EL TRÍPODE

Pedro Ibarra

Recientemente, tuve la ocasión de asistir a un acto cultural que se celebró en el Museo de Historia de Catalunya y que consistió en la presentación de un denso libro titulado Diccionari Biografic del Moviment Obrer dels Paisos Catalans.

 

El evento se celebró en una de las aulas del antiguo, y ahora reconstruido, "Depósitos Comerciales", convertido hoy en Museo de Historia. Edificio, hay que decirlo, restaurado con toda dignidad, por lo que debemos felicitar a los compañeros trabajadores que hicieron esa preciosa labor.

 

La mesa de presentación estaba emplazada en todo lo alto (como es preceptivo) y a ella se sentaron cinco señores : el que presidía, Sr. Jaume Sobrequés, un profesor de Universidad cuyo nombre no retuve, el autor de la obra, profesor de Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Barcelona, Sr. Casimiro Martí, y, finalmente, dos personas de las que, por lo visto, una era representante de Comisiones Obreras, Sr. Cuscubielas, y una señora que dijo ser de UGT.

 

Tomó la palabra el presidente, que, por cierto, lo es también del Museo de Historia de Catalunya, y disertó largamente sobre el contenido de la obra, haciendo las obligadas referencias históricas de las que un servidor, con toda honestidad, discrepó en puntos muy importantes. Siguió luego el profesor y autor de la mencionada obra, que también nos informó de los muy serios problemas con los que tropezó para llevarla a término. Por él pudimos saber de dónde salieron los dineros para la elaboración y la edición de la obra (gobierno central y Generalitat) y de las fuentes de que se valió para el estudio de la época comprendida entre los albores de las primeras organizaciones obreras defensoras de los intereses de la clase trabajadora, hasta la muerte de nuestro Invicto General.

 

Dado que mis costillas y demás partes de mi cuerpo, así como mis sentimientos, padecieron un buen lote de sufrimiento por defender la propia dignidad y la de los demás en los momentos de lucha en los que la sopa de siglas de partidos y sindicatos actuales, incluida la UGT, no aparecían, ello me hace acreedor a la libertad y al derecho de decir y replicar por escrito a estos señores que se molestaron en escribir la historia de los míos.

 

Antes que nada, debo hacer referencia a la enorme tristeza que, como obrero, sentí al tener que soportar que el Trípode social del dominio, el Estado, el Capital y el Clero, hayan escrito una historia de las personas de mi clase social. Me causa humillación y me desespero de vergüenza por la sencilla razón de que, en las luchas que, por nuestros derechos, venimos sosteniendo los trabajadores desde el origen, las luchas en las que sucumbió la flor y nata del pueblo español, los componentes de ese fatídico Trípode estuvieron siempre frente a nosotros, machacándonos.

 

Es, pues, desesperante el cinismo y la mezquindad de nuestro triste momento actual. En él, al parecer, no hay ya nada digno de ser respetado, en él, el disparate más loco gira cada día en torno nuestro, en él, nada es lo que dice ser, por la sencilla razón de que "el ser" ha muerto. Todo se mezcla y manipula en función de unos intereses materiales y económicos, y la verdad está ya tan profundamente enterrada que tiene su lecho en el magma mismo de nuestro planeta.

 

El esperpento continúa. La Abadía Montserratina debería estar preocupada por los fuegos que asolan sus montañas y por la lluvia que inunda y destroza sus viejas bibliotecas. Deberían pedir al Altísimo por su falta de coherencia y rogarle, al menos, el cuidado de los suyos para que dejen de narrar la vida y milagros de aquellos a los que, en los más graves momentos de sus miserias, sólo les inculcaban la sumisión y la mansedumbre como medio para poder alcanzar el Paraíso prometido para sus almas y el lugar santo donde poder enterrar lo que siempre habían arrastrado por la vida, su esqueleto.

 

Me preocupa lo de la aportación económica a la obra, aunque, por otro lado, me sabe a chiste, pues me recuerda el caso del gitano que, habiéndole robado a un propio un jamón, invitó más tarde a ese su dueño de antes a comer de él diciéndole: "coma, coma usted como si fuera suyo". Pero, chistes aparte, esa gente debió pensar que nosotros sabemos muy bien que el que da condiciona, y que el que recibe es condicionado, porque aquel que, desde su poder, nos da algo, también se lleva algún girón de nuestra dignidad.

 

Los argumentos emitidos por el Sr. Sobrequés acerca del contenido de ese libro me confirmaron las opiniones que tiene un "alma liberal y democrática" sobre la vida y pasión del cristo obrero al otorgar a todos los trabajadores una patria en propiedad. Me viene a la memoria lo desagradecidos y malnacidos que son todos esos seres "ilegales" que cruzan el estrecho de Gibraltar, esos que son carne de los mares y sustento de la mafias. Pero,¿qué se puede esperar de gentes tan ingratas que, por no tener, no tienen ni el menor amor a aquellas tierras que tan humanamente los criaron. Y es que los pobres nunca han tenido nada, ni tan siquiera una patria. ¡Ni puñetera falta que les hace!

 

Ahora debo preguntar qué diablos hacía en aquella mesa el Sr. Coscubielas, delegado de CCOO. Si, como se indicó por el autor de la obra, el compendio histórico de este libro va desde los albores de la conciencia obrera hasta el fallecimiento de nuestro Invicto General, y si, como el autor reconoce, de un 50 por ciento de la obra fue exclusivamente protagonista la CNT, ¿qué hacía aquel grotesco personaje allí sentado, recibiendo toda clase de acusaciones y de improperios lanzados por la mayoría de los asistentes. El silencio esperpéntico fue la respuesta, no sólo por su parte, sino también por parte de la representante de UGT, una organización ésta que, después de la muerte del Dictador, apareció gallarda y valientemente, pero tras haber convivido complaciente y estoicamente con la dictadura del general Primo de Rivera y muy resignadamente con la del General Invicto.

 

Sólo me resta, para acabar este escrito, observar desde mi asombro el inmenso laboratorio que es este país, lleno de personajes de plástico hueco, deseosos de llenar de dineros y de mentiras sus cuerpos. Un país en el que todo es posible: se mezclan lo mismo los piensos que los hombres; se puede ver a un fraile haciendo de guerrillero, o a un peregrino de viajante de comercio. Todo se compra y se cambia, ya no hay nada que quiera ser lo que en realidad es, salvo que yo y otros como yo, siempre hemos querido ser lo que somos, libertarios.

 

Postdata.- El autor de la obra se vio increpado por parte del auditorio por el hecho de haber dado asiento a un extraño personajillo que, por su aspecto y comportamiento provocó la risa del personal. Se le recriminó al autor que no estuviera ocupando una silla aquella organización sindical que, según él mismo, participó en esta obra histórica en un 50 por ciento de su contenido. Alegó que no había podido contactar con la CNT en Barcelona.

 

Los solidarios cenetistas de esta ciudad están reuniendo el suficiente dinero para comprarle al Sr. Autor dos bastones blancos de madera noble, dos perros-guía pastores tudescos, un radar de último diseño y una máquina de decir la verdad.

 

Aunque la sana intención de todos los profesores de laboratorio sea la de enterrar todo aquello que es diferente, difícil van a tener el enterrar a unos viejos que todavía están vivos, y, mucho más, a unos jóvenes que desean ver realizados todos sus sueños de humana justicia y que luchan por ello .