Manuel A. Oliva
CNT - La Puebla del Río
T
engo la certeza de que voy a entrar en un asunto peliagudo, difícil y si me
apuran controvertido. Además no pienso referirme a la cultura preventiva
desde una perspectiva puramente legal. Desde el plano que voy a hablar es
desde el sentido común, que en demasiadas ocasiones, como bien sabéis es
el sentido menos común. Para ir centrando el tema personalizaré una trage-
dia. Me referiré a una muerte concreta dada en llamar eufemísticamente accidente de
trabajo. Con esta personalización huiré de las frías estadísticas y me servirá de preám-
bulo para lo que quiero exponer.
A principios de los años 70 ocurrió un accidente laboral en la aldea que vivía. Era un
caso habitual y desgraciadamente ordinario, pues estábamos habituados los 500 habitantes
de la aldea, y los de otros poblados cercanos, a sucesos de ese tipo. Un tractorista murió
aquella tarde de febrero al volcar el tractor que conducía sobre el cuerpo del trabajador.
Los rumores del accidente empezaron a llegar y la tragedia estalló cuando conocimos quién
era la víctima. Era el padre de un amigo de la misma plaza en la que vivíamos. Conocíamos
a su madre, a su hermana, a los padres del obrero. La noticia, que hasta ese momento
era el rumor de un accidente habitual por aquellos años, se convirtió en tragedia que
aun hoy día, más de treinta años después han marcado las vidas de varias personas tras
aquella muerte. Hoy, en el año 2003, cuando analizo aquel accidente, y otros muchos
similares de los que tuve noticia, veo cuán importante es una cultura preventiva ade-
cuada para evitar los accidentes laborales.
A Juan, la desgraciada víctima, nunca el culpable, le habría salvado la vida colocar
unos contrapesos en la parte delantera del tractor, habría tardado entre 15 y 20 minu-
tos a lo sumo. Pero por desgracia la cultura imperante en aquel medio laboral no era una
cultura preventiva contra los riesgos. Si le tenemos que poner un nombre la podríamos
llamar "cultura de la fatalidad". Aquellos accidentes, la mayoría graves o mortales, eran
tomados por la población rural de la zona como algo que pasaba desgraciadamente y sin
posible solución. A algunos les tocaba más o menos como los cupones de los ciegos. Era
algo que ocurría ajeno a nuestra voluntad, "algo inevitable", "cosas que pasan", trage-
dias comunes que se repetían una y otra vez. (Por esta comarca ha vuelto a pasar el
mismo tipo de accidente, treinta años después, con las mismas características y la misma
tragedia en la familia). Espero que a pesar de los años transcurridos la muerte de Juan
pueda servir como referencia para que afrontemos con seriedad la cultura preventiva en
el mundo laboral.
Para tener las cosas claras empezaré definiendo algunos términos, pues es posible que
nos perdamos en una maraña de palabras técnicas si no somos capaces de entender bien
qué significan:
- Prevención: Es el conjunto de actividades o medidas adoptadas o previstas en todas
las fases de actividad de la empresa con el fin de evitar o disminuir los riesgos deri-
vados del trabajo.
- Riesgo laboral: Es la posibilidad de que un/a trabajador/a sufra un determinado
daño derivado del trabajo.
- Daños derivados del trabajo: Son las enfermedades, patologías o lesiones sufridas
con motivo u ocasión del trabajo.
- Condiciones de trabajo: Son aquellas que pueden tener una influencia significati-
va en la generación de riesgos para la seguridad y salud de los/as trabajadores/as.
Con estas definiciones podemos echar a caminar básicamente por la senda de la pre-
vención.
Ahora me centraré un poco en el término cultura. Generalmente se define como el
conjunto de conocimientos adquiridos por diferentes vías. Esto no nos basta. Debemos
lograr una definición correcta para poder incidir adecuadamente en la prevención de
riegos laborales. Es decir, debemos enfrentar la cultura de la prevención contra lo que
anteriormente vine en llamar cultura de la fatalidad y que ahora definiré mejor. Yo les
llamaría síndrome de la fatalidad, pues no llega a tener la categoría de cultura. El sín-
drome de la fatalidad se puede calificar como el conjunto de síntomas que nos
llevan a un hecho desgraciado del cual no podemos escapar pues nos conduce el
destino, el sino o la suerte.
Prevención
cnt
n°295 noviembre 2003
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Cultura preventiva
"El antiguo sistema desea como dice una educación general, pero hace todo lo posible para que no llegue a la clase obrera, es
decir, lo que ofrece con una mano lo toma con la otra. Reconoce que los hombres son como los hace el ambiente, y los mantiene
continuamente en un ambiente desfavorable, aunque no sería muy difícil hacer algo por ellos."
Robert Owen 1848.