Secretariado Permanente del Comité
Nacional de la CNT
D
e profesión sindicalista, esto
lei yo en un periódico du-
rante una entrevista a un
destacado miembro de un lla-
mado sindicato. Caramba, me
dije, tendré que mirar el convenio de sin-
dicalistas para cotillear sus condiciones
laborales; pero no lo encontré, deben es-
tar fuera de convenio como los cargos de
confianza y los directivos de alto rango.
Pero vacaciones tienen, se las mere-
cen. Asi que durante esta temporadita
aparcaremos las reivindicaciones y con-
flictos y nos dedicaremos a descansar. La
puñeta es que a algún empresario malé-
volo se le ocurrirá presentar un expe-
diente de regulación, maquinar una
descolocación de su empresa o incluso de-
saparecer con la pasta. No hay derecho,
debería estar regulado y respetarse el
acuerdo de anestesia colectiva vacacional.
El sindicalista profesional, lógicamen-
te, también tiene su horario, lo malo es
que coincide con el horario en que todo
el mundo trabaja, menos mal que los in-
termediarios, en forma de comité de em-
presa pueden hacernos las gestiones con
esas horas que amablemente les cede el
empresario, siempre que no coincida con
un viernes, porque entonces, se aprove-
chan para alargar el fin de semana.
Con esta situación, las pretensiones
que se filtran de dar un mayor protago-
nismo como agente social a los llamados
sindicatos, está al caer. Menos reivindica-
ciones y conflictos y mas diálogo, mas
atención a la macroeconomía y la coyun-
tura económica, mas seriedad y arrimar el
hombro a la buena marcha del pais. Ya lo
dice el Señor Fidalgo, se tiene que estar
dispuesto a colaborar con el Gobierno, con
el que sea, que se tiene una responsabi-
lidad y se han acabado los tiempos de la
confrontación y las malas caras. El ideal
es la transformación definitiva de los lla-
mados sindicatos en agentes consultivos
y parte del entramado del Gobierno, algo
asi como la oficina de la mujer o el con-
sejo de la juventud. Además ya tenemos
una experiencia como fue el sindicato ver-
tical, solo tenemos que modernizarlo y
quitarle ese tufillo fascista que le dio tan
mala imagen.
Colaborar y ser serios es la consigna.
En Alemania lo están haciendo muy bien;
trabajar más y cobrar menos. Algunos
trabajadores descontentos e irresponsa-
bles se cabrean porque los beneficios em-
presariales son escandalosos y los altos
directivos cobran exageradamente, pero
son esa minoría que no entiende la mo-
dernidad ni las sagradas leyes del merca-
do. Por eso son necesarios, mas que
nunca, estos llamados sindicatos que im-
pongan la cordura.
Bueno, disfrutemos de las vacaciones,
consumamos por encima de nuestras po-
sibilidades, endeudémonos para no ser
menos que el vecino...y mantengamos la
esperanza de que la empresa siga en su
sitio cuando volvamos para poder meter
unas horitas extras que nos recuperen.
Algunos, seguiremos como siempre,
como no somos modernos ni creemos en
la colaboración con el capital; como se-
guimos pensando que lo que se tiene que
transformar es la Sociedad y su sistema,
pues aunque vacacionemos, que maso-
quistas no somos, lo haremos atentos y
procurando que nuestra acción sindical
no se pare.
El sindicalista
profesional,
lógicamente, también
tiene su horario, lo
malo es que coincide
con el horario en que
todo el mundo trabaja,
menos mal que los
intermediarios, en
forma de comité de
empresa pueden
hacernos las gestiones
con esas horas que
amablemente les cede
el empresario, siempre
que no coincida con
un viernes, porque
entonces, se
aprovechan para
alargar el fin de
semana
Editorial
cnt
n°304 agosto-septiembre 2004
3
3
Redacción
"Paren la tierra, yo me bajo"
Marx, (Groucho)
V
erano, el fuego castiga cuerpos
y abotarga mentes, la ciudad
se paraliza, las aceras arden, el
tiempo se detiene, los medios
públicos de formación de masa,
que no descansan, narran (ahora, con nue-
vo dueño, se puede) cómo el gobierno an-
terior dilapidaba el erario común para
conseguirle una condecoración a nuestro
aspirante a caudillo por la gracia de Dios
Bush en el senado del imperio. Nadie habla
de colgar de los pies a los responsables para
público escarnio; a fin de cuentas lo ocu-
rrido es habitual de nuestra clase política.
Asistimos a 100 días de nuevo talante,
el mismo que ante el clamor popular retira
las tropas de Irak y luego las envía a Af-
ganistán, el de los llamamientos al respeto
a la "legalidad internacional representada
por la ONU" y, a la vez, el de la frágil me-
moria cuando de la cuestión saharaui se
trata o el del silencio de cordero ante los
desmanes del Frankenstein sionista en la
ocupada Palestina.
Nunca es suficiente: el vicepresidente de
tan social gobierno, hace un guiño a los
grupos de presión económica y nos avisa de
la necesidad de recortes y reformas. Los cu-
rrantes debemos apretarnos el cinturón una
vez más; los sindicatos, algunos, aplauden.
La canícula estival nos trae a unos fo-
togénicos y muy reales parásitos descar-
gando sus pesadas obligaciones en coto
privado, alejados del mundanal ruido y del
hedor de la plebe. Es la teórica igualdad de
los ciudadanos.
Eduardo Fungairiño, fiscal jefe de la Au-
diencia Nacional hace pública su faceta hu-
morística y nos confiesa que la matanza
del 11-M en Madrid no merma lo más mí-
nimo su interés cultural por los documen-
tales de la BBC.
Más: según la Agencia Tributaria, España
exportó a Sudán armas largas y munición
entre febrero de 2003 y enero de 2004, por
un valor aproximado de unos 8.000 euros,
violando así el Código de Conducta de la UE
que prohíbe transferir armamento a países
en conflicto, inestables, que no respeten los
estándares de derechos humanos, con pro-
blemas de desarrollo o en los que exista ries-
go evidente de desvío o de venta a un tercer
país. España, nuevamente a la cabeza del
floreciente negocio de la muerte.
La desaparición de un juguete roto, cuya
mayor aportación a la sociedad es la de ser
hija, esposa y madre de toreros, amén de
fundir en millonarios saraos lo generado
por sus exclusivas de papel couché, acapa-
ra portadas de papel prensa y horas de pro-
gramación televisiva.
Mientras África se desangra en matanzas
endémicas, Oriente Medio se encamina al
caos y continúa muriendo gente de hambre
secular en América Latina, nuestra retina
continúa enfocada a la racial telenovela.
Verano y las autoridades sanitarias ad-
vierten de las consecuencias de la ola de
calor...
Mutis
Ola de calor
De profesión sindicalista