En memoria de Julio Anguita Parrondo

Duros de madera a tres pesetas

Germinal

Hace poco tiempo, oí decir a Basilio Martín Patino que le producía cierta alergia que se considerara "documental" a algunas de sus películas. Más aun, que pensaba que, al contrario de lo que la mayoría pudiera creer, estaba seguro que mucha más verdad contenía uno de los filmes llamados de "ficción" que aquellos otros que pretendían pasar por "reales", o por "verídicos", que al caso viene a ser lo mismo, esas imágenes que llamamos documentales. No puedo menos que aprovechar la oportunidad para decir que el salmantino dirigía estas palabras al selecto público que se había dignado acudir al acto organizado en una facultad de Ciencias de la Información de "provincias". Las dos docenas de asistentes éramos un par de profesores libres de servicio; tres o cuatro despistados ajenos al mundo académico, como el que escribe esta líneas, y una clase de alumnos "acarreados" por un voluntarioso profesor que se disculpaba apelando a la seria competencia que significaba que, a la misma hora del acto, organizado por cierto por uno de esos sindicatos que llamamos "amarillos", se hubiera convocado también un "botellón".

Palabras que no dejan de rondarme la cabeza, sobre todo, tras la visión de Polígono Sur, uno de esos documentales a los que se refería el autor de Octavia. Porque la película sobre el barrio hispalense es más falsa que aquellos duros llamados "sevillanos", quién sabe por qué maldad, o que la Andalucía heroica del cineasta soviético Peruchov. Tan engañosa que, como me comentaba un amigo, lo que más preocupa de la película de Dominique Abel, es que algún ingenuo o forastero ignorante, tras verla, decida pasarse a las doce la noche por las calles del Polígono buscando esas románticas candelas flamencas o la aparición del duende al compás del botellín de "Cruzcampo", marca de cerveza que nunca agradecerá suficiente la gratuita propaganda que se le hace.

Si a alguien le quedaba alguna duda sobre la pervivencia allende los Pirineos de los más rancios tópicos de la España mora y misteriosa decimonónica o folclórica y despreocupada del franquismo del siglo pasado, sólo tiene que ver este Polígono Sur en el que la "gracia" y el "arte" se dan de las manos en medio de un desolador paisaje urbano que sólo alcanza su protagonismo en contados momentos, como el de la charla de distintas generaciones de mujeres y pocos más, mientras que predomina la "España cañí" de barras y conversaciones atropelladas o el "culturalismo" barato de pretensiones buñuelianas del borrico en el piso, mientras que "El Indio", conocido personaje local, lo mira desde la calle. Escenas que no aportan nada más que indiferencia, cuando no indignación, por el modelo propuesto. Un modelo tan corto y plano como el reportaje de Abel.

La verdad es que a uno le gustaría que buenas intenciones como ésta tuvieran mejor fin. No sólo por sus bienintencionados, o al menos eso quiero pensar, autores, sino también por los propios protagonistas para que no se conviertan en caricaturas de ellos mismos. Para que no sustituyan a las juergas de los señoritos en los cuartos por las de las clases acomodadas cultas en cómodas butacas de centros comerciales plagados de guardias jurados. Porque, lamentablemente, no es que el Polígono sea algo más que lo que vemos en este "documental", mas ficción que cualquier otra película considerada así, sino que no aparece por ningún lado. Basta una anécdota para explicar mejor lo que quiero decir.

Hace unos años, una cadena de televisión holandesa encargó una serie de reportajes sobre algunos de los barrios marginales de la Comunidad Europea. Como el sagaz lector habrá adivinado, uno de los elegidos fue el sevillano Polígono Sur. El equipo encargado del rodaje empezó su trabajo y al cabo de las semanas, mandó las primeras imágenes a la productora en Amsterdam. Su reacción fue inmediata: uno de sus ejecutivos se desplazó a Sevilla para dejar claro al equipo que no quería tomas "falsas" o "preparadas". Los sevillanos sólo tuvieron que llevar al holandés al barrio y dejarlo andar un rato por sus calles. Después volvió a su tierra. Hasta que el reportaje se terminó nunca se volvió a poner en duda la "veracidad" de las duras escenas que mandaron.

 

Dirección: Dominique Abel.
Países:
España y Francia.
Año: 2003.
Duración: 107 min.
Género: Documental.
Intervenciones: Rafael Amador, José Ríos Vega (Pepe El Quemao), Tío Adolfo, El Varilla, Juana Revuelo, Martín Revuelo, Martín Revuelo (Hijo), Ramón Quilate, Emilio Caracafé, El Turco, Torombo, Manuel Campos, Juan López Romero.
Guión: Dominique Abel y Juan José Ibáñez.
Producción: Antonio P. Pérez, José Manuel Lorenzo y Pierre Olivier Bardet.
Música: Varios artistas
Fotografía: Jean Yves Escoffier.
Montaje: Fernando Franco.
Dirección artística: Lala Obrero.

 

Arriba. ¡LUCHA ANTIFASCISTA!