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El naufragio del trabajo forzado

(algunas reflexiones sobre el trabajo)

Josep

INTRODUCCIÓN

Mientras los ideólogos y los intelectuales de la izquierda del capital navegan a la deriva, sin rumbo, incapaces de achicar tanta agua que la tempestad ha introducido en las viejas bodegas de sus organizaciones jacobinas y endogámicas, sin querer ni poder comprender absolutamente nada de lo que ocurre en un mar embravecido... los ideólogos e intelectuales de la derecha del capital parecen entender mucho mejor lo que está pasando. Es tanto así, que algunos de ellos se prestan cínicamente a intervenir y a participar en las reuniones y conferencias de la autodenominada izquierda progresista para explicarles cómo pueden salvarse del naufragio.

Unos y otros, de la mano, se unen para apuntalar la diosa "economía del mercado".

Este es el caso de Guillermo de la Dehesa, presidente del CEPR, el "Centre for Economic Policy Reasearch", (recientemente propuesto por Emilio Botin como consejero independiente del banco SCH). Su asistencia a la Cumbre de Porto Alegre es una buena muestra de ello.

En realidad, me preocupa muy poco el naufragio de la izquierda del capital. Puede el señor Mendiluce y compañía estar muy tranquilos y continuar su inútil esfuerzo en la reconstrucción de esta izquierda cadavérica.

Tampoco me preocupa en demasía lo que la derecha del capital pueda aportar de novedoso (¿novedoso?) en su esfuerzo de poner a flote una zozobrada barcaza repleta de piratas. Su hundimiento es inevitable.

Simplemente, el análisis y crítica de su discurso es, para este ciudadano, un motivo de reflexión en el camino de la búsqueda de respuestas (respuestas para la acción).

(Puede leerse el artículo "La educación y la formación lo son casi todo" de Guillermo de la Dehesa en el diario EL PAIS, sábado 25 de mayo de 2002. OPINIÓN/pág.11. Sobre él basaré mi escrito. )

EL CRECIMIENTO ECONÓMICO

Dice Guillermo de la Dehesa:

"El título de este artículo ("La educación y la formación lo son casi todo") no es una exageración, sino la mera constatación de la realidad de las sociedades y de las economías actuales. No sólo son ambas los elementos fundamentales para conseguir ampliar la igualdad de oportunidades, para aumentar la movilidad creciente interclasista, así como para determinar los distintos niveles de salarios en el mercado de trabajo, sino que también son, sobre todo, junto con la investigación y el desarrollo, que dependen también de ellos, los factores clave del crecimiento económico.

La gran mayoría de los estudios empíricos que se han llevado a cabo sobre los factores que determinan, en mayor medida, las tasas de crecimiento económico de un país, tanto utilizando los modelos neoclásicos como los nuevos modelos de crecimiento endógeno, muestran una consistente evidencia de la importancia de la educación y la formación, es decir, del capital humano, como elementos clave, tanto para alcanzar una mayor productividad por hora trabajada o persona empleada como para generar y adoptar nuevas tecnologías.

Es más, a diferencia del capital físico, el capital humano, a través del conocimiento, tiende a tener rendimientos crecientes, ya que puede conservarse, aumentarse y transmitirse y puede ser utilizado simultáneamente por muchas personas sin que la utilización por unos excluya la de otros."(...)

Si de alguna manera podríamos llamar a la nueva sociedad emergente sería como la SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO. La podríamos llamar así para diferenciarla con claridad de la vieja sociedad moribunda: la sociedad del trabajo forzado.

Pero esta definición, que tiene una gran validez explicativa del proceso histórico en el que estamos inmersos, necesita una profunda reflexión para comprenderla.

El conocimiento humano siempre ha sido la primera fuerza creadora que ha acompañado a nuestra fuerza física. Son dos fuerzas inseparables que nunca han estado en contradicción. La primera es el producto de nuestra capacidad neuronal (que no ha variado un milímetro desde los primeros Homo Sapiens que conocemos). La segunda es producto también de una estructura corporal o fisiológica que heredamos genéticamente y que tampoco ha sufrido variaciones perceptibles desde hace cientos de miles de años. Así, mientras nuestra potencialidad corporal no ha cambiado, nuestra capacidad neuronal (la inteligencia) nos ha permitido avanzar en el conocimiento, aumentarlo, transmitirlo y acumularlo. La inteligencia es nuestro instrumento más preciado y los conocimientos alcanzados son nuestro mayor Patrimonio.

Podemos decir, que los seres humanos hemos andado un largo camino en donde nuestra actividad fundamental nuestra supervivencia, el goce de la vida, y nuestra continuidad como especie- la hemos podido resolver de una manera cada vez más eficientemente gracias a los conocimientos que hemos ido adquiriendo. Nos dio destreza, primero, para utilizar nuestras manos para aprovechar y transformar los recursos de la naturaleza; nos dio, luego, el ingenio para usar herramientas cada vez más precisas; y luego para construir máquinas y más tarde, para construir complejos artilugios robotizados. A los robots les hemos incorporado nuestra destreza hasta el punto de que pueden realizar con rapidez, repetición y precisión las actividades que anteriormente nosotros hacíamos con esfuerzos agotadores en largos periodos de tiempo. Además hemos logrado que ellos mismos corrijan errores y añadan nuevas posibilidades. Nuestra interacción con estos ingenios que hemos construido nos ha abierto un mundo apasionante de creación hasta ahora solamente al alcance de unos pocos soñadores.

(Un inciso: Este proceso innegable que nos ha conducido a los seres humanos desde la edad de la piedra hasta la era de la biotecnología no se ha desarrollado fuera o  al margen de un hecho determinante: Lo hemos realizado en el seno de unos sistemas sociales concretos.

Antes de la división del trabajo, en sociedades tribales recolectoras y cazadoras, los conocimientos y su aplicación eran totalmente patrimonio común de la colectividad. Todo el mundo era cazador, pescador, recolector o realizaba otras de las actividades comunes (en colaboración) sin diferenciación. Entonces, el conocimiento, su posesión, conservación y transmisión era común para todos los miembros.

A partir de la apropiación privada, han sido los grupos en el poder los que realmente han poseído y utilizado los conocimientos para su propio beneficio. Si el conocimiento es realmente propiedad de quien lo posee y utiliza, podemos decir que el proceso de pérdida de este Patrimonio común se ha ido agudizando a la par que las sociedades hemos ido avanzando.

El siervo no estaba totalmente desposeído de sus útiles de labranza ni mucho menos de sus conocimientos sobre su trabajo. El artesano fabricaba y mejoraba sus propias herramientas y sumaba destreza y habilidad en el oficio.

Fue en las primeras etapas del desarrollo capitalista cuando el trabajador empezó a verse separado de los instrumentos de trabajo y alejado de los conocimientos que los hicieron posible. Desposeído de éstos, se entiende perfectamente los primeros temores y rechazos a aquellas innovaciones tecnológicas de las que no era propietario y que, por tanto sólo serían utilizadas para aumentar su explotación o para desvalorizar su fuerza de trabajo.

En la medida en que el sistema capitalista avanzó más, el trabajador se convirtió en un apéndice de una máquina -cada vez más desconocida- y de un proceso productivo que también más ignoraba en su conjunto.

Así hemos llegado al punto en donde podemos decir que la mayor parte de la sociedad está ya absolutamente desposeída del conocimiento. Es, cada vez, menos patrimonio común y cada vez más propiedad de unos especialistas (médicos, ingenieros, biólogos, etc.) quienes lo utilizan y desarrollan al servicio del poder.

Expoliados de los medios y de los conocimientos, los seres humanos ya ni podemos ni sabemos fabricar la mayoría de los objetos que usamos. El Capital nos ha convertido en desposeídos e ignorantes.

Esto respondería a una pregunta sencilla que nos hacemos los ciudadanos: ¿Cómo es posible que una gran parte de las poblaciones del Planeta no utilicen la gran cantidad de soluciones tecnológicas que el mundo occidental hace muchos siglos que utilizamos?

Suerte que ante la magnitud del problema aparece el señor John Zerzan con la solución milagrosa: ¡volvamos pues, nos dice, a la sociedad primitiva recolectora y cazadora¡).

Todo esto que es un gran Patrimonio común que posibilitaría satisfacer nuestras necesidades con poco esfuerzo físico y en poco tiempo, el mundo del dinero lo ha convertido solamente en "capital humano" disponible para "alcanzar una mayor productividad por hora trabajada o persona empleada" o para "determinar los distintos niveles de salarios en el mercado de trabajo"...¡qué absurdidad!

Sin embargo, no escapa a la comprensión de cualquier ciudadano que toda esta gran revolución tecnológica, en la que se transforma el conocimiento, traducida en términos de la economía simple significaría:

Primero, estaríamos capacitados para producir mucho más, disminuyendo progresivamente los costes de producción tanto por la simplificación y eficiencia de los procesos, como por las técnicas empleadas, por el aprovechamiento mucho mejor de los materiales empleados y por la disminución del tiempo y del esfuerzo humano necesarios para producirlos. Por lo tanto, estaríamos abaratando constantemente los productos que fabricamos. En cualquier rama de la producción, esta constatación es incuestionable.

Segundo, estaríamos priorizando progresivamente el trabajo creador, experimentador, analista, en definitiva científico, por encima del trabajo físico, fatigante, repetitivo y enajenante. Nuestra fuerza cerebral es inmensamente más eficaz que nuestra fuerza física.

Tercero, ganaríamos tiempo libre. Con toda seguridad, tendríamos que medir sólo con el tiempo libre alcanzado por los miembros de la sociedad, como el factor más importante del verdadero progreso económico.

Es en el tiempo libre en donde se pueden desarrollar las actividades humanas más placenteras para gozar de la vida en su mayor extensión y plenitud.

¡Fíjese bien, lo enfrentadas que están nuestras barricadas, señor Guillermo de la Dehesa¡ Mientras el crecimiento económico debe medirse y conducir a un mayor bienestar y TIEMPO LIBRE para el conjunto de los ciudadanos, su crecimiento económico, el de ustedes, se mide y conduce, inevitablemente, a un enriquecimiento gansteril de las élites del poder (cada día más concentradas, poderosas y enfermas) y el empobrecimiento, paro, hambre y miseria para cada vez un mayor número de habitantes del Planeta. Las cifras que este ciudadano le podría añadir para demostrar este proceso de empobrecimiento son apabullantes e indiscutibles. Las cifras de las hambrunas son tan escalofriantes, como la cifra de desescolarización de los niños, así como la cifra de los salarios inferiores a los 2 dólares diarios, lo mismo que la cifra de los centenares de millones de seres humanos que carecen de acceso al agua potable o a los servicios de salud, el rebrote y la generalización de enfermedades endémicas, el aumento del paro, el aumento de verdaderas oleadas de éxodos e inmigraciones (inmigraciones interiores de las que no hablan los medios de comunicación pero que son mucho más numerosas y graves de las que asustan hoy a los ciudadanos europeos), o como la destrucción irreversible de las economías de los países pobres y no tan pobres, así como el deterioramiento del Planeta hasta alcanzar límites de destrucción impensables, etc. Si usted lee el último informe de la Agencia Española para la Cooperación (AECI), por ejemplo, tendrá que reconocer que la situación de una gran parte de la población del mundo es límite.

No hace falta, sin embargo, ver la situación del mundo empobrecido para darse cuenta de la realidad. Ojee usted el deterioramiento de las condiciones de vida de los ciudadanos en los países europeos en estas últimas décadas. Lea los índices de paro, las bolsas de pobreza, la desvalorización de los salarios y la creciente pérdida de los derechos laborales. Lea el último informe "Pisa" de la OCDE sobre el estado de esclerosis en el que se encuentra el sistema educativo, etc.

Explique usted a los trabajadores de Nissan el porqué la dirección quiere contratarlos con un sueldo inferior entre un 20 a un 25% inferior en relación con el de los actuales trabajadores.

Pregunte usted a los trabajadores de la Fiat de Mirafiori por el progreso económico obtenido tras el despido de casi 100.000 empleados entre el año 80 y el 95.

¡Hable usted con los ciudadanos argentinos de su progreso económico...!

Su crecimiento económico debería ser declarado fuera de la ley por atentar contra la vida y la dignidad de las personas. Y así espero que algún día lo decidamos los ciudadanos del mundo.

Su crecimiento económico es una farsa.

En términos de la economía sencilla de los ciudadanos que intentamos observar y analizar lo que está pasando podríamos decir que nos encontramos en una gran ETAPA DESTRUCTORA. Una enorme cantidad de capitales provinente del saqueo de los pueblos es apartada de cualquier actividad productiva.

Una parte de este capital se convierte en tesoro. En términos vulgares, lo podríamos comparar al camino que seguían las riquezas, el oro y las joyas saqueadas por la piratería: ¡al cofre y bien guardado en la cueva!

Otra parte de este capital es sencillamente dilapidado, destruido o malbaratado solamente en el interés de perpetuar el PODER: en ejércitos, en armamento, en guerras, en el mantenimiento de cientos de miles de funcionarios incapaces, en gastos suntuarios, en cortes, cortesanos y capataces inútiles , en reuniones y celebraciones estrafalarias y derrochadoras... en despilfarro y boato.

No es ninguna novedad. Son las trompetas que siempre han anunciado la decadencia de los sistemas sociales.

LA EDUCACIÓN Y LA FORMACIÓN

Estamos en condiciones de trabajar de otra manera. Es decir, hemos alcanzado los conocimientos que nos podrían permitir poder trabajar de una nueva manera.

Pero no es solamente ésta la cuestión. La aplicación y el desarrollo de estos conocimientos nos obliga necesariamente a trabajar de otra manera. Me refiero a lo que Marx definía como otras relaciones de producción.

Estamos dejando en la prehistoria el hecho de que el trabajo físico o muscular fuera la principal cualidad de la fuerza de trabajo. Es historia pasada también que un cierto aprendizaje, formación, destreza, etc. sumara una mayor cualidad a esta fuerza de trabajo para realizar una actividad repetitiva, mecánica, monótona...

Hoy, el trabajo cerebral se ha convertido en la primera fuerza productiva, en la principal cualidad de la fuerza de trabajo. Significa que el estudio, la información, la investigación, la comunicación, etc que produce y desarrolla el conocimiento son los instrumentos más eficaces que poseemos.

Pero el conocimiento habría de ser COLECTIVO, y existen las condiciones para que vuelva a tener este carácter.

Los conocimientos no son fruto del azar ni el producto de unas élites científicas iluminadas. Quien no entienda que ha sido el fruto del TRABAJO de los seres humanos, de un gran esfuerzo colectivo constante e imparable durante miles de años y quien no entienda que éste largo camino lo hemos realizado a pesar y en contra de los grupos que han detentado el poder y nos querría, aún seguir teniéndonos como esclavos construyendo pirámides, no puede comprender ni de lejos la inmensa esclerosis de la sociedad del capital ni tampoco lo que realmente está empujando los profundos cambios que se avecinan.

Quien no entienda la inmensa explosión de bienestar y de progreso que representará el día en que la Humanidad recupere el carácter colectivo de los conocimientos, haciendo reversible el proceso contrario actual, no entiende nada.

Los grupos detentadores del poder se han enriquecido con nuestro trabajo, pero nunca antes del capitalismo han impulsado ningún avance tecnológico cualitativo salvo el que les podía suponer un reforzamiento de su poder (fundamentalmente militar y represivo). Su verdadero interés: someter, conquistar e imponer el vasallaje a las poblaciones, lo conseguían perfectamente manteniendo a las sociedades esclerotizadas e inmóviles durante siglos.

El gran salto se produjo cuando la burguesía abrió la caja de los truenos. Para existir y continuar acumulando capital ha de revolucionar, constantemente, los medios de producción.

El gran problema aparece cuando ella no es capaz de dominar los poderes infernales que destapó.

Ni el trabajo forzado (en su forma esclavista, servil o asalariada) ha podido impedir que los seres humanos sigamos avanzando. Los conocimientos técnicos que hemos ido adquiriendo han determinado que nuestra manera de trabajar cambiara, pero no hemos conseguido que repercutiera favorablemente en beneficio de nuestras vidas porque una gran parte de los resultados de éste se ha quemado, destruido o malbaratado en tesoros o despilfarro de los poderosos.

Así ha sido y sigue siendo por la sancrosanta ley por la que los recursos de la naturaleza, los medios para producir o los conocimientos dejaron de ser Patrimonio Común y se convirtieron en propiedad privada.

Esta actividad humana, necesaria para poder vivir, la seguiremos llamando TRABAJAR, aunque el trabajo se convierta en una actividad placentera y creadora.

Al respecto, podríamos añadir que, mientras la fuerza física tiene un carácter fundamentalmente individual (es un gasto de energía que se consume cuando se usa) y sigue teniéndolo aun cuando la organización del trabajo tenga un carácter colectivo, la fuerza intelectual de cada individuo solo puede tener naturaleza colectiva: la desarrollamos a partir de anteriores conocimientos transmitidos, la compartimos, la aumentamos, y la sumamos al Patrimonio común de la colectividad. Ningún conocimiento humano ha podido mantenerse largamente en el secretismo. Tampoco ningún conocimiento humano ha surgido de una sola mente iluminada: cuando una sociedad ha alcanzado un nivel de conocimiento determinado, es capaz de hacer surgir diferentes y múltiples aplicaciones, y tras ellos nuevos conocimientos.

Podríamos añadir también que, mientras la fuerza física puede ser usada, comprada o vendida individualmente, la fuerza intelectual (el conocimiento) no puede ser convertida en mercancía. ¿Puede acaso comprarse o venderse el conocimiento de la rueda, de la polea, de la brújula, del alto horno, del microscopio, de la penicilina, etc?

Solamente puede prohibirse su aplicación. O, dicho de otra manera, solo puede convertirse en propiedad privada por el sometimiento, por la fuerza.

La primera condición para "que los conocimientos puedan conservarse, aumentarse, transmitirse y ser utilizados simultáneamente por muchas personas sin que la utilización por unos excluya la de otros" es la recuperación de su carácter de Patrimonio común y, por tanto, la negación como propiedad privada (pilar fundamental de la sociedad del Capital).

Patentes, secretos industriales, propiedades intelectuales, copyright etc son un terrible obstáculo para el desarrollo del conocimiento humano.

Entre otras cuestiones, por la simple razón de que una de las cualidades del ser humano es la de COPIAR constantemente hechos, situaciones, fenómenos,... experimentar y aprender en su tentativa de ponerlos en práctica. La chispa que se produjo cuando dos piedras chocaron por azar indujo a los hombres a emprender un largo camino que les llevó hasta el dominio del fuego. Felizmente, intentaron COPIAR.

En definitiva, señor Guillermo la Dehesa, estamos enfrentados radicalmente, y yo le auguro una terrible derrota.

Frente a su economía de la ganancia privada que nos arrastra a un callejón sin salida, los ciudadanos nos decidiremos por una economía en donde el TIEMPO LIBRE SERÁ LA MEDIDA UNIVERSAL DE LA RIQUEZA.

Y no tenga la menor duda de que lo será, cuando los ciudadanos recuperemos nuestro Patrimonio Común y seamos capaces de aplicar los conocimientos adquiridos a favor de un modelo de progreso favorable a nuestra vida, generalizable a todos los pobladores de la Tierra y transmitible a las generaciones venideras.

Tiemble usted, señor Guillermo de la Dehesa, porque así como los ciudadanos desposeídos e ignorantes de Arequipa (Perú) -la turba como así la han llamado siempre los poderosos- lo han comprendido muy bien, los ciudadanos del mundo también lo entenderemos así.

Nuestra sencilla economía deberá vencer a su astuta política, y seguramente habremos de pasar de decirles a todos ustedes que "se vayan todos", a echarlos, definitivamente, fuera de nuestras sociedades... ¡porque ustedes son un verdadero peligro social!

(otros escritos en http://www.enxarxa.com/G3)Arriba lucha antifascista

 
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