Han declarado la paz de los
muertos y los espíritus pusilánimes se relajan. Aznar está contento. Aznar
podría haber ganado
Ya
baja, ya baja el tono, ya baja la tensión... Han sido casi dos meses, dos
meses en que el éxito ha sorprendido a la propia empresa (si así puede
llamársele). Se han sacudido conciencias, espíritus y cacerolas. Y una vez
cumplido el deber de salvar al mundo, nuestra alma se debate en la espantosa
tesitura de si esta Semana Santa (que ni es semana, ni es santa, ni es nada)
seremos de los primeros valientes en ir a la playa -parece que el tiempo va
a acompañar- o aprovecharemos las últimas nieves para lucir aún un poquito
más el modelito que, quizá, ya no sirva para la temporada que viene. España
es un país en el que media población se va -dice- a esquiar todos los fines
de semana y, desde que se jubilaron los hermanos aquellos, la nación grande
y libre no se ha comido un rosco níveo. Al menos con el tenis hay una
coherencia y nuestros pijos nadan en trofeos (y en pasta, claro).
De un momento a otro,
carentes del permiso de la autoridad y como el tiempo no lo va a impedir,
las acampadas serán levantadas a viva fuerza, pero pocos recibirán los
porrazos: la mayoría se habrá ido ya a casita, con su bagaje de Barrio
Latino versión siglo XXI y una buena batallita para explicar, dentro de diez
o quince años, a los colegas del consejo de administración y, dentro de
cuarenta o cincuenta, a los nietos. Que nadie se escandalice: es la historia
de siempre. Los maoístas que se encabronaron contra la intervención en
Vietnam, aplauden hoy a los asesinos de mujeres y niños y forman parte de su
cotarro, de su claque. Y no es un "pour parler": ahí tenéis, sin ir más
lejos, a Piqué.
Han declarado la guerra
terminada y un cañonazo de tanque ha bastado para que los periodistas
huyeran despavoridos llevándose a sus muertos. Ya no hay ojos, ya no hay
luz, ya no hay taquígrafos; desde hace un par de días, sólo hay un mierda
cualquiera designado por el Pentágono que nos va a explicar lo que le dé la
gana. Y aquí paz (sí, sí, paz, dicen) y luego gloria (música de fondo: "Stars
& Stripes").
Y ahora, a poner los pies en
el suelo y a lo que nos interesa, que dentro de un mes empieza el circo
electoral y tenemos que decidir quién será el próximo aliado de los
norteamericanos.
Hemos asustado al sistema;
hasta Zapatero, hace una semana, le dijo a Aznar (bueno, vino a decirle):
"Oye, chato, ten un gesto para que podamos reemprender el consenso sin
quedar mal porque si seguimos peleados como gatos, estos milloncitos de
pelaos que están haciendo la paz por su cuenta nos van a echar del machito".
Hay, pues, que recomponer el
sistema, repartirse a los millones de pelaos con cuatro majaderías de esas que
dan votos para estar medrando cuatro años más y, sobre todo, sobre todo,
sobre todo, que nada cambie. Hay quienes han dicho que ha nacido una nueva
fuerza mundial: la opinión pública. Hostia, que me caigo de la silla. Iba a
decir que, en todo caso, el nacimiento de la opinión pública como fuerza
habrá sido un aborto, pero yo creo que ni eso, que ni siquiera ha habido
polvo. El único polvo es el de aquello de "Pulvis est et pulvis reverteris",
tan propio de la temporada litúrgica que corre. Creímos que le habíamos
sacudido un palo al sistema pero ¡ja! unas narices, con las cosas de comer
no se juega y el sistema tiene reacciones muy rápidas y muy eficaces cuando
corre peligro.
Ya nos hemos divertido con
las movidas, adiós muy buenas, joder qué bien lo hemos pasado, ya hemos
salvado al mundo. Dentro de unos cuantos años cuando se haga mítica -y poca
cosa más- de estos días, todos contaremos cómo combatimos por la paz codo
con codo con el chavalín que, como diría Boadella, es el escudo humano
homologado por la Generalitat (aunque volvió prontito porque se lo prometió
a mamá y a media docena de realizadores de TV3). Naturalmente, será mentira
en el 90 por 100 de los casos pero si en el 68 yo debí de ser el único
español que se quedó en España, mientras los demás treinta millones daban
escolta a Cohn-Bendit, digo yo que ahora me toca un poco de parte de
fantasmada rojillo-heróica ¿no?
El martes de Pascua, las
aguas volverán a su cauce, los estudiantes a sus clases y los parados al
INEM. Sólo dos o tres -los de siempre- volverán al trabajo (digo TRABAJO, no
cachondeo) de cada día, porque lo de Irak no se ha acabado, lo del Congo no
ha acabado (ellos lo saben, pero no por la ministra), y lo de decenas y
decenas... ¡centenares! de territorios más o menos nacionales en todo el
mundo no ha acabado. Seguirán existiendo Nike (¿sabíais que Nike equipa a
una gran mayoría de los rompedores de McDonald's?), Diesel, CocaCola, Kraft
y el Banco Bilbao Vizcaya y seguirán existiendo las maquiladoras en China,
en Vietnam, en Filipinas, en Marruecos, en Indonesia... ¡buf! en medio
mundo.
Despierte el alma dormida
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida
como se viene la muerte
tan callando
Lo dijo Jorge Manrique hace
más de quinientos años, pero aquí, si nos enteramos, es para montar una
juerga flamenca.
Fue divertido mientras duró.
Ahora le toca reir a Aznar. Y, claro, el que ríe el último ríe más a gusto.
Que durmáis bien, que seáis
felices y que tengáis unas buenas vacaciones.
El Empecinado |