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Cuadro de texto: BUZÓN LIBERTARIO

 

 

 

Los Olvidados

 

 

El primer Consejo de Guerra sumarísimo celebrado en Gerona, el 1 de marzo de 1939, fue el de mi padre. Juan Lorenzo Alcalde. Lo acusaron de tener ideas masónicas, de ser delegado de la CNT, de ser peligros para el Movimiento Nacional, etc.

Ese mismo día se celebraron tres Consejos de Guerra. En total juzgaron a 27 personas. Cada Consejo de Guerra duraba menos de una hora. Eran juzgados por delitos diferentes, por miloitares, con odio de condenar a los Rojos. Sin derecho a defenderse, estaban condenados de antemano.

El régimen franquista reconoció haber fusilado a 518 personas, entre 1939 y 1945, en Gerona.

A las 9 del mismo día mi madre se presentó en la cárcel/seminario de Gerona. Pidió permiso para ver a su marido. Fuí recibida por el director de la cárcel, el cual cínicamente le anunció "Usted es la viuda de Juan Lorenzo Alcalde. Lo hemos fusilado hoy a las 5 de la mañana". A mi madre le dio un ataque de nervios, gritó su dolor, su desesperación, les llamó asesinos, criminales.

El director de la cárcel le dijo: "Cállate o te fusilaremos a ti también. Tienes una hija pequeña que te necesita.¡Me comprometes! ¡Cállate!".

Los años han pasado, nada se ha hecho por estas personas, por estos fusilados. Sufro la cruel muerte de mi padre. Su ausencia. No olvido, no perdono. Esta injusticia está presente en mí. España no se interesa por estos asesinatos. Sufre una amnesia total. Este silencio, este olvido es una segunda muerte.

Cuando voy a recogerme sobre la tumba de mi padre. Las lágrimas se me escapan de los ojos. Este dolor, esta pena está presente en mi. No puedo controlar mi emoción. Me acerco al lugar donde cayó muerto mi padre, en esta pared del cementerio de Gerona. Ésta, está oculta por nichos, ahora. Antes estaba toda agujereada y llena de sangre. Así no queda rastro de los fusilamientos franquistas. Por ejemplo, el día 28 de julio de 1939, en este lugar, se fusilaron 69 personas.

Uno de los denunciantes de mi padre, paisanos de Salamanca, los dos, vivió en la misma ciudad que nosotras, durante muchos años. Mi padre no pudo verme crecer, su denunciante sí. Me parezco mucho a papá. ¿No tenía remordimientos ese individuo?

En su última carta, dice mi padre: "Lo que más siento es no poder ver andar a mi hija". Yo tenía 15 meses.

Aida

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