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La Lex Romana, base de la jurisprudencia actual

Dos pintadas nos llamaron la atención en el Campus Universitario de una Lisboa "post-25 de Abril". Una decía: "no quiero saber lo que tú quieres que yo sepa sino lo que yo quiero saber?. La otra era como una advertencia a los demás: " la Cultura y el Saber me persiguen... ¡pero yo soy más rápido!". La Cultura, comoLa Justicia, nada tienen que ver con la justicia, ni con la cultura, así con minúsculas. Aquellas son Instituciones, y de estas últimas se podría decir lo mismo que de la historia: es lo que queda después de quitarle lo añadido. Hablaremos pues de las tres.

La Historia nos cuenta que la invasión romana nos dejó muchos Legados Culturales. No siempre buenos, pero sí cantidad.

La Cultura nos obliga a aprender que, por ejemplo, el Saber se transformó en Lex, como medio de resolución de conflictos. Y que esto, junto con los monumentos y los tres Césares Hispanos, había supuesto para nosotros poco más o menos el motor de lo Bueno, lo Grande y por supuesto lo Culto, que ahora somos y disfrutamos Algo así como una orgía explosiva de armonía Las sucesivas Iglesias cristianas, olvidando a Júpiter, los leones y defecando sobre sus propios mártires -como lo harían más tarde con el condenado Darwin, admitiendo el «darwinismo social»-, tuvieron a bien subirse al carro de los vencedores, admitiendo su salariato, ocupando las Sedes de sus dioses, defendiendo la Propiedad, el Orden Establecido y... sus Leyes.

Tal vez la Lex, la Jurisprudencia, no sea en primera instancia el peor medio de resolver los conflictos, pero sí UNO DE LOS PEORES. Decía un Juez portugués desplazado a Timor Oriental en una de sus visitas rurales, que muchos de los métodos de resolución de conflictos «eran mucho más eficaces, duraderos y sorprendentes que los dictados por la Oficialía lusitana», y europeos. En Australia nos decían: «en Europa es donde más leyes tenéis y donde menos se cumplen».

Y es que, mientras la Justicia se dedique solo a legislar sobre los efectos, dejando INTACTAS las causas que los provocaron, seguirá habiendo sentencias penales contra aquellos que se vean encausados por estas últimas, es decir, los más desfavorecidos tanto cultural como económicamente.

Si prestamos atención por un momento al hecho de que la población carcelaria ha duplicado sus cifras, pasando a casi 60.000 reclusos -mientras la UGT de León pide más carceleros-, nos daremos cuenta que la opción «otro mundo es posible» está pasando de ser deseable, a ser imperativa.

Las causas económicas que producen la corrupción en la Justicia, el monopolio de la violencia que por Ley detenta el Estado, la no separación de Poderes que posibilita la politización de los Jueces y Fiscales, convierten a la Justicia, la Lex y la Cárcel en el mayor fracaso social que ha conocido la Humanidad desde la Reforma Romana.

El hecho de que se experimente en el interior de la Cárcel con seres humanos HASTA SUS ÚLTIMAS CONSECUENCIAS, "suicidándoles" degenerándoles, en vez del sueño "humanitario" de regeneración, apartándoles de la exclusión social , convierte al Estado y a quienes les apoyan o participan de sus manjares, en simples terroristas indignos del pueblo y de la raza humana.

Los Tribunales no pueden ser justos porque sus leyes ni siquiera emanan de los gobernados, de los pobres o de los excluidos.

Los Tribunales no pueden ser justos (a no ser por carambola), porque incluso la democracia en la que se mueven es tendenciosamente política y estructuralmente no participativa. O sea orgánica.

Los Tribunales no pueden ser justos porque dependen de una pirámide social comandada por las distintas Oligarquías y Mafias bien estructuradas y anidadas en el Sistema Verticalista del Estado.

Los Tribunales no pueden ser justos porque parten de la premisa romana de la jerarquización y de la Autoridad de un ser humano sobre otro, sólo por culpa de la condición social. Una Autoridad concedida... ¿por quien?, ¿por la fuerza de las armas, tal vez?. Está clarísimo que sí.

Los Tribunales no pueden ser justos porque quien hace la Lex no es más que un legislador pagado desde los más altos eslabones del Poder capitalista, y estas Leyes están condicionadas a la partida para que no les afecten a ellos.

Y terminamos (aunque mucho se quede en el tintero, por falta de un espacio que ELLOS sí tienen), con uno de los mayores axiomas de la historia de la humanidad: SI EL SER HUMANO NO PUEDE GOBERNARSE A Sí MISMO, ¿CÓMO PUEDE GOBERNAR A LOS DEMÁS?, O SI POR EL CONTRARIO, SÍ PUEDE, ¿PARA QUE NECESITA QUE LE GOBIERNEN?.

No existe razón para combatir, incluso yendo la vida en ello, por más causa que la lucha contra este flagelo humano llamado AUTORIDAD.

León, diciembre de 2002

Grupo Anarquista «Ideas y Acción»

 Arriba lucha antifascista

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