Buzón
cnt
n°293 septiembre 2003
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No creo que nadie se quede indiferente cada
vez que aparecen las cifras de accidentes de
tráfico en las noticias. Las opiniones normal-
mente varían desde el clásico "estos jóvenes
van siempre como locos y bebidos" hasta el no
menos clásico "es que las carreteras están que
dan pena". Sin embargo, siempre he pensado
que una gran parte de estos accidentes están
provocados por las largas jornadas laborales,
que nos ponen al volante para volver al hogar
prácticamente agotados y con las facultades
para la conducción mermadas.
En el caso de las personas que pertenecen
como yo al gremio de repartidores de mer-
cancías, esto puede llegar a extremos insos-
pechados. En mi caso, me dedico actualmente
al reparto de bebidas a establecimientos de
hostelería, aunque ya había realizado algu-
nas entrevistas de trabajo para empresas que
en mayor o menor medida también se dedi-
can al reparto. Y desde luego las condiciones
no es que sean las mas adecuadas para unos
profesionales de la carretera.
La jornada laboral comienza tempranito
por la mañana. Si el día anterior el patrón no
te exprimió todo lo que quiso, probablemen-
te te ordenó tener cargada la furgoneta o
camioncillo para el día siguiente. Si este ha
sido el caso, desde las 8:30 se sale a repartir,
con una hoja de ruta que te ocupe "aproxi-
madamente" lo normal para el correcto desa-
rrollo y prosperidad de la empresa, lo cual en
mi caso implica aproximadamente 12 horas
de trabajo. Con un poco de "suerte" acabaras
antes de tiempo y te dedicaras a cargar mer-
cancías el resto de la tarde hasta llegar a esas
12 horas, para que al día siguiente puedas
estar desde bien temprano en ruta. Si todo
sale como es normal que salga, te pasaras esas
bonitas 12 horas en ruta. Y es que, por lo que
he podido ver en mis diversas entrevistas de
trabajo y en mi actual empleo, en las empre-
sas que se dedican al reparto de mercancías,
y en especial las que suministran al sector de
la hostelería, se sabe a que hora se entra, pero
nunca a la que se acaba, ya que hasta que no
se termine la ruta asignada, no acabas. Cuando
se da el caso (que es lo más normal) que el
día anterior no te sobró tiempo para preparar
la furgoneta para el día siguiente, pasas las pri-
meras horas de la mañana vaciando y car-
gando de nuevo la furgoneta, que si nos pone-
mos a sumar, son muchísimos kilos, con lo
cual la cosa se agrava porque ya desde el pri-
mer momento en el que nos sentamos al volan-
te ya llevamos cierto cansancio encima.
Como os podréis suponer, imaginaos como
llevas el cuerpo cuando llevas ya 9 ó 10 horas
en ruta, sobre todo en esta época del año. No
solo te pasas muchas horas conduciendo bajo
un sol de justicia, además desgastas fisica-
mente tu cuerpo intensamente descargando y
cargando mercancías, lo cual te deja bastan-
te agotado. Así que cuando tu cuerpo esta
fatigado, aun te pueden quedar un par de
horas de reparto, con lo cual la natural reac-
ción de nuestra mente es "vamos a pisarle a
fondo al acelerador a ver si acabo cuanto antes
y me voy a descansar", lo cual nos convierte
en verdaderas bombas de relojería: personas
fatigadas, estresadas, con prisas por terminar
cuanto antes sentada al volante de volumi-
nosos vehículos que te dan cierta sensación
de seguridad. Y no acaba ahí la cosa. Puesto
que al finalizar la jornada laboral, muchos nos
tenemos que desplazar en el vehículo parti-
cular desde el lugar de trabajo hasta nuestra
residencia, acompañándonos normalmente la
relajación por haber terminado nuestra jor-
nada laboral. Otro factor más de riesgo que
añadir a la explosiva mezcla anterior.
Desde luego, este problema no es solo
exclusivo de los trabajadores de nuestro gre-
mio. Muchas personas acaban sus jornadas
laborales completamente fatigados y estresa-
dos, y bajo esas circunstancias tienen que
coger su vehículo particular y desplazarse
desde su empresa hasta su domicilio.
Para que luego siempre tengan la culpa los
"jóvenes descerebrados, el exceso de velocidad
o el mal estado de las carreteras". Todos son
factores que sumados nos pueden inducir a
pensar que en el fondo (y a pesar de la mag-
nitud de las cifras año tras año) pocos son
para los que podrían ser.
Porque no son accidentes, porque son ase-
sinatos, porque la precariedad laboral mata y
no sólo en el puesto de trabajo, porque las
jornadas laborales que se padecen en muchos
sectores son mas cercanas a las del siglo XIX
de lo que muchos desde sus cómodas vidas
podrían llegar a sospechar, tenemos que plan-
tar cara a este sistema y luchar por un mundo
mejor en el cual el ganarte la vida no te lleve
a la tumba. Salud y anarcosindicalismo.
José Maria
Nº de Carnet confederal: 101001
En la vomitiva entrevista que Fernando
Sanchez Dragó le adobó a nuestro lider cós-
mico, ya hace tiempo, éste mostró sus inquie-
tudes literarias entre Josep Plá y Ruyard
Kipling. Explicó su predilección por un poe-
mita de este último, titulado If, ese sí con-
dicional tan británico. Era su poema de
cabecera, su leit motiv. Una suerte de apoyo
moral ante las duras adversidades de quien
tiene que recurrir a sus íntimas conviccio-
nes para aprobar una invasión aqui, un bom-
bardeo allá, en fin, lo normal.
Aparte de los choteos sobre el segura-
mente pluscuamperfecto inglés de nuestro
amado prócer nada que objetar a que escoja
al autor inglés para alimentar la funesta
manía de pensar, deporte que el presidente
no practica porque donde esté el paddle que
se quite la literatura, género que de poco
momento apenas sirve para fantasmear un
poco en su televisión. Pero resulta que exis-
ten las claves, lo simbólico. Aquello que sólo
entienden los iniciados y a los demás nos
pasa desapercibido. Pero hete aqui, como
diría Millás, que leyendo el otro dia un libro
de Ronald Fraser, "Recuérdalo tú y recuér-
dalo a otros", me encontré con un simpáti-
co testimonio del antipático Dionisio
Ridruejo, a la sazón jefe provincial de Falange
Española de Valladolid durante la guerra, en
la que tras una loa como las que se llevaban
entonces -hoy avergüenzan el tono y el sen-
tido-, del ya Ausente José Antonio, nos da
a conocer su poema favorito, su apoyo moral,
su leit motiv. Como el lector no es tonto ya
supone cuál era ese poema. Efectivamente,
If, de Ruyard Kipling. Por supuesto no es más
que una casualidad.
Como no es más que una casualidad que
nuestro nunca bien ponderado máximo man-
datario no perdone ni un año su visita a
Quintanilla de Onésimo Redondo, como no
es más que una casualidad que el Pisuerga
pase por Valladolid. Pues eso. La casualidad
para quien se la trabaja. Salud.
Abel Ortiz
Supongo que esta historia os sonará e inclu-
so habréis recibido ya miles de artículos como
este e-mail que os envío, yo como millones de
trabajadores de este país soy una víctima más
de los acosos psicológicos y morales en el tra-
bajo, los jefes nunca están contentos con nada
y a veces recibo malas contestaciones e inclu-
so me da la sensación de que se ríen de mi,
supongo que a la mayoría de la gente que esté
leyendo esto le sonará esta historia puestam-
bién la estará viviendo. A veces he llegado a
recibir amenazas de echarme a la calle sola-
mente por cometer algún fallo sin importan-
cia en el trabajo como lo pueda tener
cualquiera y contestaciones como "Como vuel-
va a pasar eso te vasbien lejos donde yo no
te vea", "me importa una mierda lo que pase
si te echamos pues ya conseguiremos otra per-
sona que ocupe tu puesto" y es que así no se
puede trabajar a gusto y sindicatos como UGT
Y CCOO consienten cosas como esta.
Otra cosa a comentar es una cosa que me
ocurrió cuando trabajé en TVE de almacenis-
ta para una contrata que trabajaba para las
cafeterías de dicha entidad: cierto represen-
tante del "maravilloso" sindicato (si es que se
le puede llamar sindicato a CCOO me echó de
la empresa cuando cumplía perfectamente con
mi trabajo. Me echó en el periodo de prueba
pues los jefazos de turno le estaban presio-
nando para que me echasen y le diesen mi
puesto a otra persona amiga de dicha gentu-
za. Yo lo que hacía allí era sustituir a una per-
sona que estaba de baja y supuestamente se
iba a jubilar y me prometieron que el puesto
sería para mí para toda la vida, según dicho
representante sindical me volverían a llamar
de nuevo para trabajar y aún estoy esperan-
do desde hace casi un año, y nada.
También decir que el fabuloso comité de
empresa de dicha entidad no ha movido ni un
dedo lavándose las manos (el comité era por
entonces de UGT ahora no se de quien será),
también decir que muchos de esos sindicalis-
tas son jefazos y contratan a gente a través
de ETTS, para que se vean lo que son las cosas,
no se si publicareis esto pero al menos espe-
ro que lo leais ya que al menos me ha servi-
do de desahogo.
Salud compañeros y un fuerte abrazo.
Alberto
If de Ruyard Kipling
Jornada laboral y accidentes
de tráfico
Un trabajador oprimido