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Jornadas Libertarias.
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Cultura
cnt
n°295 noviembre 2003
2
255
cine
Noviembre
Director: Achero Mañas
Interpretes: Óscar Jaenada, Ingrid Rubio, Paloma
Lorena , Juan Díaz
España 2003
1h 44min
Germinal
L
a segunda película dirigida por el actor
Achero Mañas ha sido recibida con divi-
sión de opiniones. Una parte, la mayo-
ría, de la crítica la ha vapuleado de lo
lindo. Otra, minoritaria, la ha recibido
como un soplo de aire fresco que orea el viciado aire
cultural de esta nuestra España. En cualquier caso,
esta división de criterios es ya suficiente para que
se vaya a verla. Si la información, además de poder,
da capacidad de elección, lo que es mucho más inte-
resante, el cúmulo de juicios que ha levantado
Noviembre es ya un punto a su favor.
Como ejercicio cinematográfico, Mañas ha sido
capaz de distanciarse de El Bola. Demasiado era el
riesgo que el director corría si seguía la exitosa
senda de su primera película. Podría resultar que
era uno más de quienes dicen todo lo que tienen que
comunicar en su primera obra y, después, caen en
el más absoluto vacío. Sin abandonar el naturalis-
mo formal de su predecesora, esta nueva entrega
apenas la recuerda. Ni por su temática ni, pienso,
por sus intenciones. En
común tienen que sus
protagonistas son jóve-
nes, tanto de edad
como de mente. Pero,
ahora, Mañas se fija
más en su propio
mundo, el artístico. Lo
hace de una forma tan
lozana como hace tiem-
po que no se veía. Porque no se trata de una mira-
da narcisista o de regodeo en intimidades sólo
conocidas por iniciados, sino que plantea una pre-
gunta, tan vieja y a la vez tan nueva, como es cuál
debe ser la función social del arte.
No es poca cosa en los tiempos que corren. El
pensamiento único no deja apenas otros resquicios
que alabar lo bien que vivimos o, en todo caso, que
éste es el menos malo de los sistemas conocidos. En
consecuencia no es extraño que, como se decía antes,
la forma predomine sobre el fondo. Incluso cuando
no es así las preguntas terminan por disolverse en
lo políticamente correcto. Además, afortunadamen-
te, el trabajo de Mañas está a años luz de un bodrio
que hace unas décadas rodó el inefable Miguel Bosé
sobre un tema parecido y que llevaba, creo recor-
dar, el título de Sentados al borde del abismo con los
pies colgando. El director de Noviembre se lo cree,
cosa que en la película citada no.
Resulta gratificante que se diga que puede haber
arte sin dinero, que hay cosas que no se pueden ni
vender, ni comprar. Sólo por eso ya merece la pena.
Además no se le puede tachar de panfletaria. No es
que eso le importe a quien escribe estas líneas. A
fin de cuentas la "hoja volante", como el libelo, la
novela, el folletón o el ensayo, no deja de ser un
género literario. En todos ellos sus autores preten-
den transmitir alguna idea. Pero Mañas ha elabora-
do la película intentando matizar tanto los
personajes como el desarrollo temporal de los acon-
tecimientos. Cierto es que puede resultar un poco
extraño el desenlace. Pero, a fin de cuentas, es ver-
dad que, hoy por hoy, hay que ser un poco suicida
plantearse siquiera estos asuntos.
El día que vi Noviembre el cine estaba lleno de un
público expectante que arrancó en aplausos al ter-
minar la proyección. Quizás fuera porque era el día
barato o porque en su mayoría fueran estudiantes de
arte dramático. Da igual. El caso es que durante algo
más de una hora y media los espectadores pudieron
ver y oír algo diferente a lo que se acostumbra.
Sensaciones y pensamientos que rondaban por sus
cabezas, que se necesitan compartir. Por eso al capi-
tal le preocupa tanto la unión de los oprimidos y
promociona el indivi-
dualismo. Así somos más
fácilmente manipulables
y domesticables.
A pesar de los defectos,
que los tiene, en esta
película predomina
sobre todos ellos el que
nos dice algo que rara
vez aparece en el teatro,
la música o el cine: que otra forma de hacer arte es
posible y que éste tiene por fin transformar la socie-
dad. Sin entrar en profundidades quizás haya que
detenerse a pensar ese resurgir del "documental"
que últimamente se advierte. El "ideólogo" del grupo
de teatro Noviembre dice que quiere hacer "teatro
documental". Cabe preguntarse si esta necesidad no
se hace más acuciante a medida que, a pesar de toda
la información en teoría disponible, cada vez cono-
cemos menos. La ficción sustituye cada vez a lo
"real". Pensemos un poco en el uso de términos: se
ocupa un país por su seguridad.
En un momento de la película, uno de sus pro-
tagonistas dice que la revolución es posible. Que si
ya hubo un octubre, puede haber un noviembre. De
ahí el nombre del grupo. Quizás no haya que espe-
rar tanto. A veces octubre y noviembre es el mismo
mes. Que se lo pregunten a los rusos que en los pri-
meros días de noviembre de 1917, según su calen-
dario, comenzaron la que hoy conocemos, según el
calendario nuestro, como revolución de octubre.
A veces, octubre y
noviembre es el
mismo mes
libros
El proletariado que existió: teoría de la desmitologiza-
ción del proletariado
Carlos Enríquez del Árbol y Carlos Torregrosa
Editorial Universidad de Granada. Granada 2002
268 págs. 9,25
Antonio Orihuela
"El proletariado que existió" constituye un interesante
ensayo sobre el mito del proletariado y un sugerente marco
de debate en torno a cuál es hoy la situación de las cla-
ses explotadas. Desgraciadamente, su nivel de análisis y
las formalizaciones que se derivan de él constituyen un
serio obstáculo para lectores poco acostumbrados a lidiar
con la teoría. Esta impresión, lejos de ser nueva, me pare-
ce que atraviesa la mayor parte de la producción crítica y
antagónica actual, constituyendo, bajo mi punto de vista,
un problema que debería empezar a tomarse en conside-
ración si lo que queremos es construir instrumentos apro-
piados con los que oponernos al discurso dominante. Ya
sé que se puede objetar que no es la intención del libro
ésta, pero considero, vista la ingente producción de tex-
tos antagónicos, que va siendo hora de enfrenar esta nece-
sidad más allá de confirmar ante nuestros colegas de la
universidad nuestra competencia en determinados temas.
La no separación de teoría y práctica, con la que estoy abso-
lutamente de acuerdo, me parece un objetivo a cumplir.
En El proletariado que existió encontramos una rigu-
rosa exploración del derrumbamiento soviético y, espe-
cialmente, del modelo de Estado que definió la URSS de
Stalin. Ambos análisis me han parecido modélicos aunque,
sinceramente, llevamos casi una década sin salir de la per-
plejidad ante la abundante bibliografía dedicada a refle-
xionar sobre un modelo de Estado que ya fue puesto al
descubierto en octubre de 1917. En ese sentido y ante la
necesidad de redescubrir América en la que llevan muchos
sesudos investigadores desde el 23º Congreso del PCUS, no
me extraña que nadie diga una palabra de dos documen-
tos que me parecen esenciales para destapar el horror
soviético, me refiero al libro de Emma Goldman Viviendo
mi vida y sobre todo, el informe que presentó Ángel Pestaña
sobre la URSS al Comité Nacional de la CNT en 1922, tras
un viaje a aquel país junto con Andrés Nin y otros com-
pañeros del sindicato. En ese informe, Setenta días en
Rusia, escrito por un sencillo trabajador, están todos los
argumentos que los sabios de la universidad redescubren
cada seis meses. Ese informe, frente a tantos discursos
que no producen nada sirvió para que la CNT no ratifica-
ra el acuerdo favorable de 1919 a su incorporación en la
III Internacional, y se decidiera a dar un nuevo impulso
a la AIT.
Resulta también curioso que lo que actualmente se
proponen (en eso el libro El proletariado que existió, con-
tinúa una larga estela de confesiones y meas culpas simi-
lares) como medidas organizativas imprescindibles para
recuperar el sentido organizativo, combativo e interna-
cionalista de los explotados, estén ya configuradas en los
estatutos de la CNT-AIT desde hace casi cien años.
A pesar de todas mis objeciones tengo que reconocer
que el análisis que hace El proletariado que existió de la
situación actual de las clases explotadas me parece modé-
lico y esto si que es necesario tener presente y asumir-
lo para saber dónde estamos y qué podemos hacer.
Personalmente, considero que es hora de reactivar el pro-
yecto del comunismo libertario porque nadie como él ha
sabido ver todas las patologías que un movimiento como
el "proletariado" estaba expuesto a padecer dentro del bol-
chevismo, el estatismo o el pactismo de partido. Ahora,
que hasta los mismos que un día defendieron esa reduc-
ción de los explotados a proletarios certifican la defun-
ción del engendro, es hora de recuperar el proyecto común
que fue neutralizado (por emplear un término suave)
por todas las formas que ensayó el capitalismo a lo largo
del siglo XX. En esa tarea la CNT debe recuperar visibili-
dad lejos de protagonismos absurdos y ajenos al movimiento
libertario, y desde ella, ofrecer y ejercer, activa y gene-
rosamente, su proyecto emancipador y aglutinante a
todos los explotados.
El proletariado
que existió
A pesar de los defectos, que los tiene, en
esta película predomina sobre todos ellos
el que nos dice algo que rara vez aparece
en el teatro, la música o el cine: que otra
forma de hacer arte es posible y que éste
tiene por fin transformar la sociedad.
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