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Cine

 

 

Julie Andrews y la democracia con clase

Germinal

Las calores han llegado y, como los pueblos de los temporeros que acuden a las zonas costeras turísticas, las carteleras cinematográficas se vacían. Los cines de verano, subvencionados y con pretensiones culturales, se vuelven a abrir. También, a este comentarista le invade la galbana y le bajan sus defensas. No tiene otra explicación que, una noche de esta canícula ya camino de fenecer, los días cada vez son más cortos, aunque todavía no nos demos cuenta, me sentara en una silla de plástico blanco, con un tercio en la mano, para asistir al reencuentro con unos de los fantasmas que poblaron mi infancia: Julia Elizabeth Wells, más conocida por Julie Andrews.

Nunca he podido olvidar aquellas noches de escalofríos recordando a la bruja buena Mary Poppins y la intrínseca maldad del banquero que, como suele ser normal, intentaba escamotear al pequeño el p que tenía destinado a la viejecita que vendía maíz para las palomas; ni las terribles dudas sobre quien era más perverso, la novia del papá de los Trapp que castigaba a la joven novicia o los agentes de la Gestapo, sospechosamente parecidos a quienes entraban y salían de la comisaría, cercana al domicilio familiar, de la pequeña ciudad de provincia en la que pasé mi infancia.

Cierto es que aquellos recuerdos se fueron refugiando en algún lugar del hipotálamo. Durante años, solían reaparecer en navidades. Fechas en las que alguna cadena televisiva echa cualquiera de esas películas para poner un poco de paz en las tensiones que acompañan esos días. El fantasma se me volvió a aparecer, en todo su esplendor, aunque de forma fugaz, durante los años ochenta. Cuando con su marido, Blake Edwards, rodó Victor o Victoria (1982). Una atrevida incursión al mundo del transformismo. Aunque tampoco en esta ocasión, a pesar de lo que ella misma dijera en su momento, pareciera que cualquiera de los dos, como sus antecesores Popins o María, fuera capaz, no ya de tener un orgasmo, sino de ser usuario, siquiera, de uno de los mayestáticos retretes de la Alhambra granadina.

Después el silencio. Mutismo del que salió hace tres años, cuando las páginas de los periódicos nos avisaron de que un doctor Mabuse cualquiera interviniendo en sus cuerdas vocales las había dejado inservibles. Ese Moreau de pacotilla nos privaba del futuro placer de oír nuevas versiones de aquellos clásicos infantiles. Pero Julie es persona de recursos. No ha olvidado que nació, allá por octubre de 1935, en el posh Surrey, aunque pronto se fuera a la reconquista de la ex-colonia norteamericana. Así que no es de extrañar que vuelva a encandilarnos con su evanescente presencia en esta Gente con clase de Eric Styles. Ya no es ni Mary, ni María. Ahora es una aristócrata que reparte bondades y arregla entuertos al enterarse la familia que el heredero del título -nada más que conde o duque, o algo así- va a casarse con una actriz de cine. ¡Yanqui para más inri!

En 1999, la reina Isabel II del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte, la había nombrado "dama". Así que nada mejor que, como toda buena actriz, llevar a la pantalla la realidad. Aunque, el plano largo que acompaña su elegante andar para recibir a los invitados, parezca más bien de pato que de pavo real. Pero esos son minucias en una sociedad democrática que piensa que ¿por qué no puede ser uno de sus propi@s más cercan@s el elegido para incorporarse a esa gente con clase, o incluso, a sus más altos rangos, como las casas reales? ¿No lo va a hacer pronto la hija de un ministro de un gobierno dictatorial? Ilusiones, sueños de noches de verano. Como que Julie Andrews sea una aristócrata.

Dirección: Eric Styles.
País:
Reino Unido.
Año: 2000.
Duración: 87 min.
Interpretación: Julie Andrews (Felicity), Edward Atterton (Nigel), William Baldwin (Don Lucas), Colin Firth (Peter), Stephen Fry (Crestwell), Sophie Thompson (Moxie), Jeanne Tripplehorn (Miranda Frayle), Stephanie Beacham (Elizabeth), Gaye Brown (lady Hayling), Anwen Carlisle (Alice), Kathryn Dimery (sra. Crane).
Guión: Paul Rattigan y Michael Walker; basado en la obra de Noel Coward.
Producción: Christopher Milburn.
Producción asociada: Paul Rattigan y Michael Walker.
Música: John Debney.
Fotografía:
Jimmy Dibling.
Montaje: Caroline Limmer.
Diseño de producción: Humphrey Jaeger.
Dirección artística: Kate Evenden.
Vestuario: Nic Ede.