la fotomatona
cnt
Los hombres crearon a los dioses a la medi-
da de sus miedos, dioses inmensos para
inmensos miedos, dioses terribles y furibun-
dos, caprichosos y crueles generadores de
catástrofes. Los ancestrales miedos y los dio-
ses ancestrales siguen dominando la escena,
siglos y milenios de filosofía y pensamiento,
ciencia, ingenio e industria en los que la
razón, deificada breve y contradictoriamen-
te por la Revolución Francesa, nunca ha
ganado una batalla significativa
Los dioses siguen dando guerra, los ejér-
citos invocan sus nombres, hechiceros y cau-
dillos bendicen las masacres y los mártires
se inmolan para acceder a sus paraísos.
Dioses y patrias, credos y códigos, fervoro-
sas masacres, sacrificios humanos oficiados
en impolutos altares de diseño ergonómico,
plegarias informatizadas y cánticos robóti-
cos. La doble hélice del ADN y el signo de la
cruz, la bola de cristal y la pantalla de plas-
ma, el vudú y la astronaútica, conviven y
cohabitan en el tiempo, se multiplican las
sectas y los cultos se expanden y se globa-
lizan. El presidente de los Estados Unidos, es
un gran lector de la Biblia, aunque se haya
quedado estancado en el Antiguo
Testamento y los fanáticos terroristas siem-
pre llevan en su ajuar junto a las armas y
los explosivos su alfombrilla de oraciones y
su ejemplar del Corán
Las sectas ultracatólicas prosiguen en
España su escalada, auspiciadas por el
Gobierno y hacen cábalas para sustituir al
desfalleciente gran hechicero blanco de
Roma por uno de sus acólitos. El presiden-
te Aznar es partidario de que la nueva cons-
titución europea mencione el cristianismo
como elemento aglutinador de cultura y
civilización, corriendo un espeso velo sobre
las interminables guerras de religión que
asolaron Europa, matanzas entre buenos
cristianos que nunca pusieron la otra mejil-
lla y prefirieron degollar al prójimo antes
que amarle.
Vivimos en el reino de la superstición y
del miedo, integrados y apocalípticticos a
merced de aquel nada misericordioso dios
bíblico, el viejo cascarrabias vengativo de
barba blanca, con su carácter de mil demo-
nios que intercambia dientes por ojos y
colecciona prepucios. Dios de Israel, del Islam
y de la Iglesia de Roma, de La Casa Blanca y
de los desiertos de Arabia, de judíos, moros
y cristianos, enredado en los prolegómenos
de un interminable Apocalipsis.
"Igualdad, sí; pero por arriba", decían los
perifascistas
1
ofreciendo lo imposible por lo
justo: como ofrecen el cielo por la chabola.
Ahora están contra los incrementos de
pensiones en comunidades: porque no son
iguales en el Estado común, igualdad para
todos (los pensionistas): pero no quieren
igualarlas por arriba en sus porciones: subir
las que dan para igualarlas con las posi-
bles, que ellos llaman "imposibles" en uno
de sus trucos semánticos (nombrar lo posi-
tivo por negativo y viceversa). Esa posibi-
lidad de subir las pensiones les pone la
carne de gallina: es su dinero el que habría
que dar, porque, en general, todo el dine-
ro es suyo. Cuando pagan un salario, lo
prestan, porque al consumirlo volverá a
ellos. Las pensiones no son iguales según
las necesidades, ni según lo trabajado.
Durante todo Franco, que ya es decir, las
empresas mejoraron los sueldos mediante
trucos -gastos de locomoción, material, o
lo que pusiera en el sobre- que no cotiza-
ban; y retrasaban los contratos o los daban
(dan) de baja temporalmente. El jubilado
o su viuda o su huérfano cobra menos en
razón de la trampa con que el empresario
nos da menos de su dinero. Menos de lo
que el compi de otra empresa al que le
pagaban legalmente. No enumero todas las
truhanerías que uno aceptaba: como se
acepta ahora el trabajo peligroso, y esa
aceptación no genera pensión al que resul-
ta parapléjico porque el obrero no es
indemne como Indiana Jones. Robando
años de trabajo, salarios o cambiándolos
por "gratificaciones", con la misma eti-
mología -¡creo!- que gratis, como si se die-
ran por nada, por la generosidad del
prepotente sobre el prejodido
2
. Hablan de
igualar por arriba para decir que no puede
ser: ni España puede igualar sus pensiones
con las de Europa por arriba ni sus sala-
rios: sólo quiere, el Aznar, igualarse con su
mando. Y no aceptar las compensaciones
de otras autonomías: primero, por su bata-
lla contra las autonomías a las que atacan
de anticonstitucionales o incluso de pre-
sidiables por el truco semántico ya citado:
segundo, porque están hablando de su
dinero.
(1) Perifascistas: buena filología a partir
de "peri", alrededor: periplo, peristi-
lo. A veces lo rodeado es igual que lo
circundante.
(2) Jodido: participio pasado de joder:
estar jodido es estar roto, estropeado,
enfermo, achacoso, cansado, desmo-
ralizado, abatido; en DRAE, 1989;
borrado en el actual).
El País
Radio y TV - 15/12/2003
297
Enero 2004
VI época - Madrid
La de Dios
Sobre la igualdad
Eduardo Haro Tecglen
Moncho Alpuente
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Los dioses siguen dando
guerra, los ejércitos
invocan sus nombres,
hechiceros y caudillos
bendicen las masacres y
los mártires se inmolan
para acceder a sus
paraísos. Dioses y
patrias, credos y
códigos, fervorosas
masacres, sacrificios
humanos oficiados en
impolutos altares de
diseño ergonómico,
plegarias
informatizadas y
cánticos robóticos
Puse el parte (RNE) y después me torturé con el equipo contertulio habitual.
Reposé la mala leche y bajé a la calle a escupir al primer vasco que viera de cara.
Fallé y di a un chino que vendía juguetes todo a 100 (y más). Dije "hostias,
juguetes, si ya es la cosa". Volví al botón de RNE y me quise santificar pagando
un juguete porque cada niño pobre debe tener una ilusión. Llamé y dije que
quería enviar un misil de "peuvecé", de los que se tiran por error, a cada
madre de los 15 niños afganos asesinaditos por los Gladiadores de la Libertad.
Me dijeron que no, que un juguete educativo, una Barbi o una maquinación de
la Disney Factory. Dije que si había algún piolín bomba y me respondieron
"usted es un demagogo". Después he ido al diccionario. Y he pensado que para
qué un coche supersónico con lo bien que se lo pasarían jugando al pelotón de
fusilamiento. Se lo mandaré a Nieves Horrores.
Jenofonte
La Radio
la fotomatona
Esa posibilidad de
subir las pensiones les
pone la carne de
gallina: es su dinero el
que habría que dar,
porque, en general,
todo el dinero es suyo.
Cuando pagan un
salario, lo prestan,
porque al consumirlo
volverá a ellos
AGUSTÍN CENTELLES.
Niños jugando a ser mayores. Barcelona, 1936. (Archivo Centelles)