(cogeneración y renovables) fue del 11%. El
mensaje de que "hay que instalar más poten-
cia eléctrica" se suele lanzar cuando se dan
apagones u otros fallos en el servicio, con la in-
tención de mentalizar a la masa social y reca-
bar su apoyo hacia nuevas instalaciones cuando
llegue el momento.
Energías limpias.
En este punto, y dada la creciente usurpación
y perversión de conceptos relativos a la ener-
gía u otros recursos tan propios del lenguaje eco-
logista o ambiental como "verde", "limpio" y
"renovable", es conveniente un inciso aclara-
torio: "verde" es un término totalmente im-
preciso que hoy sirve para vestir y presentar
cualquier cosa como "ecológica"; como "ener-
gía limpia" se suele denominar a aquella que
no produce emisiones contaminantes y de efec-
to invernadero, pero también se utiliza para
identificar la que se puede obtener a costa de
un impacto ambiental muy escaso o nulo; fi-
nalmente, como "energía renovable" se cono-
ce a aquella que utiliza recursos que se renuevan
o reemplazan cíclicamente como el agua, el
viento o el sol, generalmente sin consumirlos.
Desde AEMS-Ríos con Vida asumimos que
la producción de energía con fuentes renova-
bles también puede tener alguna clase de im-
pacto ambiental significativo. En el caso de la
eólica y la solar el impacto depende ante todo
del lugar de ubicación. Nuestro país padece la
crónica ausencia de una adecuada planifica-
ción y ordenación del territorio, además de una
pobre regulación legal sobre protección am-
biental y muy precarias garantías de una valo-
ración adecuada de impactos. Con estas carencias
y con las medidas de apoyo a las renovables, la
industria se ha lanzado a la instalación de par-
ques eólicos por doquier. Siempre en busca de
la mayor y más rápida rentabilidad, los aero-
generadores han colonizado valiosos hábitats
de aves esteparias o zonas de paso de migra-
torias, provocando daños a dichas especies. En
cuanto a la energía solar, a pesar de sus enor-
mes posibilidades en nuestro país, la Adminis-
tración parece firmemente aliada con las
compañías eléctricas para mantenerla en sub-
desarrollo. Baste decir que países del norte de
Europa, con mucha menos potencialidad que Es-
paña, han instalado muchísima más potencia
solar en su territorio. Sí, en nuestro país se
construyen algunas grandes plantas solares, a
veces asociadas a una determinada actividad
productiva o a edificios de servicio público, y
por supuesto goza de subvenciones a la insta-
lación y a la producción. Pero resulta que la
solar sí que es una competidora potencialmente
peligrosa para las compañías eléctricas dada
su idoneidad para un autoabastecimiento par-
ticular y doméstico, y no interesa para nada
que los ciudadanos se independicen de la red
eléctrica general. Cabe recordar los casos de
varias personas que en los últimos años han
tratado de ingresar a la red y vender a la com-
pañía de turno su excedente de energía solar,
a lo que por ley tienen derecho. El intento se
ha convertido en una ardua carrera de obstá-
culos de incierto y desigual resultado. Una ver-
dadera política de fomento de la energía solar
en nuestro país sería totalmente viable y alta-
mente positiva para el medio ambiente, pero no
para las cuentas de resultados de las compañí-
as eléctricas. Está claro quiénes son los verda-
deros responsables de nuestro sistema energético.
Por otro lado, las centrales hidroléctricas ins-
taladas en ríos y otros ecosistemas acuáticos
conllevan inherentes y graves efectos am-
bientales, por lo cual nuestra organización se
opone frontalmente a este tipo de generación.
La energía eléctrica no se puede almacenar,
pero sí se puede embalsar agua para turbinarla
cuando se necesita o cuando exista demanda
de riego o eléctrica y por consiguiente, sobre
el precio de venta, se procura una rentabilidad
mayor. Naturalmente, este proceder es difícil-
mente compatible con el mantenimiento de
un régimen de caudales que permita a los ríos
vivir aguas abajo de las presas. Los ríos son
ecosistemas lineales y continuos, compuestos
por un cauce y unas riberas con comunidades
vivas en íntima relación, donde agua y calor,
sólidos y nutrientes circulan aguas abajo, mien-
tras que la biomasa en forma de invertebrados,
peces, etc. lo hace en ambas direcciones, aguas
abajo y arriba. Las presas de las centrales y
minicentrales eléctricas suponen una barrera
que impide o dificulta el paso de las especies
migratorias, particularmente los peces, lo cual
ha causado la extinción de peces como el es-
turión europeo e importantes retrocesos de
otros como el salmón atlántico, la trucha co-
mún, la lamprea marina, el sábalo y la sabo-
ga, la anguila, etc. Por otro lado, las
instalaciones hidráulicas en general provocan
escasez de caudal entre el punto de toma y el
de restitución de las aguas al río, así como un
régimen de caudales totalmente artificial, bien
en el río aguas abajo de la presa o bien aguas
abajo de la descarga de caudales. Todo ello
suele reducir la calidad y la diversidad del há-
bitat, lo que provoca la desaparición o retro-
ceso de numerosas especies de vegetación,
invertebrados, peces y otros elementos del
ecosistema, alterando su composición y fun-
cionamiento. El impacto es mayor cuanto más
alta es una presa y mayor es el caudal que re-
gula. Con más de 1.200 grandes presas en
nuestros ríos, España ya es uno de los prime-
ros países del mundo en número de presas por
número de habitantes, por lo que la potencia
y el poder del sector hidroeléctrico en Espa-
ña es enorme; y con las casi 100 nuevas gran-
des presas del Plan Hidrológico Nacional (PHN)
(que de lógico, racional y sostenible tiene bien
poco) nuestro país va a destacarse a la cabe-
za de este penoso ranking. De hecho, resulta
imposible entender el monumental despropó-
sito del PHN sin el concurso de los intereses eléc-
tricos, sencillamente porque carecería de
cualquier explicación racional. No resulta ex-
traño si recordamos que el Secretario de Estado
de Aguas nombrado en la primera legislatura
del PP fue el insigne Benigno Blanco, hombre
fuerte en el Consejo de Iberdrola, que ahora por
cierto se encuentra imputado junto a otros al-
tos cargos del Ministerio de Medio Ambiente
por varios delitos, incluido el de prevarica-
ción, por aprobar el proyecto de la presa de San-
taliestra (Huesca, Cuenca del Ebro), ignorando
reveladores informes de riesgos geológicos aso-
ciados realizados por el propio Ministerio. Es-
peremos que la Justicia ponga a cada cual en
su sitio.
Respecto a la energía minihidráulica, al ser
considerada renovable y de bajo impacto (!)
recibe subvenciones por la instalación, pero
también unos 7 céntimos de euro por kilova-
tio producido, cuando el kilovatio normal se
paga en torno a los 3 céntimos. Son oportu-
nidades de negocio que los promotores de mi-
nicentrales, hoy en muchos casos las mismas
grandes compañías eléctricas que explotan
centrales térmicas, nucleares o grandes hidro-
eléctricas, no se resignan a perder. Las mini-
centrales frecuentemente se instalan en las
zonas fluviales mejor conservadas, en las ca-
beceras y tramos altos de los ríos, devaluando
recursos naturales como la fauna, la flora y el
paisaje, y perjudicando un desarrollo rural ar-
mónico y sostenible. Podrían ubicarse en ca-
nales de riego y salidas de depuradoras, donde
el caudal está asegurado y, por tanto, la in-
versión, pero los proyectos usualmente eligen
la situación y el diseño que proporcionan un
aprovechamiento más rentable, a menudo tam-
bién los más dañinos para el río. También es
frecuente que se concatenen varias presas y cen-
trales en un tramo fluvial relativamente cor-
to, lo cual multiplica e intensifica los impactos.
Por otro lado, como en el caso de la gran hi-
dráulica no existen garantías legales suficien-
tes que permitan corregir el efecto barrera y
la degradación del medio a causa de la regu-
lación de los caudales. Las pocas medidas de
corrección y control de impactos que se esta-
blecen se incumplen o no se aplican como es
debido. Los promotores siempre aseguran que
sus nuevos proyectos son absolutamente com-
patibles con la conservación del ecosistema,
pero mientras maltratan y degradan impune-
mente los ríos que ya explotan gracias a ven-
tajosas concesiones y con inhibición o
connivencia de la autoridad hidráulica com-
petente.
"Energía verde".
Por último, al hilo de lo anterior cabe comen-
tar algo sobre esa denominada "Energía Verde"
que ha sacado al mercado la gran compañía
"Ibertrola" (sí, la de las gotas y las hojas en su
"logo"), seguida de otras como Endesa. Aún
curados de cualquier tipo de espanto, la verdad
es que hace falta tener poca vergüenza. En pri-
mer lugar, la Red Eléctrica Española es única y
obviamente no hay forma de dirigir una pro-
ducción de determinado tipo a los domicilios de
los contratantes. La Compañía asegura que con-
tratando esta "energía verde", que te cobran más
cara, estás fomentando las fuentes renovables
y de este modo contribuyes contra el cambio
climático. El asunto ha movilizado a las orga-
nizaciones de consumidores y ecologistas, por
lo cual la Comisión Nacional de la Energía (CNE)
ha abierto un expediente a las compañías para
verificar el "verdor" y las condiciones de ven-
ta de esa energía. Ante ello, las compañías se
han apresurado a certificar el producto según
el RECS (Renevable Energy Certificate System),
que certifica que la energía vendida proviene
de fuentes renovables pero carece completa-
mente de avales de calidad ambiental; de he-
cho existen criterios de certificación ambiental
bastante mejores, como el de la EUGENE (Eu-
ropean Green Electricity Network). Aún impli-
cando un compromiso bastante pobre, sólo
pueden obtener el certificado RECS las insta-
laciones que no se beneficien del sistema de
primas para renovables, con lo cual sólo que-
darían las grandes centrales eléctricas. El he-
cho es que si compramos la denominada Energía
Verde que publicitan estas compañías, es bas-
tante probable que contribuyamos a la degra-
dación de nuestros ríos. Lo de ayudar contra el
cambio climático... eso está todavía por ver.
cnt
n°297 enero 2004
Actualidad
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111
En realidad, la espiral
irracional de producción y
consumo que alimenta el
brutal despilfarro energético
en el que estamos inmersos
es responsabilidad de un
puñado de instituciones y
élites dirigentes en el ámbito
mundial. Son los mismos
que imponen o venden
tecnología obsoleta o
industrias y productos
contaminantes a los países
pobres o "en vías de
desarrollo"; esos capaces de
bloquear el primer gran
consenso político-energético
logrado en Kioto, a pesar de
su precario alcance; del
mismo equipo que los que
ahora en España nos
quieren vender una energía
"verde"...
La factura que para el medio ambiente supone el actual modelo energético es, a veces, evidente.