EDITORIAL

Ante el 11 de Mayo

S.P. del Comité nacional

El 11 de Mayo es una fecha de recuerdo y homenaje a los compañeros asesinados en 1886 durante las protestas en pro de la jornada de ocho horas. Por esto, no es una fiesta, sino un día de lucha que ha de reflejar las reivindicaciones laborales actuales. Hoy en día, después de una paulatina pérdida sucesiva de derechos, nos encontramos con un panorama laboral donde la precariedad y el abuso mandan.

Desde el cambio de régimen político, estos últimos 25 años, lo que era una incipiente clase obrera combativa y con ideología, ha sido domesticada con pactos que la relegaban a un papel pasivo, mediante elecciones sindicales y liberados, profesionales de lo sindical, quitándole todo poder de decisión y dejándola en manos de unos cuadros sindicales más cercanos al compadreo con el patrón y al politiqueo que a la realidad de los tajos.

Domesticada la clase obrera y teniendo la Patronal un interlocutor único y próximo, se han ido sucediendo las pactadas reformas laborales que nos han ido recortando derechos y conquistas laborales; todo con la complicidad de los llamados "sindicatos mayoritarios", necesarios para dar una apariencia de acuerdo y negociación.

Esta inercia de pactos, unida al delegacionismo y a la apatía a que se han acostumbrado los trabajadores, nos ha llevado a la actual situación de precariedad y abuso patronal. Nos hacen contratos chapuceros; un mínimo de reivindicación conduce al despido; los accidentes aumentan; la solidaridad es más un mito que una realidad; vivimos una situación que nos obliga a ser cada vez más dependientes y en la que factores ajenos y decisiones tomadas por no se sabe quién nos marcan la vida.

El panorama parece desolador, pero la clase obrera se ha sobrepuesto y ha salido de momentos peores que éste. La CNT, a pesar de todos los pesares, aquí sigue, manteniendo la esencia del sindicalismo con mayúsculas, solidario, sin pactismo ni compadreos, sin profesionales de lo sindical que defienden sus prebendas, en vez de defender a los trabajadores, garante de que el sueño por una sociedad más justa e igualitaria puede ser una realidad.

Las muertes absurdas e injustas, como las que se han producido y se siguen produciendo en Irak, ocasionadas por el más canalla de los motivos, el económico, nos indignan y conmueven. Sin embargo, cuando los muertos tienen nombre y apellido, cuando son próximos, el dolor y la indignación nos toca más profundamente.

Deseamos dar nuestras condolencias más sentidas y expresar nuestra más absoluta solidaridad a la familia de José Couso, en este momento en que las palabras pierden sentido.

Arriba lucha antifascista