señor 1811, en la campiña de Inglaterra,
durante tres meses golpeamos fabricas, destruimos telares. Una ley infame
estableció que las maquinas contaban más que las personas, y quien las
destruía era ahorcado. Desencadenamos la revuelta general, pero
estábamos débiles, desnutridos. Quien no pendió con la soga al cuello
fue llevado a Australia. Pero el general Ludd cabalga todavía de noche,
al borde de los campos, y todavía reagrupa a los ejércitos. Somos las multitudes de trabajadores de
Cambridgeshire, a las ordenes del capitán Swing, en el año del señor de
1830. Contra leyes tiranas nos amotinamos, incendiamos heniles, destruimos
maquinaria, vencimos a los patrones, atacamos los puestos de policía,
ajusticiamos a los delatores. Fuimos enviados al patíbulo, pero la
llamada del capitán Swing reunía las filas de un ejercito más grande.
El polvo levantado tras su marcha se posaba sobre las capas de los
policías y sobre las togas de los jueces. Nos esperaban ciento cincuenta
años de asalto al cielo. Somos lo tejedores que se revelaron en el año
1844, los estampadores de algodón que ese mismo año incendiaron Bohemia,
los proletarios insurgentes del año de gracia 1848, exclerigos que
atormentaron las noches de los papas y de los zares, de los patrones y de
sus sirvientes. somos aquellos de Paris, año de gracia de 1871. Hemos atravesado el siglo de la locura y de las
venganzas, y proseguimos la marcha. Ellos se dicen nuevos, se bautizan con siglas
esotéricas: G8, FMI, BM, OMC, NAFTA, ALCA... pero no nos engañan, son
aquellos de siempre: los écorcheurs que saquearon nuestros
pueblos, los oligarcas que se reapropiaron de Florencia, la corte del
emperador Segismundo que derribo a Juan Hus con engaños, la Dieta que
obedeció a Ulderico y anulo las conquistas del pobre Konrad, los
príncipes que mandaron a los mercenarios a Frankenhausen, los impíos que
emparrillaron a Dozsa, los terratenientes que atormentaron a los Digger,
los autócratas que vencieron a Pugaciov, el gobierno contra el cual
tronó Byron, el viejo mundo que frustró nuestros asaltos y destruyó
cada escalada hacia el cielo. Hoy tienen un nuevo imperio, sobre todo el orbe imponen
nuevas servidumbres de la gleba, se pretenden patrones de la tierra y del
mar. Contra ellos, una vez más, nosotros, multitudes, nos
rebelamos. |