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Secretaría de Pensa de la F.L. de Granada
L
os periódicos explicaban también
que este personaje había sido secre-
tario general de la CNT (entre abril
de 1978 y diciembre de 1979) inten-
tando de ese modo salpicar a nues-
tra organización. A continuación del escándalo,
hubo gentes que emprendieron la defensa de
Enric Marco, afirmando, por ejemplo, que se
trataba de un mitómano patológico, de un
enfermo de algún modo. Enric Marco mismo
pretende haber mentido por solidaridad con
las víctimas del nazismo, con el fin de mejor
hacer pasar su mensaje. Esta tesis es la sos-
tenida por sus compañeros de la CGT. También
hemos leído en las columnas del cnt (nº 313,
junio 2005) el texto de un tal I. Muñiz (Liber-
tarios españoles en Mauthausen
) quien, des-
pués de haberse buscado circunstancias
atenuantes, se solidarizaba con Enric Marco.
Consideramos que una tal actitud es into-
lerable, en primer lugar, de cara a los millo-
nes de víctimas del holocausto. El hecho de
que el portavoz de una asociación de anti-
guos deportados sea un impostor es pan ben-
dito para los negacionistas, esos "asesinos de
la memoria" que para disculpar a los nazis de
sus crímenes, niegan o minimizan el exter-
minio de judíos, de gitanos, de enfermos men-
tales, de homosexuales... por el régimen
hitleriano ¿Qué van a creer hoy los miles de
escolares a los que Enric Marco contó su falso
testimonio? Además, la CNT no puede tampoco
manifestar la menor comprensión por un indi-
viduo que estuvo a la cabeza de la escisión que
sucedió a su quinto congreso (diciembre 1979),
que con anterioridad participó en su prepa-
ración, y que a continuación se comprome-
tió en el largo proceso de agresión contra
nuestra organización (tentativa de usurpa-
ción de siglas...), un proceso que finalmen-
te dio nacimiento a la CGT.
Para entrar en nuestros medios, Enric
Marco, que se hacía entonces llamar Enrique
Marcos, se había construido una gloriosa bio-
grafía libertaria. Pretendía haber participado
en el desembarco de Mallorca a la edad de 14
años, haber pertenecido a la columna Durru-
ti a los 15 años y haber militado en España
en la clandestinidad después de 1943, según
pretende ahora puesto que ya es de dominio
público que nunca estuvo en un campo de
concentración. En lo que nos concierne, pen-
samos que quedan todavía muchas mentiras
por descubrir a propósito de los autoprocla-
mados hechos de armas. El que había sido
capaz de explotar en su provecho el sufri-
miento de los deportados ¿podría tener algún
escrúpulo en atribuirse la gloria de los ver-
daderos luchadores?
El historiador Benito Bermejo que desen-
mascaró al impostor empezó por constatar
que su nombre no figuraba en los archivos del
Memorial de Flossenburg (el campo de con-
centración donde Marco pretendía haber sido
deportado), pero juzgó esta prueba insufi-
ciente. Y fue finalmente en el archivo del
Ministerio de Asuntos Exteriores donde des-
cubrió que en 1943 "Enrique Marco Batlle" se
encuentra prestando servicios como produc-
tor y contratado por la casa Deustche Werck
A.G. de Kiel (Alemania)...". Este documento
estaba allí desde hacía más de 60 años. En
1978, cuando apareció el libro en el cual el
impostor cuenta su historia inventada, los
funcionarios del Estado tenía por lo tanto que
haber sabido ya que esta historia era falsa...
La discutida presencia de Marcos a la cabe-
za de la CNT entre 1978 y 1979, ¿es acaso un
puro azar? Cuando uno tiene en cuenta hasta
qué punto este periodo fue rico en provoca-
ciones (como el criminal incendio del Scala,
del que se acusó a la CNT y por el que jóve-
nes compañeros pagaron injustamente pesa-
dos años de cárcel), y cuando se recuerdan
crímenes de Estado (como el asesinato de
Agustín Rueda a manos de funcionarios car-
celeros) se tiene todo el derecho de sospe-
char. Y además, volviendo a la actualidad
¿cómo es posible que Marco haya buscado
todos los honores oficiales in temor a ser des-
cubierto?
1
¿acaso creía el beneficio de una
completa impunidad? La verdadera biografía
de Enric Marco está por escribir. Es probable-
mente una fea historia.
Notas:
[1] Marco fue condecorado por la Generali-
tat que le concedió la cruz de Sant Jordi
en 2001. Fue recibido por el congreso de
los diputados, ante el cual representó a
las víctimas del nazismo, el 27 de enero
último y esperaba la consagración inter-
nacional al lado de Zapatero con quien
debía haberse encontrado en Mauthau-
sen el 8 de mayo para la celebración del
60 aniversario de la liberación del
campo, si no hubiera sido llamado por
su asociación, que acababa de enterarse
de su impostura.
CNT - L'Hospitalet de Llobregat
A
las mujeres. Mujeres, que tuvieron
que luchar para hacer oír sus voces
en una sociedad no siempre dis-
puesta a escuchar. Mujeres, que
creyeron indispensable su incor-
poración a una guerra en la que estaban en
juego las libertades de un pueblo y, se organi-
zaron o se incorporaron a las milicias popula-
res como respuesta inmediata a la agresión
fascista o, por el mensaje inicial llamándolas a
la lucha activa. Aunque, se tardo bien poco en
recordarle a la mujer, cual era su papel funda-
mental en la Revolución. Con el paso del tiem-
po se ha podido demostrar que se utilizó la
figura de la miliciana como una simple y vul-
gar propaganda militarista más del Gobierno
para, incitar la movilización de los hombres
hacia las filas populares y, para demostrar la
valentía de la resistencia. Lo cierto, es que, la
figura de la miliciana pasó de la noche al día
de heroína a prostituta o ninfómana, una quin-
tacolumnista más peligrosa que las balas del
enemigo, que diezmaba las unidades al propa-
gar enfermedades venéreas y, en el mejor de los
casos, como un estorbo bien intencionado. A
los tres meses del comienzo de la contienda, el
Gabinete de Largo Caballero adoptó las prime-
ras medidas para retirarlas de las primeras líne-
as de fuego. En Diciembre de 1936 se advirtió
en las oficinas de enganche del extranjero que
no se admitirían a mujeres y, finalmente en
Mayo de 1937, el Gobierno de Negrín las expul-
sa definitivamente de los frentes.
Así, que la guerra volvió a ser cosa de hom-
bres y las mujeres, con la normal decepción por
la grave injusticia ocurrida, acabaron acep-
tando que el lugar idóneo para ellas estaba en
la retaguardia participando en los trabajos
voluntarios. Mujeres que contribuyeron y rea-
lizaron unas aportaciones decisivas al crear
servicios de comedor, guarderías para los hijos
de las trabajadoras, en la asistencia al refu-
giado o herido, en la administración de los
diferentes organismos y, un largo etcétera más.
Además, de ocupar los puestos vacíos al incor-
porarse los hombres a las milicias, en las fábri-
cas o en los diferentes servicios que eran
absolutamente necesarios para sostener el
ritmo de la guerra y los que permitieron a la
población civil sobrevivir o resistir.
Pero, vino la victoria franquista y, muchas
tuvieron que exiliarse. Albergadas en campos
de arena, sin techo llamados refugios, en la más
completa miseria y abandono de los gober-
nantes franceses que, antes de pactar con
Franco la devolución de muchas de ellas, se
apropiaron de su fuerte ideología para vencer
la brutalidad nazi que, ya llegaba a sus puer-
tas. Las exiliadas, mujeres que intentaron
exterminar, que las humillaron y explotaron,
volvieron a participar haciendo libres a los
pueblos de Europa y, con la ilusión que caído
él segundo, caería él primero: Franco. Pero
nadie se preocupó, al contrario, a medida que
avanzaba el tiempo, el régimen iba recibien-
do más apoyo externo y, estas mujeres, sumi-
das en el desespero de que nadie iba hacer
nada para salvar las libertades de su país,
aprendieron a vivir de forma distinta pero
defendiendo su identidad y su ideología al dar
su apoyo constante y diario a la lucha arma-
da antifranquista.
Y, si difícil era la situación en el exilio tam-
poco, era fácil en España. Las condiciones de
vida de las mujeres en el exilio interior, esta-
ban marcadas por la escasez de alimentos, el
mercado negro o el miedo a ser delatadas, por
parte de una sociedad con un gran afán de
venganza. La caza a la "roja" o a la "mujer del
preso", se convirtió en una especie de status
social por la propaganda oficial que denigraba
su imagen. Mujeres que vivieron junto con él
constante miedo a ser violadas, por el simple
hecho que habían nacido mujer y, estaban des-
tinadas a sufrir, a purgarse de sus "malas" acti-
vidades o a sacrificarse por no haber sabido
llevar por el camino del bien a sus compañe-
ros. Bajo esta simple acusación muchas de ellas
fueron, condenadas y encarceladas a una estan-
cia en prisión que se podía alargar hasta los
treinta años, sufriendo constantemente una
violencia gratuita que las obligaba al mutismo
de palabra y de pensamiento. Mujeres que vie-
ron que, las únicas muestras que aplicaban los
vencedores hacia una igualdad de sexos, era
en los pelotones de ejecución, en las cunetas,
o en los campos sembrados, de muertes.
Estas, nuestras mujeres, las compañeras de
hombres, conocidos, populares o militantes.
Las que trabajaban en las fabricas mientras
ellos hacían huelgas, piquetes o estaban en la
cárcel. Mujeres, que acudían a lo que hiciera
falta para mejorar la situación de los conde-
nados. Las mismas mujeres, que se encontra-
ban cada día haciendo colas en las puertas de
la prisión. Mujeres de fábrica, del textil o cria-
das, las cabezas visibles de la familia, el pun-
tal del hogar, moralmente irreprochables. Las
que nunca se negaron a realizar unas activi-
dades que podían suponer un sacrificio o
situarlas en el peligro de ingresar en el mismo
"hotel" que se aposentaban sus compañeros.
En cambio, son las desconocidas, las olvidadas
bajo la sombra de sus compañeros y, por una
parte de la sociedad, que ha perdido la memo-
ria o aparenta haberla perdido y, que ha cons-
truido una realidad que nada tiene que ver
con la verdadera.
Vivimos en una sociedad amnésica, que se
va marchitando por falta de autenticidad al
imponernos una apatía y a un silencio. Silencio
hecho de ecos sordos y de confusión, para que
nada se diga, para que no se contradiga el
"orden verdadero". Pero, por lo que hoy somos
y, para no quedarnos en el constante papel de
víctimas, hay que hacer el ejercicio de recor-
dar, porque del pasado se aprende.
Hay que seguir hablando en voz alta por-
que el desconocimiento evita preguntas acer-
ca del transcurrir del pasado, de aquellas luchas
y esfuerzos que, ya forman parte de nuestra
historia. Por eso, hoy debemos detenernos y
recordar, sin nombrar a ninguna porque así las
nombraremos a todas.
cnt
n°315 agosto-septiembre 2005
Opinión
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¿Hay que defender a Enric Marco?
El 11 de mayo último, la prensa revelaba que un tal Enric Marco -presidente de la
Amical de Mauthausen- era un impostor que se había inventado una biografía de
luchador de maquis en la resistencia de Francia y de deportado en un campo de
concentración, siendo así que en esa época estaba de trabajador voluntario en
Alemania, apoyando de este modo el esfuerzo de guerra nazi.
Vivimos en una sociedad amnésica, que se va
marchitando por falta de autenticidad al
imponernos una apatía y a un silencio
La CNT no puede tampoco manifestar la menor
comprensión por un individuo que estuvo a la
cabeza de la escisión que sucedió a su V congreso
Un recuerdo a sus esfuerzos
Nosotros, no os olvidamos. Aunque la historia, apenas os recuerde o en los libros sean
ignoradas o escasas vuestras referencias en unas cuestiones que, tanto nos pueden
interesar y, que ocupan un espacio en la historia de las luchas por las libertades. Y,
aunque la muerte de muchas, os halla hecho callar, vuestro eco lo podemos percibir
siempre, al levantar junto con vuestros compañeros, esa apreciada bandera rojinegra
llena de libertad.