Al
finalizar el recuento de votos de las elecciones municipales del 2003,
España ha vuelto a ser amenizada por una nueva función teatral del sistema.
A esta farsa pantomímica de los vividores gubernamentalistas, a los que mal
llaman políticos, hemos de añadir la tergiversación de los medios de
comunicación, algo ya habitual y nada sorprendente.
Sabido es que estos medios
comunicativos del sistema creen que su realidad estriba en la moderación, en
lugar de basarse en la evidencia y abogar por la mera descripción de la
radicalización ideológica de la sociedad.
Lo cierto es que la izquierda
ha salido victoriosa en estas elecciones. De los 34.547.370 habitantes con
derecho a voto, 11.280.256 se han abstenido, 404.955 han sido votos en
blanco, 307.607 han sido nulos, todo esto frente los 7.872.874 del partido
popular.
Este indicativo de
desaprobación del pueblo hacia el sistema es ocultado por los medios. El
número de descontentos es inmensamente mayor al número que ha conseguido el
partido que se autoproclama triunfador.
Resulta incuestionable que la
mayoría de la población se ha decantado por la abstención antes de decidirse
por alguien, que con la excusa de la representación, utilice su poder para
oprimir e ignorar al pueblo.
Señores, los abstencionistas
hemos ganado las elecciones.
David Peña Pérez |