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n°317 noviembre 2005
Internacional
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M. Rodriguez
Mujeres de Negro de Madrid
Así nos recibieron a unas 750 mujeres venidas
de los cinco continentes al encuentro interna-
cional de Mujeres de Negro contra la guerra, ce-
lebrado en agosto de 2005 en Jerusalén. Palestina
e Israel fueron los lugares donde un grupo de
mujeres, no más de una docena, de negro y en
silencio comenzaron a protestar por la política
del Estado de Israel contra el pueblo palestino.
Los primeros intercambios. Los plenarios.
Cada día al inicio de las ponencias un canto
palestino o israelí o estadounidense nos reci-
be con un cariño especial.
Amnah Badran, palestina, directora del Cen-
tro de Mujeres, nos comunica que las restricciones
para poder encontrarnos son grandes y convo-
car a las mujeres contra la ocupación y compartir
experiencias de un activismo feminista no es fá-
cil. Elaborar estrategias de apoyo mutuo que re-
fuercen la eficacia de nuestra tarea es su
propuesta inicial.
Sandy Batler, cofundadora de MdN de Cali-
fornia nos propone aprender de la otra superando
fronteras. En EE.UU. no se conoce ni se tiene
conciencia de las preocupaciones diarias que
sufren aquí las mujeres y nos ofrece a todas el
apoyo para las mujeres activistas que crean for-
mas de resistencia.
María Teresa Arizabaleta de la Ruta Pacífi-
ca de Mujeres en Colombia nos recuerda que
en Colombia viven entre la guerra atroz y per-
sistente. "Nací en Guerra y moriré en Guerra,
que es eminentemente masculina". Hombres
de derechas y de izquierdas matándose por el
poder mientras las mujeres somos las víctimas
directas, "pero no nos resignamos, ya no sólo
lloramos, también hacemos".
Denuncia que en su país todos los actores ar-
mados han llevado la militarización a la vida ci-
vil. Así niños y campesinos son reclutados
obligatoriamente y las mujeres son el botín de
guerra. Además nos comunicó con pena: "las
mujeres ya no nos podemos enamorar. Nos han
inmovilizado para el amor, hay tantos hombres
armados (guerrilleros, paras, ejército)..."
Lepa Mladjenovic de MdN de Belgrado nos
recuerda que nuestra fuerza reside en nuestro
hilo conductor: que no nos engañen los go-
bernantes. No en nuestro nombre, no en mi
nombre, cobra en este encuentro un sentido
especial. Y nos propone optar por la ética de la
solidaridad. Desde la ética feminista hacemos
política, desde la empatía y la justicia, eligiendo
cuidar y cuidarnos, tratando de transformar el
odio a través del canto y la risa.
Hana Ziberblat de MdN de Israel cuenta un
chascarrillo que distiende de las emociones y
tensiones ..."Una mujer israelí se para junto al
checkpoint y un soldado le dice: "tú no entien-
des nada de la guerra" y ella le contestó: "efec-
tivamente no sé nada de la guerra, sé de la paz".
Las mujeres israelíes hacen allá un trabajo con-
tinuado, de denuncia, de acompañamiento, de
solidaridad y de apoyo a las presas y presos pa-
lestinos y a los objetores de conciencia.
El desalojo de Gaza.
A mediados de agosto, coincidiendo con nues-
tra estancia allí, se produce el desalojo de Gaza.
Las mujeres de allá no pueden llegar al encuen-
tro. Las recordamos con cariño, aún sin conocerlas.
Zahira Kamal, palestina, nos recuerda que
la retirada de Gaza no significa que desaparez-
ca la ocupación sino que por el contrario in-
tensifica la ocupación de Cisjordania. "Los
colonos se desplazarán y traerán etíopes y de
otros lugares para seguir ocupando Palestina."
También la diputada israelí Tamar Gozansky re-
flexiona en torno a Gaza. La salida de Gaza es
machista y nacionalista. No creemos en acuer-
dos hechos entre Bush y Sharon sin el pueblo
palestino. Esta medida no será el fin de la ocu-
pación ya que las fuerzas armadas han decla-
rado que volverán cuando quieran.
Reflexiones en torno al muro del apartheid
y de la vergüenza.
El muro engulle el 46% de las tierras palestinas
y supone el control de 1/3 del agua en las zo-
nas agrícolas. La política de Paz no necesita
muros sino una política de entendimiento en-
tre los dos pueblos. Las mujeres nos dicen: aho-
ra tenemos más difícil juntarnos las palestinas
con las israelíes. Las niñas y niños abandonan
los estudios porque cruzar el muro les lleva mu-
cho tiempo y además es peligroso, las puertas
se abren dos veces por la mañana y dos por la
noche. A veces los niños se quedan jugando y
se les olvida que el muro se cierra y se quedan
separados de sus familias. Las niñas se quedan
cuidando la casa. La sociedad todavía es con-
servadora (y yo reflexiono, así desde luego lo será
más y se volverá a recluir a las mujeres en casa).
En cuanto a las consecuencias del muro para
la salud sólo unos datos: 68 mujeres embara-
zadas parieron junto al muro en los últimos 3
años, 13 de ellas murieron y 30 bebés, por no
poder acceder a los servicios sanitarios.
Las personas que residen al otro lado, en
Jerusalén, han perdido el permiso de residen-
cia en su ciudad y ahora son ciudadanos de Cis-
jordania, familias enteras partidas por la mitad.
Conocimos a una familia que nos invitó a su casa
al otro lado del muro, en Abudis, perdieron su
forma de trabajo ya que el muro pasa a dos me-
tros de su antiguo supermercado. Antes del
muro vivían dignamente seis familias... ahora
todas malviven y esperan que nuestros go-
biernos sigan protestando para volver a recu-
perar lo que era suyo (la población Palestina
todavía confía en Europa y en sus gentes, sa-
ben que los países árabes les han abandonado
y que EE.UU. apoya férreamente a Israel).
La jerarquía del sufrimiento.
El tema no es el sufrimiento sino cómo salir de
él. En los grupos de mujeres queríamos con-
vencernos de poder saber quién sufría más.
Tras el análisis feminista cambiamos, debemos
luchar contra la victimización. La jerarquización
del sufrimiento es también una herramienta
del patriarcado. ¿Qué hacer para conectarnos y
no estar solas? (una compañera palestina co-
mentaba: "lo que más temo de cuando venga
la policía es sentirme sola").
La ocupación de las mujeres (al hilo de la
charla de Yolanda de la Luz, de Guatema-
la y su trabajo con mujeres víctimas de la
violencia sexual en las guerras).
Las mujeres hemos sido ocupadas durante años,
las indígenas de América Latina, durante más
de 500 años, múltiples guerras y conflictos han
ocupado los cuerpos de las mujeres.
Desde que tengo memoria las mujeres nos
hemos dedicado a sanar las heridas del mundo.
Y no necesariamente las luchas de liberación de
los pueblos implican la liberación de las muje-
res. Las mujeres hemos mamado la internali-
zación del opresor.
Es un gran reto ser mujer y pacifista y asu-
mir esa responsabilidad sobre nuestros hom-
bros. Desde nuestra experiencia personal y
política no nos vale "morir" cansadas en el in-
tento. Cada una tenemos una vida y somos so-
brevivientes. Debemos saber hacer también el
traslado generacional y así poder descansar más
tranquilamente.
Las traidoras. (Dalit Baum, activista de Tel
Aviv por los derechos de homosexuales y
lesbianas).
En nuestra sociedad somos traidoras y además
somos lesbianas. Mostramos conexión con las
palestinas oprimidas. Somos invitadas por los
palestinos y somos diferentes.
Sabemos del uso abusivo del poder también
en nuestras experiencias cotidianas de opre-
sión en nuestras familias. Y tenemos una ex-
periencia muy física del miedo cuando nos
ponemos delante del ejército israelí y sabemos
que estamos con las palestinas, aunque privi-
legiadas pues a nosotras los soldados no nos
disparan "de verdad". Salimos de Tel Aviv y en
una aldea en medio de la nada aprendemos la
resistencia en la vida diaria y técnicas de de-
sobediencia civil.
Stasa Zajovic, Mujeres de Negro de Belgra-
do. "No en nuestro nombre".
Vivimos en el Estado opresor, responsable de las
guerras. Muchas de nosotras vivimos en los pa-
íses que sustentan las guerras. Por eso gritar "NO
EN NUESTRO NOMBRE" es de todas y es nues-
tra forma de canalizar la rabia. Los gobernan-
tes cometen intencionadamente los crímenes
de guerra en nuestro nombre y nuestra ética fe-
minista tiene que responder a esto y hacer sa-
ber a las víctimas y a las mujeres que luchan y
lucharon contra las guerras que ese "no en
nuestro nombre" significa la transgresión per-
manente a los mitos y consensos nacionales
en torno a la idea de una "guerra justa, de-
fensiva". Somos saltadoras de muros, de barre-
ras, traidoras de todo tipo de pacto entre los que
sustentan el poder. Somos transgresoras de
todo tipo de orden patriarcal.
Obras son amores...
En nuestro encuentro nuestra presencia en la ca-
lle fue constante. Construimos acciones colec-
tivas, mujeres de todas las edades y de todos
los lugares, chapurreando en inglés, francés,
italiano o árabe. Tejimos una cadena de muje-
res atravesando el checkpoint de Kalandya, nos
manifestamos frente al muro de Bílin, protestamos
frente al asentamiento de Ariel en la región del
Salfit apoyando al International Solidarity Wo-
men Peace y visitamos los campos de refugiados.
Dejamos Jerusalén llenas de penas y de ale-
grías, de fortaleza, de discurso feminista enrai-
zado en la vida en guerra que sufren diariamente
en miles de lugares en todo el mundo.
Somos poderosas y seguiremos cambiando
el mundo.
Más información:
http://wib.matriz.net/
http://www.mujerpalabra.net/acti-
vismo/mdnmadrid
"Esta es la revolución, somos parte de un amplio movimiento global que se opone a la
economía globalizada, a la violencia, al racismo, a la homofobia, a la intolerancia del
otro. Estamos juntas ahora y nuestro trabajo va a cambiar y está cambiando el mundo.
Os apreciamos a todas, sabemos que no estamos solas".
Retazos de un encuentro de mujeres
israelíes, palestinas y del resto del mundo
Somos saltadoras de muros, de barreras,
traidoras de todo tipo de pacto entre los que
sustentan el poder
Las participantes en el encuentro de Mujer
es de Negro celebrado en Jerusalén.
/ M. RODRIGUEZ