David y Goliat

Orwell

En los atentados del 11-S el gobierno de Israel ha encontrado la justificación perfecta para continuar con sus atrocidades. A Sharon le ha venido como anillo al dedo para sus objetivos ese nuevo slogan de la "lucha internacional contra el terrorismo", retórica made in USA para justificar su invasión comercial a un país con demasiado gas natural como para consentírsele un gobierno hostial. Aunque esa es otra historia... ¿de qué terrorismo de Estado hablábamos hoy? Ah, ya: del de Israel. Aunque al fin y al cabo tal vez no sea otra historia. No en vano, Bush definió a Sharón como un hombre de paz. No en vano las agencias de información norteamericanas le hacen el juego a el nuevo apartheid, al presentarlo cínicamente como susodicha "lucha contra el terrorismo". No en vano los judíos son muy buenos accionistas de la bolsa de Washington. No en vano esos tanques que vemos cada día enfrentados a niños que arrojan piedras son también made in USA (anda, igual que la retórica!).

¿Qué cuáles son los objetivos de Sharon? La verdad: no lo sé. Tal vez no pueda escapar del pasado. Tal vez quiera vengar el holocausto, la diáspora a la que su pueblo fue sometida por los nazis. O tal vez quiera ser Goliat en esta ocasión. El caso es que el Tribunal Internacional estaba algo distraído cuando, el mismo año que fue concebido el que suscribe, este señor ("Si esto es un hombre...", diría Primo Levi), que por aquel entonces era general, convirtió Sabra y Chatila en sendas carnicerías; y parece que hace unos días ese mismo Tribunal estaba demasiado ocupado, quizá acondicionando la celda palacial del buenazo de Milosevic, como para percatarse de lo que sucedió en Yenín. ¿Cómo que qué sucedió? ¿No me digas que ese día andabas viendo Gran Hermano? Ocurrió que el ejército sionista desarrolló un nuevo episodio de su impenitente guerra contra el terrorismo masacrando un campo de refugiados palestinos. Parece que la humanidad de estas hordas no conocen límites. Eso me recuerda las conferencias de paz.

Qué bonitas fueron pero qué poco reales. Durante el proceso de paz, Israel ha mantenido una política netamente ofensiva y ha aumentado sus asentamientos militares. Eso por no hablar de las tan aceptables exigencias sionistas: Palestina no podrá establecer alianzas con ningún país sin contar con el beneplácito de Israel; Israel mantendrá el control sobre las fuentes de agua en los territorios ocupados; Israel administrará el 60 % de los impuestos palestinos antes de transferirlos a la ANP (Autoridad Nacional Palestina); Palestina no podrá emitir moneda propia; Jerusalén será de Israel, y a Palestina sólo se le concederán las afueras de la ciudad... Unos verdaderos pacifistas.

Cuando la ONU no manda a Palestina a sus cascos azules y toda la "comunidad internacional" (?) está demasiado ocupada -amordazada- haciéndole el juego y dándole coba a los EE UU, o tal vez suplicándole; cuando todos los pueblos alienados están en la cola de las rebajas -o tal vez en una discoteca buscando pastillas-, entonces la verdad suele sufrir ciertas extrañas distorsiones, y entonces la amnesia colectiva se convierte en la ceguera blanca de aquel libro de Saramago. De hecho, hoy he cogido un manual de Historia y he leído ciertos datos que no recordaba. Al parecer, el Estado de Israel fue creado en el 48, expulsándose a 750.000 palestinos; en 1967 el ejército israelí invadió Gaza y Cisjordania, y hoy día sigue establecida allí su ocupación militar; en 1982, las nuevas incursiones israelíes mataron a 17.500 libaneses y palestinos... Al parecer, Israel, justificado y aun financiado por los EE UU, ha bloqueado los territorios palestinos, ha destruido sus tejidos industriales, sus infraestructuras, su educación, su futuro, bombardeando fábricas, escuelas, y sometiendo a este pueblo sin Estado ni soberanía a la más espantosa crisis económica, con tasas de paro de hasta el 50 % y la mayor parte de la población por debajo del umbral de la pobreza... Anda! Si al final va a resultar que los judíos y los yanquis son los malos!

¿Saben que les digo? Que la Intifada fue, además de un alzamiento espontáneo y despolitizado de un pueblo oprimido, una Resistencia legítima ante una ocupación -invasión-militar. Y que apoyo sin reservas esta nueva Intifada, movimiento de masas que poco o nada tiene que ver (¿hará falta decirlo?)con el terrosismo individual integrista de sectas como Hamas (si bien debe admitirse que los atentados suicidas son buena prueba de la situación de desesperación e impotencia que se vive en Palestina). Pero si voy a criticar el fundamentalismo, debo empezar por el más importante y homicida de la zona: el sionismo. El Estado hebreo basa su ley en la Halacha, código religioso de la Edad Media que permite al Estado usar toda su fuerza y violencia ante cualquier amenaza de sus enemigos. Eso sin olvidar (si hablamos de terrorismo no podemos olvidarlo) lo que Eduardo Galeano llamaba el fundamentalismo del mercado. ¿Acaso fueron terroristas musulmanes los que mataron - y no hace tanto tiempo- a 200.000 guatamaltecos? No. Fueron militares terroristas financiados por sucesivos gobiernos de los Estados Unidos de América. ¿Y acaso alguien ha visto alguna vez algo de esto en la televisión? ¿En cambio, a que sí han visto multitud de veces la caída de las Torres Gemelas? Ya se sabe que las vidas de 4.000 ciudadanos norteamericanos valen más que las de 200.000 indígenas.Pero esa es otra historia. O tal vez sea la misma historia, una historia demasiado larga y sangrienta en la que el Pueblo siempre pone las víctimas.
El caso es que Palestina es una de las grandes causas morales de nuestro tiempo y, como tal, debemos abordarla. Hay un pueblo herido de muerte, un pueblo sin derechos que lucha por sobrevivir en el mundo del imperialismo encubierto, de la libertad restringida, de la esclavitud sutil. Los palestinos quieren ser sujetos de la Historia. El enemigo es más fuerte.

Pero tal vez a los palestinos les toque ser David en esta ocasión.Arriba. ¡LUCHA ANTIFASCISTA!