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Los habitantes CNT-AIT de Mirail
Los hechos comenzaron alrededor de un mes
antes del Ramadán cuando una manada de CRS
(policías tipo SWAT), en traje de campaña, hizo
una incursión en el barrio para detener a un
joven en el HLM (vivienda social) familiar. Era
un miércoles, en plena tarde. Hacía bueno. To-
dos los niños del barrio de Reynerie (Toulou-
se-le-Mirail) estaban afuera. Asistieron al cerco
del edificio y a su invasión por una horda po-
licial. Vieron como el pequeño Saur (de un me-
tro veinte de estatura) y su madre eran
conducidos violentamente a la comisaría. Su-
pieron que todo eso era por una pequeñez... Se
acordó volver al motín y eso perturbó profun-
damente el barrio, que era más bien pacífico
hasta ese momento.
Por una vez, incluso los adultos se sintieron
implicados en esta agresión policial despropor-
cionada. Hubo una reacción colectiva y espon-
tánea. Al día siguiente, éramos ciento cincuenta
o doscientos los concentrados en la plaza Ab-
bal, para protestar públicamente y denunciar
la violencia policial. Durante las semanas que
siguieron, organizamos reuniones para hablar de
los problemas del barrio e intentar hacer surgir
solidaridades entre las generaciones y entre los
habitantes de orígenes muy distintos. A pesar
de esta voluntad de vivir en paz entre noso-
tros, las provocaciones policiales no cesaron,
desencadenando un ciclo de rebeliones (coches
quemados, lanzamiento de piedras...) y repre-
sión (controles intempestivos, detenciones, car-
gas de CRS...).
Altamente simbólica es, en ese sentido, la
carga de CRS, precedida de tiros de granadas
lacrimógenas, del día de Navidad. Eran alre-
dedor de 17 policías y el objetivo era un gru-
po de niños de 12 ó 13 años que jugaban en
la calle de Kiev.
A modo de introducción.
Desde hace dos meses, en Le Mirail (como en
otros veinticuatro barrios "que deben some-
terse" distribuidos por toda Francia) vivimos
como bajo el Mariscal Pétain. Esta es la expre-
sión que salió espontáneamente de la boca de
los más mayores de entre nosotros. La policía
crea zonas sin derechos. Pero, paradójicamen-
te, para justificar este abuso de poder se usa
el pretexto, difundido ampliamente por los me-
dios de comunicación, de la existencia de "zo-
nas sin derechos", dónde la policía "ni siquiera
puede entrar" y en las que se desarrollan di-
versos "tráficos".
En Le Mirail (y seguramente en otros barrios
también) este pretexto es absolutamente ridí-
culo. ¿Cómo se puede afirmar que la policía "ni
siquiera puede entrar", si hay una nueva y res-
plandeciente comisaría en medio de la plaza
del gran Mirail, entre Reynerie y Bellefontaine,
y hay comisarías por todas partes? La policía
no tiene necesidad de entrar: ¡está permanen-
temente en casa! Hay que tener en cuenta que,
para convencernos de la utilidad de esta nue-
va comisaría (que se puso en marcha, con el
apoyo de todos los partidos políticos, tras el ase-
sinato del joven Habib por un policía), se ha-
bía insistido en que su construcción, sería "el
final de la violencia" y la vuelta a una vida pa-
cífica. Desde que tenemos la comisaría, hay
menos paz que nunca.
En cuanto a la "zona sin derechos", de la que
hablan siempre, hay que decir que uno de los
derechos más elementales es el ir y venir li-
bremente. Cuando salimos de casa o volvemos
después del trabajo, cruzamos, según los días,
dos o, a veces, tres vallas controladas por po-
licías. El barrio está delimitado, cerrado. Se blo-
quean todas las vías de acceso. Día y noche, se
instalan algunos grupos de policías también
dentro del barrio. Desde una valla, se percibe
la siguiente. Están casi alineadas. Hay, a veces,
menos de doscientos metros entre dos contro-
les. Por supuesto, como decía nuestro vecino
(que, al cuarto control cambió de parecer) "¿por
qué preocuparse, si no se ha hecho nada malo?".
¿Por qué inquietarse? ¡Porque, atravesar es-
tas vallas, es exponerse a ser detenido! (es obli-
gatorio mostrar los papeles, o puedes ser
retenido al menor olvido), es ser obligado a de-
tener tu vehículo, tener que descender de él
para ser registrado y que todo tu cuerpo sea ca-
cheado por manos no precisamente tiernas. Es
sufrir la sospecha, oír risitas y comentarios...
Es perder mucho tiempo y ser sistemáticamente
AIT
Internacia Laborista Asocio
Internationale Arbeiter Assoziation
Associazione Internazionale dei Lavoratori
Asociación Internacional de los Trabajadores
Association Internationale des Travailleurs
International Worker's Association
cnt
n°319 enero 2006
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Mi barrio a la hora del toque de queda
Al inicio del año 2005, el ministro del Interior francés, Nicolas Sarkozy, decidió someter los barrios "sensibles" de 25
ciudades francesas a un régimen especial, que, muy claramente, anunciaba el toque de queda actual.
El barrio está delimitado, cerrado. Se bloquean
todas las vías de acceso. Día y noche, se instalan
algunos grupos de policías también dentro del
barrio. Desde una valla, se percibe la siguiente
El artículo escrito por los compañeros de la CNT-AIT del barrio de Mirail-Reynerie (Toulouse) describe la vida en los suburbios de
Francia en el momento del estallido popular y permite comprender el porqué del mismo. Los compañeros de la CNT-AIT de
Toulouse llevan mas de 10 años trabajando de forma militante y solidaria en el barrio, constituyen la presencia anarcosindicalis-
ta en el mismo (pues son prácticamente los únicos dentro del movimiento anarquista y revolucionario francés que desempeñan
este tipo de actividad militante en el barrio), por tanto, han estado muy implicados en la respuesta popular que ha acompaña-
do a los últimos acontecimientos.
Miembros de las CRS-Compañía Republicana de Seguridad (antidisturbios) montan un control en un barrio cualquiera de la periferia.
/ AGENCIAS
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