APUNTES SOBRE LA ESCUELA

O ánimo, compañero, sigue leyendo el periódico

Cristóbal Moya

 

Ciertamente, yo también me siento muy escandalizado por todas las cosas y cositas que dijo el amigo Pedro García Olivo en el nº de agosto 2000 sobre la cosa educativa, su sistema, sus currícula, sus héroes, sus intereses, sus vanidades, sus servicios y retretes -, pero no creo que haya que preocuparse y echar las tintas contra el CNT, que detrás de él hay personas, compañeras y compañeros, que, de alguna manera, lo van haciendo, creando y recreando: y en esa creación caben muchos gustos y también muchos disgustos.

Nuestro punto de vista sobre el actual sistema educativo, es que sirve para bien poco, porque institucionalmente sirve, precisamente, para mucho. Si visitamos a Ivan Ilich y a sus apuntes sobre la escuela o al propio Durkheim o a ese gran colega que fue y sigue siendo Miguelito Bakunin o, retornando pretéritas actualidades, a aquellos movimientos para la renovación pedagógica, vemos que la escuela servía, funcional y fundamentalmente, para dejar las cosas tal y como estaban (no olvido a Ferrer y Guardia !! ), o sea, atadas y bien atadas. No porque la escuela fuera el milagro único que se empeñaba en fabricar individuos para la Patria y la Fábrica, es decir, cosas sueltas y muy reaccionarias, que serían el pilar fundamental de un orden basado en la injusticia social, la insolidaridad, la jerarquización, el machismo y otras emanaciones que ahora diríamos tecnodemocráticas, sino porque la escuela es, dentro del orden de los poderes que nos llueven y que nos subyugan a imaginarios cada vez más difíciles de enfrentar, y será una institución fundamental más, emparentada con la tele, la publicidad, los gobiernos, los media, la configuración del territorio urbano, los centros de salud, los hiper/supermercados, el bar de la esquina, la imagen y hasta el paisaje que se ha de mirar y el condón en el que te vas a enclaustrar, y que intenta, como tal artilugio, inyectar un saber y una verdad unirraciales y unifenotipícas con todo lo que de ideologías ello conlleva. ¿Seguiría existiendo en sus versiones pública o privada o concertada, amigo Antonio, si fuera otra su finalidad; si su finalídad fuera aprender/enseñar a rechazar de plano cualquier forma de Poder y, por extensión, de someter y someterse? Pienso -y no me dejo llevar por acto de fe mecánico alguno- que no.

En el otro sentido, desde l@s que se la curran desde dentro, pues qué van a hacer, pobrecit@s, que es que no nos queda otro remedio, que peor estaríamos en los invernaderos encorvados todo el puto día, asfixiados y envenenados, o a treinta metros del suelo tropezando en un andamio o pegando palos a un olivo en mitad de esos negros escarchazos que dictan diciembres y eneros, por mil duros al día menos la barja y, encima, para que te pongas mal@ y no haya ni dios ni amo que te cotice luego para la cosa de la jubilación. Pero eso sí, ya que estamos ahí y tenemos afición, pues intentamos hacerlo del mejor modo: leemos, nos preocupamos, intentamos reciclarnos -que es lo actual-, madrugamos y procuramos enrollamos con l@s chaval@s que, a fin de cuentas, tienen la misma culpa que nosotr@s de que eso - como dicen de Dios- exista. Y en medio, si la cosa anímica no ha tropezado con la astenia trimestral, pues nada, intentamos meter un chupito de antimilitarismo, otro chupito de género, un empujoncito de educación para la paz, una brechita de ecologismo, un viajecito, unas gotitas de pasión por la lectura y, de vez en cuando, alguna discreta muesca sobre lo bien que le sienta a un@ ser irreverente ante este neoliberalismo en el que persona, libertad y ética son el eslabón "débil' y susceptible de ser obviado y descerrajado.

Y así, l@s que nos consideramos abiert@s, flexibles, antiautoritari@s y un poco hij@s de la anarquía. Porque cada vez menos son las dudas que nos van quedando sobre el carácter del servicio que prestamos y mira que, de vez en cuando, le ponemos pasión, música, alborozo, ganas..., pues hemos de reconocer que, aunque se trate de una institución, también la Escuela goza quizás por ello mismo de ciertos espacios en blanco, de ciertas autonomías, de ciertas brechas y rendijas por las que colar experiencias y territorios discursivos sumamente realistas, solidarios y hasta revolucionarios, pero nomás si atendernos a los contenidos estructurales de su forma y de su fondo. Entonces, a pesar del posibilísimo mágico con que tales espacios autónomos y sus nichos ecológicos nos empujan a la seducción y al colaboracionismo, a la inmersión experimentalista, seguirnos vislumbrando la esencialidad de la Escuela: la formación, la represión instintiva de la libertad, el sesgo cualitativo, así como la íntroyectación de unos valores (Imagen-Socíedad-Cultura-Escuela se solidarizan al respecto y se complementan) que por mucho que se bifurquen siguen resultando como muy unidireccionales, tremendamente heterónomos y sospechosamente inmutables.

En cuanto a l@s amig@s de Paideia, pienso que nadie tiene que defenderl@s, que bastante tienen ya con ese estar aguantando cada día: pues que, partiendo de la otredad escolar, intentan darle forma, invirtiendo herramientas, transformando relaciones, a lo que otr@s llevamos dentro, sin tapujos y sin heroísmos, sobre todo sin perfecciones, que lo perfecto tiende demasiado a arrugarse y a morirse, antes de nacer, entre las manos.

En fin, compañero, este es mí punto de vista sobre el artículo del amigo García Olivo del que hablas y sobre tu misiva al CNT. Sólo te diré que una sonrisa a tiempo puede tornar algo en pura insolencia, y a veces, muchas veces, no nos queda más que eso para intentar darle la vuelta a los cuentos que nos cuentan desde la Escuela, desde el INEM, desde la Sanidad, desde el INSS, desde la Universidad, desde el Político y la Policía, desde el Liberado, desde la Secretaría de un Juzgado y el Juzgado, desde la Tirita, desde el Libro y hasta desde el Vaticano; que todo es lo mismo y emana de Mercado, Dios y Estado. Pero mientras si nos dejan y nos dejarnos, vamos a seguir pensando en la escuela de la anarquía. Pero eso sí. sin posibilísimos, aunque sean básicos.