Fotografía: Eduardo Rodríguez Ochoa

¿Qué pasó con el peligro terrorista?

Juego de peones

Isaac Bigio

Los motivos para ir a la guerra contra Irak fueron confiscar su supuesto arsenal de armas de destrucción masiva y golpear a un pretendido socio de Al Qaeda. Hussein ya cayó y no se ha encontrado un solo recipiente de gases así como ninguna prueba que vincule a su movimiento de origen republicano, socialista-nacional y secular con el fundamentalismo anticomunista y social conservador de Bin Laden.

La guerra iraquí fue el escenario que hubiese necesitado toda seria amenaza panislámica para aprovechar y golpear a Occidente. Mas, no se produjo un solo atentado de Al Qaeda, lo cual demuestra la debilidad de ésta.

Todos los analistas concuerdan en reconocer que Al Qaeda fue inicialmente financiada y armada por la CIA para crear una red de retrógrados oscurantistas islámicos contra los soviéticos. Sin embargo, una minoría de ellos (como el estadounidense Petras), concibe que su inactividad en la guerra demuestra que ésta no existe o que es una pantalla creada por los halcones para justificar la militarización global y la conculcación de derechos a los inmigrantes y ciudadanos en occidente. Meysar, autor del ‘best seller’ francés durante 2 meses ‘La Gran Farsa’, incluso afirma que los Bin Laen tienen negocios en común con los Bush y que no es casual que no se le encuentre.

Tras la cacería contra Al Qaeda en el Reino Unido se creó un clima de paranoia, se militarizó el aeropuerto de Heatrow y se acaba de aprobar una ley para retirar la ciudadanía a incitadores del terror.

Diversos periodistas pueden decir que esta posición es parte de una teoría conspiradora de la historia pues ha habido algunos atentados desde Bali a Kenia y hay una red de grupos armados fundamentalistas desde el este iraquí hasta las Filipinas.

Lo cierto es que la guerra ha demostrado que Al Qaeda no es el peligro descrito y que tampoco ha existido lazo alguno con sus tradiciones enemigos del Baath a quienes les tildan de infieles por haber permitido que las mujeres iraquíes no usen el velo y por haber querido separar a la religión del estado.

El presidente egipcio ha alertado que con el tipo de intervenciones anglo-americanas se crea tanto resentimiento que podrán surgir unos cien Bin Ladens. Sin embargo, la polarización entre la civilización liberal y la barbarie clerical mahometana es algo de la cual bien saca provecho Bush y Blair para justificar apoyo interno para implementar su política internacional que pasa por limpiar al globo de regímenes contestatarios e imponer sistemas liberalizados que faciliten la penetración de sus inversiones.

La principal amenaza contra los intervensionistas no son los inexistentes gases o los debilitados grupos islamistas de terror, sino las masivas marchas de protesta que sacudieron al globo en estas semanas. Son las masas quienes pueden ser las armas de destrucción de muchos gobiernos guerreristas.

La necesidad de crear un pánico anti-terrorista y un eterno enemigo (que ahora es Siria y mañana puede ser Irán o Corea del Norte) tiene como objetivo desviar la agenda de los agudos problemas sociales de la humanidad (desempleo, inmigración, recesión, SIDA, hambre en el tercer mundo, etc.). Los atentados de grupos islamistas servirán para justificar la mano de los aparatos policiales contra los inmigrantes y las protestas.

Arriba lucha antifascista

Moncho Alpuente

En el tablero global, Aznar es un peón que ejerce de mensajero correveidile para el amo blanco de WashIngton. Su apoyo incondicional y entusiasta a las directrices fariseas del gobierno Bush le ha ganado un puesto como heraldo negro portador de malas noticias y funestos augurios. Su toma de posición en el conflicto no ha sido ni mucho menos la jugada maestra que había concebido en su delirio de pequeño estratega; de un plumazo, de un manotazo, ha conseguido: enfrentarse con la mayoría de sus socios europeos, especialmente con Francia y Alemania, en un momento especialmente delicado ante la próxima ampliación de la U.E., enturbiar sus relaciones con la ONU, y ganarse la enemistad de millones de árabes desmontando una labor diplomática de muchos años. Por supuesto y ya en el frente interior también ha conseguido enfrentarse a más del noventa por ciento de la opinión pública de su país y erosionar gravemente el patrimonio electoral de su partido. Todo un record de despropósitos que se corona con el colofón ignominioso de la postura de su gobierno frente a las explicaciones, o más bien a la falta de ellas, de los amos de Washington sobre el asesinato de dos periodistas, uno de ellos español, en el Hotel Palestina de Bagdad. Ni "fuego amigo", ni respuesta al fuego de francotiradores, los artilleros del blindado estadounidense sabían que estaban disparando contra la libertad de expresión representada por unos periodistas que no estaban incrustados en sus tropas ni obedecían fielmente sus directrices, ni se creían sus mentiras.

Los cabildeos, mariposeos y devaneos de Aznar y sus adláteres, la inefable Ana Palacio y el enigmático Federico Trillo, serían materia para un sainete, si en esta ocasión su trama no estuviese enmarcada en la tragedia y en la masacre, tragedia bufa, sainete grotesco al que ya no le queda ni una apariencia de verdad, mamotrético guión de un Apocalipsis redactado por un semianalfabeto que dejó las visiones del alcohol y ahora delira y alucina con la Biblia. Bush se cree Moisés pero por ahora se parece más a Baal, sanguinaria deidad de Babilonia adicta a los sacrificios humanos.