EDITORIAL

EL FUTURO QUE NOS ESPERA

SP del Comité Nacional

 

El gobierno, casi todos los partidos, la Iglesia católica, empresarios y sindicatos de Irlanda sufrieron un serio fracaso en el referéndum para la ratificación en Irlanda del Tratado de Niza de la Unión Europea. A los irlandeses sí les han consultado, (a los demás, no, por si acaso) y como ningún gobierno pierde un referéndum, de ahí la sorpresa. Ahora el gobierno irlandés proyecta repetir la consulta en 2002, pero, claro, antes de convocar ese nuevo referéndum, trata de descifrar el mensaje del electorado al que se le deslegitimiza por su exigua participación (un 34,79%). Se ha afirmado que los irlandeses ni siquiera conocen el Tratado de Niza, ¡como si los españoles lo conocieran o estuvieran de acuerdo!

Dicho tratado entrará en vigor al final de 2002; aunque alguno de los grupos contrarios a la ratificación quiere que se especifique claramente que Irlanda no participará en el Ejército europeo (ni tropas, ni financiación), en la calle se vive al margen de lo sucedido. Parece que el resultado se debió, más que a la defensa de la neutralidad, al temor de perder poder en la UE.

Desde su incorporación a la UE, hace treinta años ha recibido ayudas y fondos estructurales por valor de 22 billones de libras irlandesas que han transformado a uno de los países más pobres, en uno de pleno empleo y crecimiento anual del 9%.

La renegociación del Tratado de Niza parece imposible, pues comprometería el proceso de ampliación al Este, de modo que lo más viable será sacar a Irlanda del Ejército de Despliegue Rápido. Es decir, se añadirá una enmienda al tratado que no toque la ampliación a los países del Este y se convocará una segunda consulta que será ganada por el gobierno y los poderes fácticos, con toda seguridad.

Claro está que todo esto ha sorprendido a los políticos de la UE, pero la próxima vez, no fallarán: "Europa" se está ¿construyendo? por decisiones de los gobiernos, y el nuestro está mudo ante el ejemplo irlandés. Tendría que sorprendernos el no ser más beligerantes contra este Tratado que perjudica a los países receptores de fondos y que no incrementan mercado con la ampliación, pues los futuros destinatarios de las ayudas serán los nuevos miembros y, por otro lado, por ser únicamente mercado para las potencias de la Europa Occidental como Alemania. Ahora, eso sí, estamos muy orgullosos de que nos dejen participar en los aspectos militares.

A los trabajadores y trabajadoras españoles nos pasa un poco lo mismo que a muchos irlandeses, creemos que estos tratados no van con nosotros, pero en el día a día ya estamos notando sus consecuencias. El Gobierno del PP está haciendo "trampas" para simular que alcanza los objetivos de Maastricht. Esas trampas se basan en el maquillado de cifras, en las privatizaciones de empresas y bienes públicos, en el descenso de las aportaciones a los sistemas de protección social, en la "flexibilización" del mercado laboral, en las inyecciones económicas de la UE y en la coyuntura favorable de un ciclo económico que se cierra.

Con todas esas trampas y ayudas, el desempleo sigue en un 18% y se han desmantelado áreas productivas que, dadas las condiciones impuestas por los tratados, jamás se van a regenerar.

Se acabará el empleo generado por las inversiones de los fondos estructurales y, además, con la libre circulación de trabajadores en la UE, los trabajadores y trabajadoras autóctonos, con inadecuada cualificación (por exceso o por defecto) para los puestos disponibles (en los niveles 2 y 3 de la UE) serán desplazados por contingentes de la UE de los países próximos a ingresar, dado que la Formación Profesional Reglada en España no ha conseguido convencer a los jóvenes como opción o no se ha desarrollado a tiempo.

Y es que estamos viviendo un tránsito doble que nos está mareando: de España a Europa y de economía mixta a economía de mercado químicamente pura, cuando la primera casi no la hemos probado. Llegamos tarde a la sociedad del bienestar y tras los pelotazos de algunos vienen las vacas flacas para los de siempre.

Para que todas estas transformaciones sean incruentas se necesita el acuerdo de los "interlocutores válidos", de los "agentes sociales", entre los que se cuentan los burosindicatos.

El sistema sostiene a los burosindicatos pagando sus favores con toda clase de ventajas milmillonarias y utilizando como excusa un sistema de representación basado en las elecciones sindicales.

En el periodo que culminó en 1999, CCOO y UGT se hicieron con el 75% de los delegados sindicales, el resto, casi se debe a los sindicatos nacionalistas que se mantienen, pero no avanzan. Las alternativas al sistema dentro del sistema tienen una representación cada vez más minoritaria en el conjunto, ya que las reglas se han hecho para los grandes que puedan resultar útiles.

Dicho esto no debemos deducir que CCOO y UGT representen a la mayoría de los trabajadores y trabajadoras del país, pues no resulta fácil descubrir cuántos trabajadores y trabajadoras han votado realmente. Para empezar, ninguno de los sindicatos que se presentan indican esas cifras ¡qué casualidad!. Tampoco se indican por sectores. Aportar dichos datos sería poner en evidencia la situación actual: Además de que la abstención es creciente, disminuye el número de empresas y el número de trabajadores y trabajadoras que están en condiciones de elegir un comité de empresa, las razones las encontramos en la precariedad y en la falta de capacidad de maniobra de los comités "honrados" ante las ejecutivas sindicales y la falta de credibilidad de los mismos por su trayectoria.

Según el ejemplo irlandés, la escasa participación deslegitimaría el resultado.

Habría que añadir que la representatividad establecida de forma parlamentaria es un fórmula antisindical que acaba con la implicación efectiva del colectivo. De lo que se siembra, se recoge. A este paso votarán sólo los funcionarios, siempre que no hayan sido privatizados y los residuos de aquellas grandes fábricas en retroceso, frente a las subcontrataciones y ETTs

Hay otra consecuencia de esta situación y es la edad de los potenciales votantes, de los delegados y de los afiliados a estos sindicatos: no hay renovación.

Dicho de otro modo, a esas instituciones sindicales las otras instituciones les regalan lo preciso para sostenerse holgadamente con la excusas ya sabidas.

La CNT tuvo que pagar un alto precio durante varios años al negarse a participar en esa farsa, pero el futuro ya se toca con las manos y ese modelo sindical sostenido por el poder y la patronal, paradigma del "realismo y pragmatismo" ya no se sostiene en el mundo laboral real.

Hemos retornado a una situación del siglo XIX preguntándonos si el sindicalismo tiene futuro en el siglo XXI . Ese sindicalismo institucional tendrá la vida que le quieran dar desde los palacios, pero el anarcosindicalismo encuentra en esta situación las condiciones favorables para el desarrollo de sus estrategias: en el mundo real, la CNT está incrementando su afiliación y está cosechando éxitos hace unos años impensables y es que la clase trabajadora puede que esté desentrenada, pero la patronal de la precariedad lo está más y se sorprende ante el sindicalismo directo de la CNT, sin poder chantajearle.

En el análisis sobre el estancamiento de la representatividad sindical en España, los participantes en el sistema de elecciones obvian comentar su reiterado fracaso a la hora de penetrar en el ámbito de las pymes (pequeñas y medianas empresas), que son la inmensa mayoría de las mismas.

Cuando los trabajadores y trabajadoras de la CNT se opusieron a las elecciones sindicales quizás no imaginaban que la realidad, 25 años después, sería tan descarada. Los burosindicatos no se interesan por los trabajadores y trabajadoras que no pueden o no votan en las elecciones sindicales, pero éstos son ya la mayoría, esa es una razón más para pensar que el modelo está agotado.

Tampoco suponían que siendo un sindicato con historia, en el siglo XXI tendría la afiliación con la media de edad más joven de todo el panorama sindical y que ello formaría parte de ese futuro tan convulso que nos dibujan las dinámicas europeas y globales.

Tenemos los principios, tenemos la finalidad, tenemos la estrategia, tenemos la mano de obra, tenemos la idea y tenemos un panorama socioeconómico bien sombrío, así que tenemos mucho trabajo por delante, para conseguir el respaldo de ser una herramienta útil y exacta. La CNT no es una organización de vanguardia, demostrar que su modelo es efectivo hoy, resulta esencial para el futuro que nos espera.