Grupo de Arte Willka

"El Sol en aymara"

 

... Si los trabajadores emplean las agotadoras huelgas de hambre, crucifixiones, marchas, bloqueos, etc., nosotros los artistas, cansados de tanto discurso, actuamos con los pinceles, las brochas y las manos, que manchadas de colores, se convierten en especie de wipalas (bandera de los pueblos indígenas) que gritan rebeldía.

Estamos pintando en todas partes ideas, pensamientos, con el objeto de crear conciencia. Pienso que estamos llegando al pueblo, por los resultados y el apoyo de la misma gente, que ve materializada su protesta en los muros.

La policía nos hace un gran favor encerrándonos y dándonos la oportunidad de tener espacio en la prensa para poder decir ciertas verdades.

Fuimos famosos por unos días por denuncias de la bendita iglesia que de forma muy cortés y cristiana nos mandó la policía, pero fue beneficioso el delito: pintar un lateral de la iglesia de San Francisco en Cochabamba.

 

Manifiesto por la libertad y trascendencia del arte.

Golpe tras golpe gritaban las piedras, lanzando alaridos guardados en sus vientres fértiles de esta tierra nutrida con sangre, forjando la rebelión de las montañas, el viento se hace eco de sus consignas y con tempestades desplaza los colores, formas y sonidos de miles de polleras que bailan al son de los cantos de libertad, con tejidos que se entrelazan buscando formas de expresión...

Es aquí donde decidimos tomar como arma de lucha al arte", pues creemos que este es el instrumento ideal para la concienciación de las grandes mayorías, que por una suerte de elitización de la actividad artística se vieron relegados a un plano inferior sin derecho a la misma, convirtiendo al arte en expresión de la burguesía, por lo tanto expresión falseada de la realidad y ajena a la coyuntura actual.

A lo largo de la historia nos damos cuenta de que las expresiones creativas de cada cultura responden al momento histórico en que han sido concebidas, no es sino gracias a la arquitectura, la escultura, la música, las cerámicas, los tejidos, etc. Como ahora podemos entender, por ejemplo, cómo vivían nuestras culturas originarias, o cómo con la inserción abusiva del coloniaje español se introdujeron cultos y creencias al margen de la realidad en que se vivía, pasando por el dominio absoluto de la Iglesia que condicionaba la producción creativa e intelectual. Es probable que el arte haya tenido que esperar hasta el siglo XX para lograr la independencia ideológica y plástica que con la llegada de las vanguardias se produjo, pero, a la vez, vino también la profunda separación del artista con relación a la sociedad, ya que se convirtió en producto sólo para los intelectuales capaces de entender y descifrar las producciones de ese tiempo. Pero un movimiento diferente se gestaba a la vez, el muralismo mexicano supo enfrentar e imponer un estilo propio que, plenamente identificado con su cultura, asumió la defensa e identidad de su pueblo, principios que no se dejaron esperar en el resto del continente ya que "Migue Alandia Pantoja", "Walter Solon Romero", "Oswaldo Guayasamín" y ya antes, por iniciativa propia, "Cecilio Gusman de Rojas" recogen y convierten en testimonio vivo la identidad del arte nacional que no dejaba resquicio a la duda, con un rostro concreto y personalidad que no vanamente fue inmortalizada por la memoria nacional.

Es necesario establecer que la cultura no está limitada a las cuatro paredes de un salón, ni es propiedad de los intelectuales con la supuesta capacidad de entenderla y crearla, sino que es más bien el resultado de una forma de vida, con una visión de la realidad propia donde intervienen todos sus protagonistas, es decir la sociedad en su conjunto, y, al estar ésta en constante evolución y cambio, la cultura se torna evolutiva y dinámica, originado tradiciones, costumbres, formas de dialecto y toda producción material, espiritual e intelectual que un grupo social pueda llegar a crea. Así se incorporan elementos que se convierten en propios, que distinguen y diferencian una cultura de otra, dotándole de personalidad y carácter, es decir se impone el sello de la identidad, donde la sociedad se entiende y se refleja en sus mas íntimas expresiones.

Al ser la cultura la génesis de la producción humana, el arte no está al margen de este proceso, por ser parte de la producción intelectual y espiritual del hombre. No podemos quedarnos con el concepto ordinario de que "el arte es sólo la expresión de la belleza". Antes tendríamos que entender que la belleza es un concepto relativo que varía de cultura a cultura, pero la lamentable imposición cultural ha determinado que lo bello está íntimamente ligado a la cultura occidental, menospreciando y desvalorizando la nuestra. El arte es el proceso intelectual-espiritual que se materializa a través de la obra creativa, siendo éste el canal de expresión que el artista utiliza para "comunicarse", expresiones que pasan desde lo más íntimo del hombre, hasta la expresión de todo un grupo social, pues el artista al ser un sujeto individual, también será reconocido como sujeto colectivo intérprete y receptor del lugar donde vive.

Estas variables dan pie a distintas concepciones del arte, pero podemos generalizarlas en dos tipos: "arte popular-colectivo y arte individual", el primero está dentro del marco de lo comunitario, son manifestaciones de un grupo social con autoría más bien colectiva, expresadas en danzas, tejidos, leyendas, etc. Y la segunda está dirigida a la producción individual, que cuenta con un autor definido y autónomo, que no tiene por qué ser de mayor jerarquía o calidad que la anterior; pues ambas son parte de la cultura y., si nos definimos como defensores de ésta, démosle el mismo tratamiento a toda producción intelectual –espiritual del hombre.

La sociedad actual influenciada por una cultura occidental esnobista y superficial, actúa con indiferencia frente al avasallamiento intelectual, económico y cultural al que nos vemos sometidos, la economía mundial manejada por los organismos internacionales incide de forma negativa en los países subdesarrollados pues sólo favorece a las potenciados y con capacidad de inversión, ya que el sistema está diseñado para ellos y no par las masas proletarias, campesinas y desempleadas que deben llevar en sus espaldas el peso de la incapacidad y el mal manejo de sus recursos.

Ahora que vivimos en un mundo "neoliberal y globalizado" donde la apertura de mercados da pie a un supuesto reconocimiento y respeto de nuestras culturas en el resto del mundo, nos preguntamos: ¿dónde está la llamada interculturalidad?, ¿será que hay un equilibrio en la exportación de identidades con su debido respeto y análisis?, o es un pretexto para el crecimiento de las transnacionales que sin ningún tipo de respeto levanta imponentes sus edificaciones para hacer notar su potencial económico?, ¿es acaso que nuestros países no tienen el suficiente potencial cultural para ser explotado y respetado?. Sabemos que sí lo tienen, por que somos parte de ello, pero el increíble atraso económico al que nos vemos sometidos repercute visiblemente en el proceso de interculturalidad.

Frente a esta pobre realidad ¿cuál es el papel que debe tomar la sociedad en su conjunto?, qué rol debe jugar el artista en la sociedad?, ¿acaso no somos parte de ella, por lo tanto también responsables de llevar adelante y hacer conocer nuestras culturas en el resto del mundo?. Lamentablemente, las respuestas son vagas, las instituciones llamadas culturales hacen poco o nada para la defensa de nuestra identidad cultural, apoyando sólo a un sector de supuesta jerarquía y trascendencia, dejando de lado a los sectores mayoritarios de la cultura sobredimensionando de esta forma al artista, que se ha convertido en un ente desarraigado de la realidad, ajeno a los problemas de su tiempo, siendo el reflejo de la sociedad indiferente en la que nos encontramos. No se trata de pintar sólo paisajes campestres, o escribir canciones con líricas superfluas en busca de un éxito momentáneo, ni mucho menos apropiarse indebidamente de elementos formales propios de nuestras culturas. Todo esto encasilla al arte en simple cliché de la belleza. Lo que se busca es un firme propósito de identidad y compromiso. El artista debe reflejar su tiempo, sin imposiciones conservando su postura crítica y visión analítica de su contexto y vivencia, no es una postura purista sino la búsqueda de equilibrio entre nuestra identidad y el nuevo orden que buscamos.

¡Dejemos ya de lado la pintura decorativa, la música fácil, la literatura comestible! Que lo único que hace es elitizar y sobredimensionar al artista, quitándole su rol más importante, que es interpretar la verdad y no caer en simple objeto mercantil de entretenimiento y diversión.

En este contexto, creemos que la labor del artista en su sociedad es fundamental, pues, al constituirse en explorador de su mundo interior y sintetizador de la realidad, se abrirán canales donde la sociedad no solo se hará conocedora de la óptica personal del artista, si no que también podrá identificarse en sus aspiraciones de clase.

Estamos convencidos de que las expresiones creativas de nuestro tiempo tienen que dejar de lado los esquemas impuestos por el mercado, que condiciona los gustos y los pensamientos de una sociedad cada vez más indiferente e individualista, donde no se vive si no que se subsiste vegetando y bajo este condicionante, nos preguntamos ¿dónde queda la autonomía expresiva de la sociedad y el arte?, ¿no deberíamos enfrentar la realidad en vez de entregarnos? ¿no deberíamos decir lo que realmente pensamos, sin importar lo que los demás quieren escuchar, ver, o sentir?

Por todo esto, el arte, además de ser instrumento de expresión libre donde el artista es reconocido como sujeto individual y autónomo, también debe constituirse en un instrumento más para la lucha, la denuncia y la demanda que día a día reclamamos, pues, al ser éste un arma sutil de concienciación, se puede dar pie a la unificación de conciencias para el cambio social que tanto añoramos.

Pero nada de esto será posible si no se reconoce el principio básica de que el arte pertenece a todos los sectores de la sociedad y no solamente a un grupo privilegiado, aumentado de esta forma la ya fastidiosa producción de obras sin un contenido rescatable. Por esto planteamos la necesidad de salir a las calles, a los barrios, plazas y pueblos, para no solo dar a conocer nuestra posición frente a la realidad sino para apoyar las expresiones y manifestaciones creativas de su espacio, es decir, llegar a donde las instituciones culturales no llegan o no pretenden llegar, recuperando de esta forma el derecho a expresarnos libremente a través del arte.

Es así como creemos que el artista recuperará el verdadero rol que le asigna la sociedad, es decir, ser intérprete de ésta, reflejando sus frustraciones, aspiraciones y logros, sin dejar de lado la independencia que el artista necesita para su postura crítica, que es de vital importancia, pues al reflejar la coyuntura, la obra creativa se convertirá en documento válido para la lectura y comprensión de su tiempo.

Es tiempo ya de la revolución de conciencias que globalicen y unifiquen la lucha por el agua, la vida, el territorio, y la independencia de los pueblos.

¡Es por esto que reclamamos la acción comprometida de los artistas a través de su obra, expresando la rebeldía de los pueblos y tiñéndonos con los colores del sol de la insurrección!

 

Grupo Willka Cochabamba Bolivia.

e-mail: apujukumari@yahoo.com