la fotomatona
cnt
El plan Ibarretxe, el aniversario del
"Prestige", la guerra, que no post-guerra
como quieren hacernos creer, de Irak, las
elecciones catalanas, Palestina, los muertos
de las pateras, los hundimientos del AVE y
el incremento del paro, el ajusticiamiento de
la Justicia (y perdonen la mayúscula) por
vía cardenalicia y el detrimento de la cre-
dibilidad (¿?) de los informativos de TVE y
cadenas asociadas...
Todo palidece, se desvanece, desaparece
del horizonte informativo, en el momento
preciso, la tormenta da paso a la calma, el
pesimismo deja su puesto a la alegría. Por
fin se casa el heredero y el premio Príncipe
de Asturias, a perpetuidad recae en una ple-
beya, divorciada y licenciada en Ciencias de
la Información, tres lacras, si nos atenemos
al rígido canon que rige, o regía los hábi-
tos sucesorios de las monarquías y las dinas-
tías, tres baldones transformados en
blasones mediante una hábil maniobra pro-
pagandística llevada a cabo con la impres-
cindible colaboración de los servicios
informativos del Ente Público de Televisión
Española. El jefe Urdazi, que estaba al borde
de la defenestración, no por manipular la
información sino por manipularla burda y
torpemente, se ha hecho acreedor a un títu-
lo nobiliario, "Marqués de Prado del Rey",
o "Duque de Torre España". Su diligencia y
obediencia en la noble tarea de promocio-
nar a través de la televisión pública, a la
futura cónyuge del príncipe heredero, son
dignas de reconocimiento. Letizia, ceni-
cienta de los telediarios de las nueve de la
mañana, gracias a su hado padrino, se con-
virtió en princesa catódica en el informati-
vo, es un decir, de máxima audiencia de las
nueve de la noche, dejando por el camino
un rastro de reportajes emblemáticos:
Letizia y el chapapote, Letizia en Irak,
Letizia en la Feria del Libro y Letizia en la
Conferencia Episcopal. Tales fueron las pri-
meras imágenes seleccionadas por TVE para
el resto de las cadenas, molestas con el
monopolio del Ente sobre la biografía audio-
visual de la princesa en ciernes.
Un gelatinoso vertido de jalea real inun-
da las pantallas, chorrea sobre las ondas y
empapuza las páginas de la crónica rosa.
Los parásitos mediáticos esconden los agui-
jones con los que se ganaban la vida sacan-
do el jugo de vivos y muertos y se disponen
a destilar mieles sobre la feliz pareja pro-
tagonista de este antiquísimo y anacrónico
juego de marionetas.
Queridos niños, el impuesto fue lo que los
tiranos (todos los gobernantes de la oscu-
ra Europa) quitaban al pobre para su rique-
za, sus ejércitos y sus palacios, mientras
palpaban el muslo de la niña sobre la que
iban a ejercer derecho de pernada. Los
campesinos a veces sacaban sus horcas y
sus látigos contra los recaudadores. Uno,
Doberman, creó un perro especial, el
doberman, para defenderlos en la Selva
Negra. Otro, Cervantes, metió mano a la
bolsa donde guardaba el dinero del señor
y fue a la cárcel, "donde toda incomodi-
dad tiene su asiento": gracias a esta justa
decisión pudo escribir obras inmortales.
Cuando perros, horquillas y revueltas cre-
cieron, y el invento de la democracia -¡en
pie, niños!- se extendió, el impuesto fue
variando y se dijo de él que era una forma
de distribución de la riqueza; el rico paga-
ría más y el pobre menos por las ventajas
mutuas que engrandecían a la patria: sobre
todo, ejércitos, guardias, prisiones, para
evitar que nadie abusara de esta libertad
otorgada. Algo notaban los pobres que no
funcionaba bien, hicieron algún motín, se
revolucionaron, y fueron reprimidos por
su falta de inteligencia ante las mejoras.
Un hombre iluminado, Aznar, llegó a la
ideal: déficit cero. Los impuestos debían
cubrir, sin aumentar, todas las necesidades
de la nación sin que faltara nada a fin de
año. Esta brillante idea le sugirió que era
mejor cortar gastos sociales que cargar
sobre empresas y empresarios, puesto que
a estos grandes señores se les debe el bie-
nestar: ¡creadores de riqueza! La justicia
distributiva debía volverse hacia ellos. El
pueblo, niños, el pueblo -¡en pie!- fue
siempre servicial; pero se convertía en
plebe que abandonaba el trabajo para vivir
de lo regalado por el Estado: vivían como
reyes en sus chabolas alimentándose de
ratas, gracias a esa redistribución de la
riqueza. Miraban, incluso, a las presenta-
doras de televisión. El déficit cero con
reducción de impuestos sería el hallazgo
del gran señor. Uno de sus feudales, sin
embargo, el condestable Gallardón, deci-
dió en su feudo aumentar los impuestos.
¿A los ricos? ¿A los pobres? Siendo hom-
bre justo cree que todos son iguales, pobres
y ricos. ¿Qué irá a pasar? Veremos: pero
veneremos a los dos: lo nuestro, queridos
niños, es venerar. Y Dios inventó la urna
para ello.
El País
Radio y TV - 05/11/2003
295
Noviembre 2003
VI época - Madrid
Teletiziario
El impuesto, niño,
el impuesto
Eduardo Haro Tecglen
Moncho Alpuente
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Todo palidece, se
desvanece, desaparece
del horizonte
informativo, en el
momento preciso, la
tormenta da paso a la
calma, el pesimismo
deja su puesto a la
alegría. Por fin se casa
el heredero y el premio
Príncipe de Asturias, a
perpetuidad recae en
una plebeya, divorciada
y licenciada en Ciencias
de la Información
Dicen que dicen los viejos marineros que los barcos se inventaron para no
tener que aprender a nadar. Sabiduría para incluir en el libro de recla-
maciones que algún bienpensante debe adosar cuanto antes al chaleco
salvavidas de cada uno de los números de la Guardia Civil encargados de
dar la enhorabuena, por el simple hecho de llegar sin caerse o ser arroja-
dos desde la patera, a quienes se empeñan en asomarse a las bondades de
la otra orilla. De la que está a este lado del Estrecho; justo a unos metros
de lo que empezó como cementerio y ha terminado, a la moda del desarro-
llo sostenible, como un infinito y controlado vertedero de cadáveres.
Jenofonte
El vertedero
la fotomatona
El rico pagaría más y el
pobre menos por las
ventajas mutuas que
engrandecían a la
patria: sobre todo,
ejércitos, guardias,
prisiones, para evitar
que nadie abusara de
esta libertad otorgada