Sancta Simplicitas

Sobre la huelga

Raúl

Esta mañana me levanté exultante; mientras desayunaba con las noticias, me enteré de que por fin ha sido convocada la huelga general. Fui al curro con otra cara. En el bar donde trabajo, el asunto era tema de conversación. Mi jefe, sabedor de mi militancia cenetista, me preguntó qué iba a hacer, a lo cual contesté que acudir. Pregunté qué iba a hacer la empresa. "Cerrar", me dijeron. Así, por las buenas. ¿Cabe pedir más? Acabada mi jornada, pedí un café a mis compañeros, y aprovechando la ausencia de los jefes improvisamos una pequeña tertulia-asamblea. Después compré el periódico. Uno de los editoriales de El Mundo (17-V-02) se quejaba de la falta de responsabilidad sindical al haber convocado la huelga coincidiendo con la cumbre europea de Sevilla. Este honesto ciudadano, periodista, español, probablemente católico no practicante y de centro lamentaba la convocatoria de huelga general "por la mala imagen que va a dar España" de cara al exterior. Dicha actitud me trae a las mientes la de aquella vieja beata que arrojaba un palito a la hoguera de un reo de la inquisición, el cual, ahogadamente, pudo pronunciar el nombre de una virtud cristiana: Sancta simplicitas (o santa ignorancia). Santa ignorancia la de este señor, seguramente con su título universitario colgando de las paredes de un despacho periodístico, que ante la situación de coexistencia de dos sistemas y dos morales, una política: la democracia, en teoría emancipadora y otra económica: la empresa, patriarcal, jerárquica, autoritaria, machista y qué se yo... Ante la condena que sufre una generación entera al infantilismo consumista porque la falta de estabilidad en el trabajo, que es lo mismo que decir que en la vida, les impide concebir proyectos de futuro y establecerse independientemente, ante la situación de explotación límite que viven los trabajadores de ciertos sectores (hostelería, construcción, comida rápida, pequeño comercio...), ante la convivencia diaria con la espada de Damocles del paro y el purgatorio de las listas negras, se preocupa de la imagen que va a dar este país cara al exterior. Este señor ignora igualmente que los trabajadores y trabajadoras de este país esperan la huelga como agua de mayo, e ignora igualmente nuestro periodista que nos trae al fresco que la convoquen UGT y CCOO. La representatividad de los sindicatos mayoritarios no viene otorgada ni siquiera por las urnas, donde la abstención es abrumadoramente mayoritaria, ni por la afiliación, que entre todos los sindicatos alcanza un insignificante 10% de los trabajadores asalariados.

En fin, qué beata simplicidad la de nuestra derecha; qué imperdonable insensibilidad social.Arriba. ¡LUCHA ANTIFASCISTA!