Nos seguimos robando el fuego

(o Prometeo hace un fanzine)

"Yo, como Don Quijote, me invento pasiones para ejercitarme" Voltaire

Prometeo, según la mitología griega, fue castigado por Zeus debido a su amor a los hombres. Encadenado con cables de acero en el Cáucaso y martirizado por un águila que le devoraba el hígado, el hijo de titán expiaba haber robado a los dioses el secreto del fuego para revelarlo a los humanos. El fuego ilumina sombras, ablanda alimentos y alarga, a pesar del acecho de la luna, los días. Se convierte así en el primer instrumento con el que el hombre trasciende de la tiranía de los elementos (lluvia, noche, frío...) que limitan su existencia. De las paredes de cavernas a los pergaminos, la difusión del saber de generación en generación es una versión moderna del mito prometeico que alcanza su clímax con la invención de la imprenta. Los cancerberos también bajan de las alturas, y desde la cofradía eclesiástica convierten los primeros libros en privilegios para elegidos -recordemos que es precisamente La Biblia el primer fruto del aparato de Gütemberg-. La obra de Sor Juana Inés de la Cruz representa un hurto del fuego de la palabra -y por tanto del conocimiento-, que luego se repetirá de manera herética con la Ilustración, el racionalismo y el verbo desacralizador plasmado por Descartes, Copérnico y Galileo.

La máquina de vapor y el furor industrial masifican la palabra impresa para el consumo de la incipiente clase proletaria, pero lejos de revelar los secretos de su combustión la convierten en arcilla de la división del trabajo, de la especialización de las profesiones y de la dominación del hombre por el hombre. No es fortuito que, como productos del mercado, una sociedad fundada sobre los supuestos del consumo origine para el grueso de su población la literatura de folletín y del panfleto, de uso rápido y digestión mecánica; reservando en tanto, el saber problematizador y liberador, la literatura compleja y reveladora de las posibilidades de lo humano, casi en exclusiva para los menos. Estos, por su posición privilegiada en la sociedad podían permitirse el paso por los circuitos educativos, excepciones sustentadas por la esclavitud de la masa analfabeta.

No era la palabra en sí, sino su uso y los medios para difundirla de lo que había que reapropiarse para permitir el eterno retorno del mito. Los periódicos y publicaciones de los sindicatos obreros revolucionarios de finales del siglo XIX, fueron el inicio del verbo y los adjetivos hechos trinchera. Las sociedades obreras de ayuda mutua devenidas a principios del siglo XX en organizaciones anarcosindicalistas, fueron el mejor ejemplo de la certeza de una formación, a través del texto impreso, de vocación autodidacta y que labrara personas capaces de pensar por si mismas para superar unas instituciones sociales que restringían su realización. La distribución de periódicos de agitación revelaba la presencia de un anarquista, y su biblioteca confesaba el sitio dónde vivía, amaba y conspiraba con la complicidad de la noche. En la Guerra Civil Española de 1936, la anarquista Confederación Nacional del Trabajo (CNT) representaba el bastión fundamental del enfrentamiento al levantamiento fascista de Francisco Franco. Años de paciente y laboriosa distribución de diarios y semanarios libertarios por toda la península ibérica, mostraba en la decidida respuesta obrera a la intentona militar sus frutos. Durante los días álgidos del enfrentamiento, el sindicato mostró la capacidad del ciudadano común en generar y gestionar sus propios canales de comunicación: rotativos como "Fragua Social" o "Solidaridad Obrera" pasaron a editarse diariamente.

30 años más tarde, la irrupción de la contracultura como forma de contestación a la oficial profundizó el enfrentamiento de la palabra contra sus mercenarios. La norteamericana, en especial, fue la partera del periodismo underground, que buscaba distanciarse años luz en presentación y contenido de los periódicos establecidos o del "overground". The Village Óbice, editado en Greenwich Village -Nueva York-, inauguró en octubre de 1955 la reacción contra "los diarios escritos por damitas con gatos" y distribuyó sus mil ejemplares directamente en las calles de mano-en-mano. Estas publicaciones revolucionaron el mundo del periodismo por su desenfado, completa libertad de expresión, adhesión a ideologías determinadas y la agresividad y estética en la que eran presentadas. Lo que pasó a conocerse como "Nuevo periodismo" -reportajes, testimonios e investigaciones con enfoques y lenguaje distinto al periodismo de antaño- tuvo en estos periódicos su mejor espacio de experimentación. La clara toma de partido, o suerte de periodismo "militante", también socavó la noción del periodismo "objetivo". Los textos escritos en primera persona por quien es partícipe o simpatizante de los acontecimientos, ratificaban que la pretendida "objetividad" periodística es una quimera. La interpretación de los hechos sociales depende de la situación en la que se encuentre el observador, de su historia particular y personal, de sus valores, sus intenciones con el uso de la palabra -tensión o mantenimiento del status quo- y su posición en la pirámide-mundo. Asimismo iniciaron el ataque pertinaz contra los grandes periódicos, instituciones babilónicas compendios de los intereses de las diversas manifestaciones del Poder y su interés por la perpetuación del "orden".

Pero si la imprenta fue el inicio de la masificación del texto impreso, la fotocopiadora es el comienzo de su individualización. La aparición de los primeros modelos de la Xerox permitía tirajes limitados de revistas hechas artesanalmente. El fanzine, abreviatura inglesa de "revista de fanático", era la respuesta de quienes no conseguían en el kiosco de la esquina una publicación que los satisfaciera, que se pareciera a sí mismos. La autogestión propagada por el anarquismo muta en la actitud punk "Hazlo tu mismo", y encuentra en estas hojas fotocopiadas y engrapadas de venta en los recitales de grupos musicales y lugares de encuentro, su mejor manera de difusión. Fanzines existen de todas las tendencias, estilos de vida y propuestas políticas y culturales. Fue el inicio de la ruptura de una comunicación destinada "a las masas", con otra de carácter selectivo y segmentada. Sus bajos costos, espontaneidad, irregularidad y realización por infinidad de editores la alejaban del control de la autoridad. La confiscación de la imprenta off-set, que por su características físicas era de relativa fácil ubicación, era el blanco preferido de las fuerzas policiales en los allanamientos de sindicatos. Tal obstrucción se imposibilitaba con una máquina más compacta y económica que se popularizaba y ofertaba sus servicios en infinidad de establecimientos. Lo efímero de la existencia de un fanzine y las tiradas limitadas representan una restricción de la difusión de este tipo de publicaciones, pero a su vez, representan un valor por sí mismos. Un editor de fanzines responde a una profunda vocación comunicacional, y cuando ésta se agota, simplemente deja de responder al llamado de su pasión por el lenguaje impreso. Sin compromisos con anunciantes o la necesidad creada en una masa lectora estática, se niega de plano a extender más allá del terreno del placer el tiempo de vida de su creación editorial. La mecanización del oficio o la supeditación de la calidad por la cantidad no encuentran aquí terreno fértil. Un fanzine se hace por el gusto de su elaboración, disfrute que desdibuja las fronteras entre trabajo y vida, esquizofrenia sobre la que se funda la sociedad actual.

La búsqueda por una comunicación sin mediadores, que refleje fielmente nuestro mundo interior, tiene actualmente en la pagina web su más refinada expresión. Cualquiera puede poner en la internet, con costos que van de lo exorbitante a lo ridículo, un website con sus delirios particulares que pueda ser accesado por cualquier surfista virtual del mundo. La esencia del fanzine, por tanto, se traduce a kilobytes de memoria universalizados. Pero, mientras las tecnologías no logran ponerse a disposición de las vastas mayorías excluidas del planeta, el fanzine como comunicación singularizante gozará de buena salud. Además, ninguna computadora reemplazará el bouquet de la tinta sobre el papel y el formato amable y portátil de libros y revistas. Con agudeza se argumenta que la profusión de información, el exceso de datos y relatos, desemboca en la comprometida indiferencia de la sociedad actual. Nuestra apuesta es que la personalización del proceso comunicativo, la comprensión de sus dinámicas y la responsabilización individual por su democratización, sea una posibilidad escrita en mayúsculas: que la vocación y la pasión sean el cemento de las estructuras que permitan todas las posibilidades y todas las realizaciones. La libertad. El terrorismo poético del fanzine Hakim Bey, apodo del barbudo norteamericano autor del libro "Zona Temporalmente Autónoma", de gran influencia en el anarquismo de hoy, ha sustraído la "magia" de su dimensión sobrenatural. Junto a la casualidad, ha hecho de ambas nociones conceptos inherentes a la capacidad humana de recrear permanentemente el mundo por el que transita. La "normalidad" de una rutina que seca nuestra alma y la funde en el horno de la resignación, se transgrede con una premeditada suma de acontecimientos excepcionales que nos inducirán reductivamente a querer vivirlos permanentemente. Bey mismo nos lo ejemplifica en su texto Terrorismo poético: "Elige a alguien al azar y convéncele de ser el heredero de una inmensa, inútil y asombrosa fortuna -digamos 5.000 hectáreas de Antártida, o un viejo elefante de circo, o un orfanato en Bombay, o una colección de manuscritos alquímicos-. Al final terminará por darse cuenta de que, por unos momentos, ha creído en algo extraordinario, y se verá quizás conducido a buscar como resultado una forma más intensa de existencia".

La palabra escrita es el terreno de mediación entre la palabra dicha -el habla- y la acción del cada día. En este espacio personal de reflexión podemos permitirnos la invención de universos maravillosos fantaseados desde visiones y personalidades múltiples. Y si esto que conocemos como realidad no es sino la materialización social de creaciones humanas devenidas en costumbre, ¿no es la ficción y la certidumbre dos momentos de una trayectoria posible por la voluntad de los mortales? Aquí reside la longevidad de las utopías. A medida que progresamos, se siguen mostrando al final del horizonte, motivándonos el avanzar perpetuamente hacia ellas de la misma manera que la luna nos perseguía de niñ@s a todas partes. A comienzos del siglo XX los obreros pasaban en la fábrica entre 12 y 16 horas diarias. Los visionarios que consideraron prudente sólo una jornada de 8 horas eran vistos con incredulidad, la misma que cosechan quienes hoy se oponen al FMI y la Organización Mundial de Comercio. Pero aquel contexto imponía una forma en que las cosas presumían ser normales, apremio que fue trastocado por la acción (y también lamentablemente por muchas víctimas, como "Los Mártires de Chicago") de la voluntad de hombres y mujeres contagiados por la idea a la que alguien dio forma primigenia sobre papel. La mejor manera de vulnerar nuestro amasijo de usos y costumbres es conocer realidades ajenas a las nuestras. Esto lo han descubierto los viajeros, en especial, aquellos que saben que para hacerlo no necesitan grandes cantidades de dinero ni fidelidad a ninguna agencia de viaje. Jaume Bartrolí ha dicho con mucha propiedad que "un viajero es un soñador que sueña despierto". Esa sucesión de paisajes, hechos y gentes de dialecto extraño es irreal porque no pertenecen a nuestro mundo. Entre ellos transitamos con la fascinación de quien se ve pasear en sueños sin poderse guiar a voluntad. Al volver, se percibe nuestra realidad originaria como una suma de relativos, que podrían muy bien ser de otra manera. Las certezas de antaño se tiñen de duda, desnudándose como un gran signo de interrogación ante nuestros ojos. La duda nos impulsará a la creación, descifrando nuevas respuestas a nuevas preguntas. Al ser creativos producimos un fenómeno en el que dejamos de reaccionar por reflejos aprendidos, generando una nueva realidad fruto de la liberación de los esquemas al que nos hemos habituado. ¡Trastoca la dictadura de lo cotidiano! Prueba a dar una excursión por esa calle que has recorrido cientos de veces, pero esta vez, con ojos de extranjero y actitud de explorador. Sin premuras y siendo detallista, podrás aprehender los secretos del paisaje de todos los días: la imagen de lo fugaz, la simbiosis entre lo natural y lo artificial, la singularidad de los instantes... Una sociedad fundada sobre la competencia y la desconfianza enseña que la ingenuidad -ese talante con que de niño/as abordábamos la vida- es un defecto. Pero sólo con ella podremos observar, otra vez, gigantes en dónde creíamos ver molinos de viento.

Tal actitud tiene en el vocabulario un campo vasto para la experimentación. Y reconociendo la finitud de la existencia, la espera por diferentes formas de relacionarnos con nuestro mundo interior y el de los demás se colorea de impaciencia tormentosa. La necesidad de vida intensa desemboca en vocación tal como la define el argentino Ernesto Sábato: en algo de lo que, si no se hace, sobreviene una pena de muerte personal. Cuando el mundo nuevo rebose nuestros corazones y choque contra las instituciones que impiden su realización (Estado, ejército, mercado...), como una revelación, sabremos que fracturarlas es el siguiente llamado de los dioses del Olimpo.

El terrorista poético es un estafador cuyo objetivo no es el dinero sino el cambio, cuyas acciones deben transformar -por segundos o permanentemente- la vida de alguien. En el océano de concreto de la ciudad, lanzar mensajes embotellados puede revelar a cualquiera de sus náufragos las propiedades eléctricas de las palabras. Hakim Bey sólo ejemplifica algunas posibilidades: "poemas garabateados en los baños del juzgado, pequeños fetiches abandonados en parques y restaurantes, arte en fotocopias bajo el limpiaparabrisas de autos estacionados, consignas en grandes caracteres pegadas por las paredes de los patios de recreo, cartas anónimas enviadas a destinatarios conocidos o al azar..." En la antigüedad se creía que la vida de cada uno/a estaba escrita de antemano en los libros de la biblioteca celestial. Hoy sabemos que cada uno re-escribe, diaria y permanentemente, su propia historia con sus acciones y omisiones.

La intención de lograr una comunicación de múltiples formas y sin mediaciones con los demás nos hace cómplices de aquel hurto a Zeus -y si la propiedad es un robo, contamos de antemano con los cien años de perdón-. El botín último, imprescindible y sublime, será el mantener encendidas las brasas que crujen dentro de nuestros pechos.

Rafael Uzcátegui (Venezuela)