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V. Méndez (Zaragoza)
M
ucho se ha escrito de la lla-
mada escisión de la CNT.
Mucho sobre las broncas y dia-
tribas internas, pero no tanto
sobre los componentes exó-
genos que contribuyeron de manera definitiva
en el proceso. Entre estas causas externas se
encuentra el mencionado interés que algunos
sectores guerristas tenían en asimilar la heren-
cia anarcosindicalista. El postulado teórico que
sustentaba dicha deriva, era una variante de la
tesis política ya ensayada en los 70' por cierta
extremo-derecha, encabezada por Martín-Villa,
y que se valió de otras herramientas que desem-
bocaron en los tristes sucesos del teatro Scala.
Lo que parece claro, es que tanto el intento de
la derechona, como el de la progresía, se fue-
ron a estrellar contra la terca realidad históri-
ca, y poco o nada lograron asimilar, si bien
consiguieron debilitar al anarcosindicalismo y
por extensión al movimiento libertario.
La escisión no pudo eliminar el devenir his-
tórico y quedó simplemente en división. CGT
se autoproclamó con la marca de la heterodo-
xia en aras de una hipotética apertura social.
Si bien esta heterodoxia era fraude, pues no
aportaba alternativa sindical o revolucionaria
innovadora y se limitaba a asumir la ortodoxia
del estado y del capital como propias: eleccio-
nes (dejación de responsabilidades), subven-
ciones (dependencia estratégica) y liberados
(clientelismo). En ningún caso aportaron mode-
los de autoorganización obrera, todo lo más,
marketing político y maquillaje de A en circu-
lo impresa en los muros de famosos comics, por
otro lado muy graciosos.
En cuanto a la hipotética apertura social,
una vez visto que CGT era incapaz de aprove-
char socialmente el ingente caudal histórico
del anarcosindicalismo, los popes de la pro-
gresía redujeron sus objetivos iniciales y se
dedicaron a concederles migajas para su nueva
función de dique de contención de tercer
orden, o como nuevo frente en la represión del
movimiento libertario, en este caso represión
sutil, dentro de cierta tradición de la cultura
burguesa de izquierdas.
Harina de otro costal fueron las circunstan-
cias sociales del momento. Todo ello y algunas
otras causas tanto externas como internas, lle-
varon a la anarcosindical a los oscuros 90'. El
poder se frotó las manos pensando haber redu-
cido al histórico antagonista a un grupo de
escolásticos minoritarios, cuando no a un mero
cliché generador de plusvalías de moda.
Pero he aquí que las circunstancias socio-
políticas cambian. Un desaforado neoliberalis-
mo sin oponentes se expande cual gas en reci-
piente, ocupando muchos de los aspectos de la
vida de las personas que antes estaban fuera
de su alcance, y llevando con ello la precarizad,
la temporalidad, la represión, la injusticia, la
miseria y el descontento a amplios sectores de
la realidad laboral y social. Todo ello gestiona-
do por hábiles ingenieros e ingenieras de lo
social, pero al fin y al cabo impuesto al pue-
blo, que no es tonto, y que comienza lenta-
mente a despertar de un corto sueño de
bienestar. En esas estamos, principios del siglo
XXI, en muchos aspectos una paradójica repe-
tición de las lecciones históricas no superadas
o aprendidas. Entrando de lleno en una crisis
del sistema de producción, y por ende del sis-
tema social, que en este caso no es de ajuste
periódico, sino profundamente estructural al
colapsarse las necesidades de crecimiento de
consumo energético y de materias primas, que
exigen como premisa el capitalismo, en eclo-
sión con una realidad finita.
En este contexto y contra todo pronóstico
oficial, la CNT crece como no lo hacía en déca-
das. Crece más por motivos externos que por
cambios internos, pues sus principios, y lo que
es más importante, su modo de funcionamien-
to siguen siendo los mismos.
El tiempo coloca a cada cual en su lugar.
Resulta que los teóricos puristas de antes, son
los pragmáticos de ahora, los que consiguen
resultados prácticos más espectaculares en el
terreno de lo sindical, mientras alientan la llama
de la revolución con sus actitudes, su práctica
y sus acciones cotidianas. Los que se autopro-
clamaron como pragmáticos y modernos hete-
rodoxos van quedando reducidos, en el mejor
de los casos, a pequeño vehículo apegado a su
propia historia personal, que no logra engan-
char con el devenir de los tiempos.
No hace mucho, charlaba con un compañe-
ro de trabajo, delegado de CGT y al que en un
momento oportuno informé de mi militancia
en la CNT.
- ¡Cómo¡ pero si CNT ya no existe- contestó.
- Perdona compañero, la CNT realiza actividad
positiva a lo largo y ancho del territorio del
estado español, aunque no salgamos en la
tele- repliqué.
- Pues a mí me habían dicho que nosotros
somos la continuación de la CNT histórica.
- Desde 1910, a partir de la unión de las socie-
dades obreras no vinculadas a las corrientes
socialdemócratas, hasta el día de hoy, la CNT
se continúa a sí misma.
Algún tiempo después, volvía a charlar con
esta persona, que como quien no quiere la
cosa dijo:
- He estado hablando con compañeros con más
años en CGT, y ya me han explicado que los
tiempos han cambiado mucho, pero que en
aquel entonces CNT ponía bombas, y que por
eso lo de la escisión.
La CNT es en sí misma, una bomba social
de relojería, y a muchos se les está agotando
el tiempo de los cuentos. El siglo XXI atesti-
gua el fin de la deriva socialdemócrata, que se
hunde junto a la matriz de la que salió, mien-
tras encuentra en la CNT-AIT un gran vehícu-
lo de transformación.
Borrador sobre disciplinamiento.
Organización y disciplina ............................................ 24
El caballo de Troya y los ayuntamientos.
Tributo a Murray Bookching........................................ 25
Opinión
cnt
n°327 octubre 2006
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Fin de la deriva socialdemócrata
Cuando la progresía llegó al poder en los `80, algunos sectores vieron en la eventual
domesticación del anarcosindicalismo, un doble dique de contención que jugaba a favor
de sus intereses. Por un lado debilitaba las posibilidades de desarrollo del
eurocomunismo político, social y sobre todo sindical. Por otro, podía servir para encauzar
calenturas revolucionarias hacia el redil del estado democrático post-franquista, de una
forma bastante social-eficiente, gracias a la vaselina de la insidia progre.
El siglo XXI atestigua el fin de la deriva
socialdemócrata, que se hunde junto a la matriz
de la que salió, mientras encuentra en la CNT-AIT
un gran vehículo de transformación
NEMESIO