Este artículo fue enviado el 28 de mayo
como carta al director del Diario de Cádiz.
Sr. Director, leo su prensa del sábado 11 de
mayo y encuentro una de las aberraciones más grandes que leído en ella desde que
la conozco. En portada se equipara a los trabajadores del metal que se
movilizaron el viernes 10 en el puente del Carranza con ultras de un equipo de
fútbol. Sepa que esta analogía está totalmente infundada. El ultra de los
equipos de fútbol al que se refiere el titular en portada es, desde un punto de
vista psicológico, un individuo sádico, que usa la violencia neuróticamente
contra objetos y personas, y, des punto de vista político y moral, alguien que
no respeta a cualquier persona que disienta de sus posiciones, y que defiende la
imposición de ideas y el control de los demás como formas ideales de relación
social.
El obrero metalúrgico en lucha es un individuo
que se ve en situación de pasar el resto de su vida con una renta que no le
garantizará la total satisfacción de sus necesidades primarias o que le
mantendrá al ras de la supervivencia –con todo lo que ello conlleva. El obrero
del metal, ante esta situación impuesta por la patronal, no encuentra otra
opción que la huelga y la movilización para solventarla. Su confusión semántica,
aparte de invitar a no pocas preguntas acerca de los intereses reales de su
empresa, es ante todo un flagrante atentado contra la verdad y la dignidad de
las personas trabajadoras del metal que se movilizaron. ¿Qué no hay "proporción"
ni "lógica" entre el daño sufrido y el generado?, pero ¿acaso el sufrimiento al
que estos trabajadores están destinados el resto de su vida no es mayor que el
que ese día puedan experimentar individuos por no poder ir a trabajar, tener que
permanecer en su barrio ¡¡¡seis horas!!! o pasar ¡¡¡un par de horas de
atasco!!! Están justificadas, por consiguiente, moralmente, estas acciones ,
pues de no hacerse, el mal que se obtendría sería mucho mayor que el que se
produce con ellas. Además, cuando se dio el caso de personas cuyos males eran
más urgentes, los movilizados no dudaron en abrir la barricada para dejarlos
pasar. El daño colateral que se produce en la ciudadanía debido a las acciones
de los trabajadores del metal es responsabilidad, en última instancia, de la
patronal, que obliga a los trabajadores a llevar a cabo este tipo de acciones.
Es contra ella, en un acto de solidaridad con los trabajadores, y
comprendiéndose que ambos problemas tienen una única causa común, hacia dónde
deberían canalizar los ciudadanos su protesta.
Luis Gallardo