En memoria de Serge Reggiani, actor*
Hace hoy exactamente cuatro años, más o
menos a una hora pareja, escribí en esta pági-
na el siguiente comentario, bajo el título Las
lágrimas del apóstol:
"Primera pregunta: ¿Alguno de vosotros
sabe a cuento de qué un Estado laico hace
ofrendas institucionales a un supuesto apóstol
sedicentemente matamoros?
Segunda: ¿Alguien puede aclararme por qué
últimamente Manuel Fraga es incapaz ni de dar
la hora sin echarse a llorar?
Tercera: ¿Me podría explicar algún experto
por qué Galicia soporta lo uno... y al otro?
Yo tengo respuesta para las tres preguntas,
pero preferiría que alguien me proporcionara
otras menos tristes."
Lo releo y compruebo, no sin cierto abati-
miento, que conserva intacta su actualidad,
salvando el hecho de que lo de Manuel Fraga
ya no sucede "últimamente", sino desde hace
años. En cualquier caso, parece que no va a
cesar -nada: ni Fraga, si su Presidencia, ni su
llanto- porque ya ha anunciado que va a pre-
sentarse a la reelección, y no veo yo que el
electorado gallego tenga trazas de haber cam-
biado sus querencias.
Otra variación: este año el recochineo tiene
estrambote. Van a conceder una medalla a
Rodolfo Martín Villa por su gestión de la catás-
trofe del Prestige. Fraga y Martín Villa, de nuevo
juntos. El túnel del tiempo.
Las lágrimas del apóstol fue el primer comen-
tario de actualidad que introduje en mi recién
estrenada página web. Desde entonces he veni-
do publicando todos los días, salvo tres o cua-
tro, un texto de ese estilo -casi siempre más
extenso-, primero bajo el título genérico de
Diario de un resentido social, luego, desde hace
un año, como Apuntes del natural. Si mis cál-
culos no fallan, la cuenta suma más de 2.000.
Bromeo conmigo mismo, mientras escribo
esto: "No sé cómo te atreves a criticar a Fraga.
Tú tampoco tienes la menor intención de dimi-
tir", me digo.
Pero lo mío es menos cargante, creo (y con-
fío). Por lo menos, ni cobro del erario ni obli-
go a los demás a soportarme.
(*) Por aquí no ha sido nunca demasiado cono-
cida la obra musical de Reggiani. Tenía una voz
cálida, bien educada, e interpretaba como el
gran actor que siempre fue. Se metía y te metía
en la historia de la canción. Me aficioné a él
durante mi larga estancia en Francia y le he
seguido fiel durante los 30 años transcurridos
desde entonces. Varias de sus canciones (L'italien,
La putain, Ma fille), no necesariamente las más
conocidas de su repertorio, siguen parecién-
dome obras maestras. Y alguna de ellas se las
ha arreglado siempre para arrancarme una lágri-
ma, por mucho que me la sepa de memoria.
La reaparición
A veces la terapia de grupo se invierte, y
uno contagia a todos de sus fobias. Es difí-
cil, luego, recuperar la normalidad. Pienso
en Aznar, reaparecido en lo que él creó y
llamó Fundación para el Análisis y los
Estudios Sociales (FAES): se hizo presi-
dente y a Rajoy vicepresidente: ya está
complicado. El caso Aznar, según observa-
dores, se forma en dos golpes: el primero,
en 1995; el segundo, en 2004. El coche
bomba manejado por asesinos de ETA pare-
ció dejarle indemne, pero hay especialis-
tas que creen que el shock psicológico, la
atribución a un milagro de su salvación, el
relámpago mental de que estaba designa-
do por lo Alto, le afectó de manera que
impregnó toda su política. Otros estudio-
sos, con los que estoy de acuerdo, suponen
que el golpe en la cabeza le dejó así. Su
comportamiento comenzó a ser extraño,
y en su visita a Bush, fumando un puro,
con los pies en la mesa, era un comporta-
miento onírico infantil: triunfar sobre el
padre que le prohibía fumar y le obligaba
a ser bien educado. La política española
pudo estar tan influida por ese momento
que llegó a la guerra inicua de Irak cre-
yendo que "todos los terrorismos son igua-
les", mediante los fantasmas de una
organización árabe-vasca que poseía armas
de destrucción masiva.
En éstas llegó el segundo golpe, el del
11-M en Madrid. Éste fue sólo psicológico,
pero le hizo revivir angustias pasadas y se
lo colocó a ETA, cuando todo indicaba lo
contrario. Dada su compostura mental, le
era imposible variar este pensamiento, que
consiguió infiltrar en quienes le rodeaban
y en algunos que, estando lejanos, sufrí-
an también del síndrome vasco. Un Aznar
hace ciento. No es raro, desde un punto de
vista psicológico, que esa anormalidad con-
tagie una gran parte del país, mantenga un
buen número de votos, arrastre periodis-
tas no necesariamente venales. Y un
Parlamento que investiga tontamente lo
que se sabe. Él hace una reaparición de
conde de Montecristo en la sedicente fun-
dación intelectual que imaginó para otra
clase de retiro. Vuelve a ignorar el Ego, y
su relación con el Superego: y la historia.
(Estas personas tienen un propósito: éste
quiere anular las elecciones, como pasó en
la Comunidad de Madrid: obsesión de vol-
ver a ser. Niega la constitución europea,
cree que la indiferencia y el voto negati-
vo hundirán a Zetapé en un infierno real).
cnt
304
Ago. - sept. 2004
VI época - Madrid
Cuatro años
Eduardo Haro Tecglen
Javier Otriz
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Dice un monaguillo de la catedral de Sevilla que hay más iglesias que retretes
públicos y eso que mear le sienta mejor al cuerpo que los rezos. Su párroco pro-
tector, mientras le pasa la mano por el culo, se queja de la competencia y de
que se está llenando la cosa de demasiadas fes, al tiempo que se planta en
cada esquina una iglesia, mezquita, templo, garito mormón o cienciólogo que
nos entorpecen el camino. No vamos a decir que haya que quemar todos los que
nos molesten que ya arderán solos y se convertirá en cenizas tanta cruzada con-
tra la libertad de la razón. Para contrarrestar, el ateo Ruiz Gallardón ha pro-
metido convertir en mingitorios todas las sacristías de la capital y recomendará
a su progre Esperanza que se acaben los terrenos gratis para los templitos y las
desgravaciones en oenegés de catequistas. Que por qué no van a tener su lugar
los vagos, su espacio las brujas y su terrenito un ateneo, aunque sea libertario.
Qué tiempos aquellos en los que Blasco Ibáñez se dedicaba a reventar procesiones.
Jenofonte
El fuego purificador
la fotomatona
la fotomatona
Hay especialistas que
creen que el shock
psicológico, la
atribución a un
milagro de su
salvación, el
relámpago mental de
que estaba designado
por lo Alto, le afectó
de manera que
impregnó toda su
política
El País
Visto / Oído - 07/07/2004
Extraído de la página web de Javier Ortiz
26/07/2004
www.javierortiz.net
Van a conceder una
medalla a Rodolfo
Martín Villa por su ges-
tión de la catástrofe del
Prestige. Fraga y
Martín Villa, de nuevo
juntos. El túnel del
tiempo
Fotografía de V.V.