Quizás, no tanto como ayer |
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Vino la democracia y cada cual buscó en su identidad
la vía a seguir y el redil donde entrar. Se perdió la espontaneidad, las
críticas se hicieron interesadas y el entusiasmo se cambió por el
interés. Cada uno se puso a servir a su partido con todo afán, pensando
cada cual que, desde su postura, el cambio sería más rápido y mejor.
Todo se diluyó. Las mejores inteligencias, la honestidad más integra y
las ilusiones más fervientes fueron sacrificadas al tótem sagrado de la
política. Hoy salimos a la calle y vamos con todos los demás,
con un montón de identidades tan dispares que quedamos difuminados.
Indudablemente que el modo de participar y hacer manifestaciones ha
cambiado. ¿Hasta dónde podemos coordinar y dinamizar proyectos afínes?
¿Pueden identidades políticas diferentes tener un fin común? ¿Hasta
dónde se puede llegar?. ¿Estamos atentos a los depredadores que se
aprestan a capitalizar el esfuerzo de los demás? En las manifestaciones nuevas lo reivindicativo se une
a lo lúdico y añadimos lo folclórico Esta es la dinámica que la gente
joven ha puesto de moda. ¿Saben por qué se hace una manifestación?
Algunos espectadores creen que no.. La respuesta es inquietante, quizás
sólo se aprecie el lado lúdico, quizás no se les tome en serio, quizás
sí sepan la idea profunda que los mueve y no les importe quién
capitalice esa hermosa espontaneidad que, como agua fresca del manantial
de la existencia, nos ofrezca unas briznas de esperanza. Quizás cada
generación necesite su "Mayo 68" y abrigar el encanto de que
todo puede ser mejor. A los "quemados" de tantas lides, nos
gusta seguir soñando siempre deseando no despertar y abrigando la
esperanza, quizás remota, de que un hermoso sueño no se torne en
pesadilla. Apostemos a que no. Salomé Moltó C.C. 800120 |