Las precarias condiciones de trabajo en el sector de la Construcción
Sindicato de Construcción, Madera y Metal
CNT - Madrid
El accidente ocurrido el verano pasado, en la
refinería de REPSOL en Puertollano, ha sido
el ejemplo clarificador de los peligros a que
estamos sometidos los ciudadanos cuando
nuestras viviendas y estas monstruosas fabri-
cas, se encuentran situadas a tan corta dis-
tancia y los planes de seguridad y evacuación
son totalmente desconocidos por los afectados
(ciudadanos y trabajadores), o peor todavía,
ni siquiera existen. La catástrofe podría haber
tenido unas consecuencias gravísimas, si los
depósitos de gas hubieran explotado, algo que
solo el cambio de la dirección del viento pudo
evitar. De otra manera las explosiones, gases
y ácidos, el desatre en suma, se habría exten-
dido en más de 100 km., a la redonda.
Lo sucedido no es algo gratuito, igual que
no lo es que España siga siendo el país de la
UE con mayor porcentaje de accidentes labo-
rales. Los motivos de la alta siniestralidad que
padecemos hay que buscarlos en muchos y
muy variados motivos, pero especialmente en
la falta de medidas, el desvío de recursos hacia
otras fuentes que no son aquellas para las que
fueron destinadas, y la dejadez y falta de inte-
rés por evitar, el sinfín de situaciones calami-
tosas y catastróficas que provocan mutilacio-
nes y siegan vidas humanas.
Nuestra sociedad, con sus gobernantes a
la cabeza, se alarma cuando nos llega, por
prensa, radio y tv, la habitual y triste noticia:
"ha muerto un obrero, acababa de cumplir 21
años y sólo llevaba trabajando en la empresa
un día". De estos casos sólo se nos informa en
un pequeño porcentaje, mientras que, por el
contrario, diariamente se nos tiene informa-
dos (a conveniencia), de todos los desastres y
matanzas que ocurren a lo largo y ancho del
planeta, así cuando uno de cada mil acciden-
tes mortales aparece en la prensa, pues cómo
no... hemos visto y oído tantos muertos ya
cada día que, como que es uno más, como que
casi nos da igual. Y es que nos hemos acos-
tumbrado, hemos perdido la sensibilidad, casi
no tenemos sentimientos. Es este y no otro es
su objetivo, los mass media han cumplido su
propósito, habituarnos a esta situación como
algo normal.
Accidente laboral es todo aquel que se pro-
duce en el desempeño de una labor para la
producción o que esté contribuyendo al desa-
rrollo productivo y al bienestar social.
En muchas ocasiones, cuando ocurre un
accidente en las carreteras, las autoridades
laborales, no lo reconocen como accidente
laboral y queda como un vulgar accidente de
tráfico. De esta forma y culpando al conduc-
tor (bien por alcohol o similar), eluden la res-
ponsabilidad dándonos una visión sesgada de
cuáles son las causas reales de lo sucedido,
cuando en realidad se podría demostrar que la
causa última es que dicho accidente es debi-
do a las más de 12 horas de trabajo a que están
obligados por sus empresas los trabajadores
del transporte, conductores de autobuses,
camioneros, viajantes, etc.
Cuando un accidente de carretera no se
reconoce como accidente laboral, es califica-
do de accidente itínere, porque no les queda
más remedio que reconocer que las personas
involucradas en el siniestro se dirigían a su tra-
bajo y así, quedando como un simple acci-
dente de tráfico, pese a que los costes son
similares, los empresarios eluden su respon-
sabilidad y de esa manera evitan ser objetivo
de la acusación por parte de la ciudadanía y
de los trabajadores en particular.
De la misma manera, es muy frecuente ver
a trabajadores colgados en las fachadas de los
edificios de nuestras ciudades. Es lo que, supo-
nemos, tiempo atrás algún montañero o esca-
lador empezó a poner en práctica y que ahora
conocemos por trabajos verticales. Pues bien,
muy poco tiempo después de que esta nueva
modalidad de trabajo se haya extendido, se
está convirtiendo en un peligro tanto para los
trabajadores que la efectúan como para los
transeúntes que acertemos a estar en el lugar,
sitio y hora inoportuna. Es habitual ver cómo
no se usan redes reglamentarias, los arneses
utilizados son de media cintura, no hay nin-
gún compañero en la calle para evitar que
alguien pase por debajo de la obra y no hay
vallas, ni siquiera una simple cinta que dela-
te o avise a viandantes, de la situación de la
obra y zona de peligro, de la misma manera que
no es la primera vez que la carga de una grúa
cae fuera del recinto de una obra, o que se
desploma un andamio, en plena vía pública.
Hoy en día, como la mayor parte de los
ciudadanos conocemos, "las empresas son,
mucho más serias que tiempos atrás" ¿no?.
Desde el primer día, a todos se nos hace entre-
ga de los artículos que marca el convenio:
botas, ropa de trabajo, guantes y un arnés o,
al menos, eso dicen las autoridades. Pero como
podemos observar cotidianamente en nues-
tros tajos la realidad es muy diferente.
Un ejemplo: compañeros de este sindicato
iniciaron hace poco tiempo su trabajo en una
de estas empresas tan serias. El día que se
firmó el contrato hubo que firmar además la
hoja para el IRPF, otra en la cual figura que
habían realizado un curso básico de salud labo-
ral y otra más en la que constaba la entrega
de las botas, los guantes, ropa de trabajo, arnés
y casco. Pues bien, el casco era usado, hubo que
desinfectarlo y el resto brillaba por su ausen-
cia. Y eso es lo que le consta a la empresa prin-
cipal porque tiene los documentos de entrega
firmados por todos los trabajadores. Y es que
ya se sabe, si no firmamos esos papeles...
Casos cotidianos
Todos sabemos que no son casos aislados. De
igual manera es muy frecuente que a la hora
de contratar nos den a firmar hojas en blan-
co, o que exijan que trabajemos a turnos de
12 horas diarias, y eso que está regulado en
el 90% trabajar todos los días una hora extra,
que en muchos casos ni siquiera pagan... y
luego nos llegan los datos: buena parte de los
accidentes se producen en el tiempo añadido.
Pero claro, cada fin de mes hay que pagar la
letra del piso.
Qué decir de la lluvia. Cuando llueve, a
mojarse tocan, ¡así es la construcción! En algu-
nas empresas nos dan trajes de agua, en
muchas otras ni eso siquiera; las casetas para
vestuarios son verdaderos coladores con más
agua en el interior que la que cae fuera, eso
sin contar que en muchos casos son insufi-
cientes, (hay situaciones en las que nos encon-
tramos en los vestuarios hasta casi cuatro
personas por metro cuadrado).Y por si fuera
poco, existe la práctica habitual de utilizar los
comedores para cambiarse la ropa y, de esa
manera, evitar aglomeraciones en vestuarios
que parecen el metro en hora punta. Los ser-
vicios, no tienen nada que envidiar a lo dicho
anteriormente, además de cutres y roñosos, es
el lugar de una obra que no se asea en la mayo-
ría de los casos, y si se rompe un retrete, pro-
bablemente no se repare hasta que se los lleven
para hacer otra obra.
Por lo general las casetas destinadas para
oficinas, además de estar mejor acondiciona-
das, son en muchos casos más grandes que los
vestuarios y tienen incorporado un retrete
particular... ¡hasta en eso hay clases!
Otra práctica habitual por parte de los tra-
bajadores de la Construcción es la de secar sus
ropas sobre los hombros. De esa manera no es
extraña la cantidad de casos de reumatismo
que sufren muchos trabajadores antes de jubi-
larse. Enfermedades reumáticas que, para más
cnt
n°295 noviembre 2003
Sindical-laboral
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Afiliados de CNT y Solidaridad Obrera concentrados en la madrileña Puerta del Sol para denunciar la sinistralidad laboral.
/ ELIA GARCÍA
Los accidentes laborales en la Construcción
Un sector abonado a
los índices más altos
de siniestralidad laboral
Nuestra sociedad se ha ido acostumbrando a los accidentes laborales. A fuerza de ver
todos los días por televisión cómo muere un trabajador en el desempeño de su labor se
ha extendido la idea de que es algo natural, que tiene que ocurrir. Para nosotros,
trabajadores de la contrucción es, sin embargo, algo mucho más cercano, una posibilidad
que nos puede afectar directamente en el momento menos pensado.