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Heine, el ruiseñor que anidó en la
peluca de Voltaire.
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70º Aniversario de la Revolución
Social Anarquista.
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Cultura
cnt
n°325 julio 2006
2
244
J. Blasco
E
l gazpacho nunca ha sido uno de esas prepara-
ciones pomposas, pijas, y de buen ver, sino una
combinación ingeniosa de ingredientes, proba-
blemente acuciada por algún estomago ham-
briento.
No podemos fechar la existencia de esta sopa fría, ni
siquiera que siempre se tomara fresca, (ahora con la decons-
trución, con más razón), aunque sí encontramos una rece-
ta sin fecha concreta que se acerca al gazpacho básico
actual, escrita entre los siglos XII y XVI, que se elaboraba
con un majado de ajos, serpol y otras hierbas olorosas y en
la que más adelante se incorporaría el tomate traído de
América.
Dudo que aquellos que se reflejan en la historia, que
son generalmente quienes se adueñan del poder y del dine-
ro, aquellos de los que se manda escribir y a quienes se
decide resaltar, y dudo que el gazpacho (con lo mal visto
que estaban los tomates, su base principal) lo bebieran o
hicieran el esfuerzo de llevarlo a sus mesas, por la imagen
a guardar.
El gazpacho es una de esas recetas que podrían consi-
derarse típicas del pueblo, comida de campesinos, de aque-
llos con menos recursos, y sin embargo es una de las recetas
más nutritivas y sofisticadas que jamás se hayan hecho.
Si en algún momento tuviéramos que enarbolar una ban-
dera gastronómica que simbolizara una revolución (en todo
su sentido) seguramente vendría reflejado por esta sencilla
receta.
Hablando de esta sopa podemos mencionar innumerables
gazpachos dependiendo de la región a la que queramos
hacer honor. Lo que sin embargo si estaremos todos de
acuerdo, que el gazpacho más popular, aquel que todos
hemos probado alguna vez, es el gazpacho andaluz.
Ahí van algunos otros gazpachos regionales:
Manchego: A base de torta de trigo y piezas de caza.
Castellano: curiosidad, la remolacha.
Extremeño: sin tomate y sin pimiento.
Cordobés: con comino.
GAZPACHO
INGREDIENTES:
250 gr de miga de pan
1 kilo de tomates
1.pimiento verde
1 pepino
Sal gorda
Pimienta
2 dientes de ajo
1 taza de aceite de oliva
Vinagre
Pimientos, tomates, cebollas, huevo duro y jamón,
espárragos trigueros
Elaboración:
Lavar, pelar y cortar los tomates. Si se tiene tiempo se
pueden quitar las pepitas del tomate ayudándose de
una cucharilla.
Lavar y pelar el pepino, trocearlo e incorporarlo a
los tomates.
Lavar el pimiento, trocearlo y añadirlo a lo anterior.
Pelar los ajos e introducirlos a la mezcla.
Añadir la miga de pan, previamente empapada en
agua, la sal, la pimienta y un chorrito de vinagre.
gastronomía
Germinal
T
engo un amigo en Madrid. Con él
pasé muchas noches en bares como
El Gatuperio o El Limbo. Horas de
conversaciones y sueños. Una recu-
rrente era hablar del España de
Tánger. Un periódico que, para quienes lo habí-
an conocido, representaba un liviano soplo de
aire fresco en las noches de plomo ardiente del
franquismo. Fundado en 1940, tras la ocupa-
ción de la ciudad internacional por las tropas
españolas, fue dirigido, entre otros, por Luis
Zarraluqui y Eduardo Haro Tecglen. Algo del
ambiente de ese París en chiquitito, del que
decía Juanito Valderrama que era la ciudad nor-
teafricana, se le pegó a ese periódico. No en
vano muchos de sus redactores eran periodistas
republicanos represaliados por la Dictadura.
Como el dibujante andaluz Andrés Martínez de
León cuyo gran pecado había sido poner a su
creación "Oselito" a disposición de la Rusia
comunista y ser amigo de Miguel Hernández. Lo
dicho, una esquina aireada de la plaza de
Oriente de las unánimes manifestaciones de
adhesión inquebrantable que era la prensa del
momento. Una brisa que se tomaba con ciertas
dosis de clandestinidad al leerlo en la azotea de
la casa paterna o que se quería entrever en la
Casablanca de Humphrey Bogart.
A ese mundo pertenecía la novela que me
pasó un día para que me enterara de cómo era
Tánger: La perra vida de Juanita Narboni. Su
autor se llamaba Ángel Vázquez. Bueno en rea-
lidad su nombre era Antonio. Aunque de esto
me enteré unos años después. Se había criado
en la tienda de sombreros de su madre. Entre
las conversaciones en el dialecto de los judíos
españoles del norte de África. Después vivió las
fiestas y la época tangerina de Barbara Hutton,
David Herbert, William Burroughs o Jane
Bowles. Lengua e historias que trasladó a la
novela. Como también hizo con su propio
mundo, sus "habitaciones privadas" amuebla-
das de homosexualidad, introversión y soledad.
No era un escritor desconocido, había ganado el
premio Planeta en 1962 y la historia de Juanita
Narboni fue finalista para el premio de la Critica
en 1977. Tres años después murió en una pen-
sión de mala muerte de Madrid, casi alcohólico
y tras quemar dos novelas inéditas. Casi por los
mismos días en que leí su obra.
La novela es un largo monólogo en el que
una solterona tangerina cuenta su vida y la
decadencia de la ciudad. Para ello utiliza el
mundo femenino de Juanita; la haquitía, el len-
guaje de los judíos españoles tangerinos y la
propia ciudad. Desde su aparición tuvo grandes
admiradores, entre los que me encuentro, des-
lumbrados por su originalidad e intensidad.
Quizás por eso a comienzos de los años ochen-
ta tuvo una primera versión cinematográfica.
Dirigida por Javier Aguirre e interpretada por su
mujer, Esperanza Roy. Película que transportó al
cine, también de forma inusitada, su forma de
monólogo. Hasta el punto de considerársele el
primero, en largometraje, de la historia y mues-
tra acabada del "anti-cine" que por aquellos
practicaba Aguirre.
Ahora está pasando fugazmente por las pan-
tallas una nueva versión de la obra de Vázquez.
Una coproducción hispano marroquí dirigida por
la directora Farida Ben Lyziad e interpretada por
Mariola Fuentes. El guión ha borrado uno de los
ejes por los que discurría, el habla, y ha man-
tenido los otros dos: la vida de Juanita y la de
Tánger. El peso lo lleva la actriz y una historia,
contada de forma quizás plana, que intenta
recrear el relato. Un objetivo que se consigue a
pesar de su duración de más de 100 minutos. Es
decir que no llega a aburrir. Quizás el problema
esté en que cuenta más que interpreta. La deca-
dencia de ambos personajes por demasiado evi-
dente apenas interesa. Se le notan demasiado las
costuras a esta película que no termina por des-
pegar a pesar del evidente esfuerzo que se ha
hecho. En especial por parte de la protagonista
que crea una convincente Juanita.
Pero el relato de Vázquez tiene tanta fuer-
za que a pesar de los pesares, como a sus lec-
tores, no puede dejarnos indiferentes. Las caídas
de los ángeles de los paraísos tienen la sufi-
ciente atracción para que resulte interesante
ver este film, tan fallido como bienintenciona-
do. El espectador que logre permanecer atento
a la historia terminará por quedar atrapado. Por
entender el magnífico plano final de una
Juanita, en la más absoluta soledad, de espal-
das, deambulando por las decrépitas calles del
Tánger de hoy.
La vida menos perra
de Juanita Narboni
cine
Gazpacho
La vida perra de Juanita Narboni
Drama
Dirección: Farida Benlyazid
Guión: Gerardo Bellod, basado en la novela del
mismo título de Ángel Vázquez
Intérpretes: Lou Doillon, Amal Atrache, Rosario
Pardo, Victoria Mora
Montaje: Pablo G. Plant
Fotografía: José Luis Alcaine
Música: Jorge Arriagada
Producción: Kenza Diouri
España, Marruecos, 2005
1 h 41 min
El relato de Vázquez tiene tanta fuerza que a pesar
de los pesares, como a sus lectores, no puede
dejarnos indiferentes