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La pervivencia de Bakunin o la Decadencia del librepensamiento

J. Maíz Chacón

La vaguedad que supone no querer -no hablemos ya de no entender- reflexionar sobre nuestra pérdida de libertad es una clara evidencia de lo influidos que estamos. Influencias que en palabra de Mijail eran ficticias, privilegiadas, legales y oficiales de marcado carácter estatal. En la actualidad, la mera privatización de la sociedad económica neoliberal supone la liberalización de los derechos morales fundamentales; con ello, acontecen paradojas como las que en estos días nos rodean, incongruencias de un sistema llamado a sí mismo democracia, en el que se pretende ilegalizar a corrientes políticas disidentes de la versión oficial. Acaso estamos perdiendo los preceptos de aquella república de los hombres geniales que era para Schopenhauer la Grecia Clásica o quizás nunca existieron esos principios.

¿Cuál es la exégesis oficial?, la diaria, la que marca nuestras vidas, la que ansían repetimos como haría un pastor a sus introvertidas ovejas. Rebaño humano sigiloso que marcha en silencio hacia la más absoluta miseria intelectual.

El actual proceso de sumisión, dista mucho de aquellas proclamas decimonónicas en las que se aspiraba a la verdadera emancipación humana. Las nuevas y añejas redes de dependencia -no se entienda en un sentido materialista- abogan por la creación de los 'siervos de la empresa' (herederos de la gleba) para así poder mantener el poder soberano establecido por la gracia de dios. Eminentemente para sostener todo este complejos entramado de engaños y robos finiseculares se nos antoja necesario el establecimiento de un método de leyes -siempre- externas a la voluntad humana y natural. Un ser racional, que está siendo capaz de acabar con los pequeños avances que aquellos utópicos alcanzaron. De la sumisión laboral se ha pasado a la alineación mental de todos y cada uno de los individuos. Por lo tanto, y como espectadores, vemos pasar delante de nosotros repetidos episodios y constantes atrasos que nos hacen pensar en la imposibilidad de alcanzar la meta del progreso histórico. ¿Podemos llamar Progreso a la continua explotación de los recursos -finitos- de la naturaleza, a la perpetuación del trabajo infantil, a la difamación de políticas sexistas y racistas, a las torturas en las cárceles, en definitiva es necesario posible denominar progreso a un proceso socioeconómico estancado y maloliente como las aguas fecales? ¡No!, pero para eso es necesario la decadencia del librepensamiento y la siempre presente perpetuación en tiempo ilimitado - de toda clase de dogmatismos empeñados en fundamentar los injustificable. La Libertad no es aquella que nos venden puesto que no es una mercancía, no se trata de establecer la creación dos ejes humanos enfrentados entre sí; de buenos y malos, de Norte y Sur, de reformistas y contrarreformistas, ... sino más bien de ser autónomos para poder elegir no estar sometidos a un Estado que rige -sin ningún tipo de consulta- el bien del pueblo y sus constantes operaciones -maquilladas- de (in)Justifica Infinita.

Con la formación de los grandes imperios de la comunicación se ha desarrollado la pesadez intelectual, la pizca ensayístico y la pérdida de la creatividad, así como la difamación manifestada en su quehacer diario. ¿Qué nos queda?, ser simples marionetas de este teatro absurdo, amargo y barroco en el que se ha convertido nuestra vida o poder ser nosotros mismos los que tengamos bien sujetos hilos y riendas sobre las que se afirma nuestro propio devenir. Bakunin, entre liado en interpretar a sus contemporáneos, consideró necesaria la rebelión contra la autoridad; ya sea individual o colectiva. Hoy esa misma se nos manifiesta como poder mediático que se muestra capacitado para hacer de las mentiras simples formas de divinidad contra las cuales, nosotros - obligados fieles - no podemos ni debemos cuestionar. Con el establecimiento de este tipo de afinidad, se cierran los circuitos en tomo a nuestros postulados. Pese a ello, aún nos mostramos aliados años luz de los verdugos y sus cómplices. Aún reclamamos el desarrollo de manejos más justos e igualitarios; una verdadera sociedad horizontal que pueda acabar con la clasista y sus males. Para ello, sin duda se hace necesario la contrainformación la acción conjunta y la consolidación de más y nuevos proyectos autogestionados. Presentemos alternativas y denunciemos sinrazones, hoy al igual que ayer es necesario.

Tú y yo somos sospechosos.

 

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