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cualquier entorno.
Las masacres iban dirigidas a toda la pobla-
ción tanto a mujeres como a hombres, niños,
ancianos ¿qué se pretendía con ello?
Era un claro exponente de genocidio.
En algún momento has dejado caer algo
sobre el control social, ¿cómo se ejerce el
mismo?
A través del miedo que se amplifica con deter-
minados hechos con lo que se pretende gran reper-
cusión en la sociedad, creando una situación de
temor, y una sociedad controlada y manejable.
Los hechos suelen ser asesinatos de perso-
nas concretas, que a veces han tenido mucha tras-
cendencia como el de monseñor Gerardi. Son
corrientes las amenazas a personas que están
trabajando a favor de los derechos humanos. O
crímenes que aparentan delincuencia común pero
que no lo son.
Las prácticas que utilizan aparte de las men-
cionadas, podrían consistir en la infiltración
en grupos sociales.
También se da este tipo de situaciones y se pro-
voca la división entre grupos, metiendo el
miedo en ellos. Esto provoca disputas, enfren-
tamientos, escisiones y desconfianzas con lo que
obviamente se deteriora el trabajo del grupo.
En el fondo qué es lo que se persigue. ¿Acaso
la destrucción de la identidad comunitaria,
tanto social, como de los diferentes ele-
mentos de la cultura: idioma, costumbres...?
Efectivamente lo que ha sucedido en Guatemala
es un claro ejemplo. Se ha tratado durante
muchos años de destruir la identidad comuni-
taria, la identidad maya fundamentalmente y
esto sigue siendo así. Sigue habiendo muy
poco reconocimiento hacia esa identidad y
muy poco respeto a todos lo que los mayas con-
sideran importante para su cultura y en ello entra
entre otras cosas, la pertenencia de las tierras
que trabajan como campesinos que son.
¿A qué te refieres con la pertenencia de las
tierras?
Si la comunidad no posee la tierra que tiene que
trabajar para vivir, si tiene que vender su mano
de obra a los finqueros, a los latifundistas,
desaparece el sustrato económico de las comu-
nidades mayas, pero también afecta a la con-
ceptualización y desarrollo de las relaciones
sociales, políticas y con el medio.
Podemos afirmar que en Guatemala el indí-
gena es la clase más baja.
Es evidente que sí es el más débil del eslabón,
pero esto siempre fue así, desde que Guatemala
se colonizó. La colonización dio lugar a la
esclavitud y eso se ha prolongado en el tiempo.
Podríamos destacar que uno de los objetivos
de la campaña de tierra arrasada sería el de
enfrentar a la guerrilla con los campesinos.
La política de tierra arrasada era acabar con las
poblaciones que podrían según ellos ser favo-
rables a la guerrilla y generar tal desestructu-
ración que fuese imposible que se organizasen
y resistieran.
Pero esto no se quedaba ahí, ya que hubo
poblaciones que no confraternizaron con la
guerrilla y sufrieron las mismas consecuen-
cias. Esta política iba mucho más allá. El obje-
tivo era mas que el enfrentamiento, sino la
paralización total de la población civil.
En Guatemala hay diferentes creencias reli-
giosas, quizá la más numerosa sea la cató-
lica, pero también existen evangelistas,
protestantes, adventistas... ¿Se utilizaron estas
organizaciones para fomentar los enfren-
tamientos entre la población, e incluso
entre ellos?
En la iglesia católica hubo un cambio durante
los años del conflicto. A principios de los años
50, la posición era muy conservadora y en con-
tra de los comunistas; pero a raíz de la teología
de la liberación, esta posición fue cambiando,
sobre todo en las personas que trabajaban
directamente con la población y hay claros
exponentes de que hicieron un trabajo a favor
de la gente mas desposeída y fue un factor de
organización y resistencia.
Esto hizo que se les diese chance a las igle-
sias evangélicas para que se desarrollasen y se
emplearan como táctica contrainsurgente, por-
que la ideología de estas confesiones, lo que pre-
dican, es la sociedad individual, la sumisión, la
pasividad. Era una forma de controlar la expan-
sión de la iglesia católica asociada al comunis-
mo y a la guerrilla.
Esto que me relatas, ¿se refiere a las comu-
nidades de base?
No solamente. En Guatemala y en El Salvador,
hay ejemplos de cargos importantes de la igle-
sia católica comprometidos y que fueron ase-
sinados: Gerardi y Romero por ejemplo.
¿Existe un sentimiento de culpabilidad o de
arrepentimiento entre los campesinos que
fueron reclutados forzosos por el ejército y
que estaban en la disyuntiva de alistarse o
de que les pegaran dos tiros?
Si hay muchos testimonios en el REMHI en los
que la gente da cuenta de ello. Es importante
que lo puedan hablar, porque si no lo hacen y
se quedan en el sentimiento de culpa por las atro-
cidades cometidas y no entienden el contexto
en que se produjeron y se vieron obligados a "agre-
dir", no se puede dar una reflexión personal y
social necesaria después de tantos años de
conflicto y violencia.
Hasta ahora nos hemos centrado en las
zonas rurales, zonas donde se dio la repre-
sión más conocida. En las zonas urbanas, todo
esto se padeció de forma diferente.
En las urbes también hubo movimientos socia-
les ladinos (al ladino se le denomina así porque
no es indígena), que fueron fuertemente repri-
midos. Las cúpulas dirigentes de los movi-
mientos guerrilleros, eran gente de izquierdas,
con otro bagaje cultural, que estaban luchan-
do por otro tipo de sociedad, dado el dramáti-
co desequilibrio social de Guatemala.
¿ Se puede trasladar todo lo que hemos
hablado sobre las comunidades indígenas a
las zonas urbanas?
En las zonas urbanas la represión era distinta,
era más selectiva, pero en definitiva todos los
movimientos sindicales, estudiantiles, sociales,
que denunciaban lo que estaba pasando fueron
represaliados.
En Guatemala, el año 1996, se firmó la paz.
¿Han hecho algo los gobiernos para resar-
cir a las víctimas? No sólo me refiero al
asunto económico, sino al reconocimiento
moral, que en la mayoría de las ocasiones es
más importante.
No. Han puesto todas las trabas habidas y por
haber, digamos que estos acuerdos de paz fue-
ron solamente un escaparate. No se ha llevado
a cabo más que un pequeño tanto por ciento de
lo que se acordó. Hoy en día son responsables
los gobiernos guatemaltecos y también cómplices
los países que avalaron la forma de los acuerdos
de paz, que de alguna manera, habían supedi-
tado todos los acuerdos de cooperación e inver-
siones para el desarrollo a que se cumplieran los
acuerdos del 96.
La participación de la mujer en organizaciones
civiles, e incluso en la guerrilla, ¿ha hecho
cambiar su rol en la sociedad?.
La participación de las mujeres en la lucha
social supuso un cambio de roles y ejemplos de
resistencia, pero sigue habiendo una estructura
fundamentalmente machista, tanto en las
comunidades rurales como en las urbanas,
lenta de romper y cambiar.
Volviendo al tema de la represión y del
miedo, ¿se sigue palpando?.
Claro, los asesinatos y las amenazas mas o
menos sutiles siguen a la orden del día. La
última víctima que yo conozca ha sido José Israel
López López, asesinado el pasado 11 de junio.
Esta persona pertenecía a la Procuraduría de los
Derechos Humanos de Chimaltenango. Y dada
la situación se darán más casos.
He leído en algún periódico que hay una
campaña iniciada por el gobierno para
dar una compensación económica a los
Patrulleros de Autodefensa Civil (PAC), ¿qué
diantre es esto?
Hay un movimiento (azuzado seguramente por
el gobierno del FRG) que apoya a los exPAC para
que se organicen y reclamen el pago de los
servicios prestados durante la guerra, pero
parece que esto está creado artificialmente
para asegurarse un electorado satisfecho para
las elecciones de noviembre de 2003, y para man-
tener viva esa estructura militar.
Estos patrulleros ¿eran voluntarios, o reclu-
tados forzosos?
En su mayoría eran reclutados a la fuerza por el
ejército y en lo que se refiere a la indemnización,
es un agravio comparativo hacia las víctimas,
que como he dicho con anterioridad, no se les
ha reconocido ni siquiera esta condición.
Tengo noticias de que se ha constituido una
comisión internacional para investigar los
abusos contra los derechos humanos por
parte del ejército y sus acólitos. ¿A tu juicio
qué futuro tiene?
El futuro que le quieran dar los que la han
organizado, que son los que tienen el poder y
los que llegarán hasta donde les interese. La ONU
envió el año 2002 a una relatora de los derechos
humanos para vigilar el cumplimiento de los mis-
mos, pero ahí se quedó.
De alguna manera los, llamémosles los pesos
pesados de la guerrilla, iniciaron una acti-
vidad política después de los acuerdos de paz,
¿en qué situación se hallan actualmente?
La actividad está reflejada en varios partidos polí-
ticos, que dividen la izquierda. El sistema ha absor-
bido estas tendencias políticas y quizá ellos se
han distanciado del pueblo para poder seguir rei-
vindicando los intereses del mismo.
Hace poco la Corte Constitucional ha falla-
do a favor del dictador el general golpista Ríos
Montt, para que pueda presentar su candi-
datura a las elecciones del 9 de noviembre
del 2003. ¿Cómo valoras este disparate?
Es indignante y doloroso que esto suceda y
demuestra como los aparatos de control que se
pusieron en marcha durante el conflicto siguen
funcionando y bien. Las últimas noticias de mani-
festaciones de partidarios del gobierno ame-
drentando a la judicatura, la prensa, etc. tras el
anuncio de aceptación del recurso en contra de
esta decisión de la Corte Constitucional tampoco
son muy tranquilizadoras.
Después de transcribir esta entrevista, llega la
noticia de que Ríos Montt puede presentarse a
las elecciones con todas las bendiciones.
cnt
n°294 octubre 2003
Entrevista
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Entrevista
cnt
n°294 octubre 2003
1
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E
n esta entrevista hemos tratado de
reflejar la realidad social y el dolor
que aún se palpa entre las personas.
Hemos procurado ser lo mas objeti-
vos posible, algo harto difícil de
conseguir ante tanta crueldad esgrimida por los
gobiernos y sus adláteres. Nos citamos con
María, una compañera que estuvo en Guatemala
en el año 2002, el motivo fue una charla que dio
en el Sindicato sobre la situación de ese país.
En Europa a niveles oficiales, se condena la
violencia venga de donde venga, se habla y
teoriza sobre el estado de derecho y otras figu-
ras retóricas, estos conceptos se pueden
extrapolar a Guatemala.
En Guatemala como en cualquier otro sitio la vio-
lencia venga de donde venga tiene que ser
sancionable, aunque cuando conoces historias
políticas y sociales como la de Guatemala con
más de 500 años de abusos, opresión, represión
brutal y violenta de unos pocos contra los más
débiles, cuando menos a mí me surgen cues-
tionamientos de juicios hechos desde aquí
sobre situaciones de otros lugares.
En la época del Ríos Montt, de Lucas García,
etc. está demostrado que se cometieron
auténticas barbaridades. ¿Qué posibilidad hay
de juzgar estos hechos?
En este momento, en Guatemala, pese a que hay
procesos judiciales abiertos contra los autores
intelectuales de asesinatos selectivos, masacres
(entre ellos Ríos Montt, Presidente del Congreso
Legislativo), no existen garantías de que el
poder judicial pueda actuar con libertad y obje-
tividad. En otros países, tenemos el ejemplo en
el estado español de una denuncia que planteó
Rigoberta Menchú contra los autores de la
masacre en la embajada española de Guatemala
en el año 1980. La Audiencia Nacional desestimó
la demanda de genocidio, tortura y crímenes de
lesa humanidad o de guerra por considerar que
los tribunales españoles no tenían jurispru-
dencia al no haber presentado el caso antes en
tribunales guatemaltecos. Sólo se aceptó la
investigación de los casos de españoles que
habían sido torturados y asesinados. Con esto
te darás cuenta que posibilidades de lucha
contra la impunidad, contra la injusticia les queda
a los guatemaltecos.
Dentro de este proceso hubo varias partes en
conflicto, pero para centrarnos las más
importantes fueron dos, el ejército y la gue-
rrilla. En el caso de estos últimos hay infor-
maciones de que utilizó la lucha armada
contra la población civil. ¿Cuáles fueron las
circunstancias que concurrieron para que esto
sucediese?
En el proyecto REMHI (Recuperación de la
Memoria Histórica) hay testimonios de abusos
y atrocidades cometidas por la guerrilla contra
la población civil (masacres, reclutamientos
forzosos, asesinatos). Si a las fuerzas estatales
militares y paramilitares se les atribuyó un
90% de los abusos, a la guerrilla se le atribuye
un 5%. En general la guerrilla agredió a las comu-
nidades o personas que presumiblemente cola-
boraron con el ejército y la mayor parte de los
casos relatados sucedieron después de los años
81-82 (de mayor brutalidad oficial) y no se
atestiguan torturas como estrategia de guerra,
ni comunidades arrasadas. Yo creo que se puede
subrayar que el ejército seguía como táctica de
guerra el aterrorizar y agredir a la población civil.
A partir de que en los años 80 se empieza a implan-
tar la política de tierra arrasada, el objetivo mili-
tar es claramente la población civil (sobre todo
indígena) como medio para asfixiar a la guerrilla.
¿Esto pudo ser porque hubo población indígena
que fue reclutada a la fuerza por el ejército?
Sí. La guerrilla también trataba de evitar la cola-
boración con el ejército de esa manera y ame-
nazaba (según los testimonios recogidos) a la
población. Ante ambas presiones, hubo comu-
nidades que se resistieron tanto al patrullaje for-
zoso que el ejército trataba de imponer como a
participar activamente en la guerrilla.
Después de los acontecimientos, ¿las personas
mayores cuentan a sus descendientes qué es
lo que pasó en aquellos terribles años o lo tra-
tan de ocultarlo?
Sí. Hay parte de la población que no dio su tes-
timonio y que guarda silencio dentro incluso de
su familia. Esto puede tener que ver con el
miedo por seguir conviviendo con víctimas,
por amenazas reales, por autocensura y senti-
miento de indignidad por haber participado en
atrocidades, o por temor ante situaciones socia-
les polarizadas en las que el hablar pueda tener
consecuencias negativas sobre los suyos. No creo
que fuera por eludir la revancha.
De hecho en todo proceso de reconstrucción
social en sociedades post-conflicto en que
queda una violencia estructural, el conoci-
miento de la verdad sobre lo sucedido, del con-
texto histórico o de las tácticas del poder, son
necesarias para que se vayan cerrando heridas.
Testimoniar sobre lo sucedido no tiene por qué
fomentar el odio.
¿Cómo conviven en las comunidades vícti-
mas y verdugos?
Conviven con miedo, con silencio. Hay que
tener en cuenta que se destruyó prácticamen-
te la convivencia por la coacción, los enfren-
tamientos, las masacres, las desapariciones y eso
es algo de lo que aun no se han recuperado los
y las afectadas. Hay un caciquismo y sigue
habiendo un apoyo por parte del ejército y del
Gobierno hacia determinadas personas, para que
sigan controlando la vida comunitaria. Pero tam-
bién hay formas de recuperación de la convivencia
que se traducen en asociaciones de familiares
de víctimas y otros movimientos sociales.
Hoy en día ¿existe aún el miedo a seguir inves-
tigando lo ocurrido?, ¿existen las amenazas
solapadas, sobre las personas u organizaciones
que quieren esclarecer los hechos.
Las amenazas son reales, abiertas y hay miedo,
pero la gente sigue adelante con la investiga-
ción de las agresiones a los derechos humanos,
llevando a cabo exhumaciones, de cementerios
clandestinos y planteando demandas en contra
de los autores intelectuales, como Ríos Montt.
Sin embargo el clima en estos momentos en
Guatemala está tenso. De hecho Amnistía
Internacional que dedicó su informe el pasado
año a Guatemala, dejó muy claro que los dere-
chos humanos son muy frágiles y muy vulne-
rados en este país.
En este tipo de actos la tortura fue una de las
claves para inculcar el miedo, para enterarse
de quién se oponía a las dictaduras o sobre
lo que tú indicas de la pérdida de identidad.
Está claro que la tortura tiene consecuencias en
la persona que la sufre, pero también en su entor-
no al que puede paralizar e incluso en los des-
cendientes de las personas que fueron torturadas.
La tortura sigue estando ahí como algo pre-
sente, por la impunidad de que gozan los tor-
turadores a los cuales no se les ha condenado.
Esto propicia que siga el miedo latente y favo-
rece un control social para que la gente no se
movilice o que no hable.
Volviendo a la situación que se vive, pienso
que por mucho que nos mentalicemos, que
nos intentemos poner en el pellejo de estas
personas, si no estás in situ y no los vives es
casi imposible de entender. Cuál es tu expe-
riencia al respecto.
Tienes que salir de tu medio e ir a otros sitios
donde sean tan agresivas las circunstancias
políticas y económicas para ser consciente de
lo que es esa realidad. Allí te darás cuenta de que
se necesita estar informada y tener otras refe-
rencias que las que vienen dadas por la estruc-
tura social en la que se está inmersa y que te
condiciona con una información manipulada y
con una conducta social "predeterminada".
Podemos afirmar que uno no se puede hacer
a la idea de lo que sucede en Guatemala, si
no ha pasado por allí.
Yo creo que es necesario pasar por allí o por otro
lugar comparable. Si te quedas en tu día a día,
en lo más cotidiano, no te haces a la idea de lo
que sucede fuera ni tampoco del valor de la soli-
daridad, del compromiso.
Pero quizás la implicación que puedas tener
aquí es menor a la de allí, añadiendo a ello
la mayor dificultad que se da en Guatemala.
Aunque las situaciones sociales, políticas y
económicas sean diferentes, cada una se puede
implicar en su medio todo lo que quiera. Las exi-
gencias de las diferentes actuaciones serán
distintas pero la capacidad de compromiso y de
implicarte con el otro se puede desarrollar en
Las amenazas son reales, abiertas y hay miedo, pero la
gente sigue adelante con la investigación de las agresiones
a los derechos humanos, llevando a cabo exhumaciones,
de cementerios clandestinos y planteando demandas en
contra de los autores intelectuales, como Ríos Montt
EFRAÍN RÍOS MONTT
Es conocido popularmente en su país como "El General",aunque también recibe el sobrenombre de "el Pinochet de
Guatemala". Nació el 16 de junio de 1926 en la ciudad de Huehuetenango. Ríos Montt comenzó su carrera militar en el
ejército guatemalteco en 1946, fecha en la que se graduó como cadete en la infame Escuela de las Américas. Llegó al
grado de general en 1.970. Cansado de aplastar revueltas campesinas, entró en política en 1974, apoyado por los partidos
Democracia Cristiana Guatemalteca y Frente Unido de la Revolución. Participó como candidato a la presidencia de la
República. Durante aquel proceso de electoral, varios partidos apoyaron la idea de que hubo fraude, afirmando que Ríos
Montt había ganado las elecciones. Sin embargo el triunfo fue dado a Kjell E. Laugerud García. Es entonces enviado como
agregado militar de la embajada a España, puesto en el que permaneció hasta 1977. Ya de vuelta en Guatemala, en 1978
abandonó la fe católica y se adhirió a la secta de la Iglesia del Verbo, una iglesia evangélica-pentecostal con sede en
Eureka, California. Obsesionado con el milenarismo que predicaban los misioneros del Verbo, Ríos se entregó a las tareas
pastorales y divulgativas.
En 1982, tras un golpe de estado apoyado por la CIA, Ríos Montt implantó un régimen militar puro y duro que terminó en
1983 cuando el general Óscar Humberto Mejía se hizo con el poder en un golpe incruento, también apoyado por EE.UU. A
partir del retorno de la democracia en enero de 1986, Ríos ha intentado con denuedo volver a la Presidencia por medios
más o menos "democráticos". Su candidatura en las presidenciales , para las que casi siempre contaba como favorito, ha
sido sistemáticamente inhabilitada al socaire de un artículo constitucional que prohibe optar al cargo a antiguos
mandatarios llegados al poder por medios no democráticos. En 2001, la Asociación para la Justicia y Reconciliación
interpuso una denuncia contra Ríos y su Alto Mando Militar por el asesinato de 1.200 personas. Su amnesia, compartida
por muchos de sus votantes y diversos manejos políticos han conseguido mantener alejado de los tribunales al general que
una vez aseguró que el buen cristiano es "aquel que se desenvuelve con la Biblia y la metralleta".
Guatemala,
la muerte que no cesa
Pueblo en extremo olvidado y que desde 1960 hasta 1996, fecha en que se firmaron los
acuerdos de paz, sufrió una represión brutal que se tradujo en asesinatos, violaciones ,
torturas y un exilio forzoso para miles de millares de personas que se vieron obligadas a
dejar sus hogares ante la disyuntiva de elegir entre la vida o la muerte.
Imágenes de la conmemoración de la masacre de San José del Río Negro (Alta Vera Paz). Campesinos de la comarca
escriben, a modo de homenaje, los nombres de los familiares asesinados.
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