Contraportada

¡Cacerolas llenas y trabajo para todos!

Crímenes oscuros

¿En qué "corralito" habrán quedado encerrados los 100 niños que mueren en nuestro país de hambre y enfermedades de la pobreza?

La mayoría de los medios dedica 23 de las 24 hs. del día a hablar del plan económico, de la dolarización, de la pesificación, de los plazos fijos.

Cuando un desocupado rompe vidrios u ocupa ministerios, se lo condena a entre tres y cinco años de cárcel por violar la propiedad privada. Sin embargo, a los que toman los bancos y rompen vidrios reclamando sus depósitos, la prensa los justifica diciendo que tienen derechos. ¿Es que los desocupados y desposeídos tienen menos derecho?

Los compañeros de la Coordinadora de Desocupados Aníbal Verón hace diez días que están cortando la ruta frente a la Pepsi-Cola, en Florencio Varela, y ningún medio llegó hasta ellos. 160 carpas o simples tiendas con lonas y frazadas cobijan a los casi 800 compañeros y sus familias. ¿En qué corralito estarán atrapados que sus protestas no son escuchadas?

Son sus hijos, los hijos de los pobres, los que mueren todos los días: las estadísticas oficiales hablan de 100 niños muertos diariamente. ¿Qué precio tienen sus vidas para cotizar en dólares, en pesos, en lecop, en patacones, etc.? ¿Quién pagará esas muertes?

Alfonsín, Menem, De la Rúa, Duhalde, Cavallo, Martínez de Hoz, Remes Lenicov, el Fondo Monetario, EE.UU., la banca mundial, las multinacionales, todos ellos son culpables y responsables de someter al pueblo. Es cierto que a muchos les robaron el dinero, pero por ahora no hemos contado cuántos millones han muerto y menos aún qué valor le damos a la vida de los niños. Las cacerolas que se golpean están vacías, tan vacías como las cacerolas de las familias cuyos niños mueren todos los días.

La Asociación Madres de Plaza de Mayo pide que llenemos la cacerolas de amor y agreguemos a nuestro pedido la exigencia de trabajo digno para todos. Luchemos para echar a todos los que nos traicionan, estafan, roban, mientras más nos esclavizan y matan. Con asambleas barriales solidarias, con reuniones semanales y una marcha cada viernes, alcanzaremos los objetivos que tienen que ser de todos. La falta de trabajo es un crimen que alguien tendrá que pagar.

Asociación Madres de Plaza de Mayo

Hebe de Bonafini

Arriba lucha antifascista

Moncho Alpuente

Cuando se comete un crimen, real o de ficción, los investigadores de carne y hueso, o de novela detectivesca, dirigen sus miradas cargadas de sospecha a la persona o personas que más beneficio sacan del suceso. Los absurdos crímenes del 11 S no han beneficiado a los presuntos criminales, peones de una conjura bélico-teológica urdida en las nebulosas tramas del terrorismo internacional, sino al bando de sus víctimas. Gracias a los sicarios del fantasmagórico Osama Bin Laden, que en otro tiempo fuera acólito de la CIA, el presidente Bush y sus secuaces han reforzado su imperio terrorista y contra-terrorista, multiplicando por cien su inversión en armamento y reafirmando su papel de gendarmes del mundo y guardianes del nuevo orden global.

El vergonzoso seguidismo de los políticos europeos y el ninguneo de la ONU y de otras instituciones internacionales, han demostrado, una vez más y para mucho tiempo, que el nuevo imperio americano del norte vive su mejor momento y que la globalización tan pregonada no es sino una artimaña más que pretende disimular su dominio bajo una cortina de falsa libertad, condicional y vigilada.

El supuesto globo no se hincha igual por todas partes y revienta por sus costuras más débiles y los reparadores del Fondo Monetario Internacional cosen y parchean la pelota a su aire, sin reparar en la flaccidez de sus puntos más débiles. Chomsky, una de las pocas voces lúcidas y críticas con la coyuntura, llama la atención sobre los ciudadanos de un mundo de tercera, obligados a pagar, de su carne y de su sangre, las deudas y los créditos que gobernantes corruptos tomaron por ellos, pero no para ellos.

La voz de Chomsky asoma, de vez en cuando, por los escasos resquicios que aparecen en los medios de comunicación a medio globalizar y es objeto en alguno de ellos de campañas de difamación y descrédito que quieren presentar a este norteamericano atípico como un antiamericano primario y un radical utopista e iluminado.

No hay más que leer, a otro americano, anti-americano- el novelista Gore Vidal, en su extensa saga sobre la génesis del poder político y económico en los Estados Unidos, para comprender por dónde van los tiros de hoy, de dónde surge esta élite de la mediocridad y la prepotencia que se arroga la militancia de Dios Padre, del dios de las batallas, en su ejército.

Bajo el estandarte del miedo al terrorismo, el presidente Bush, acaba de dar carta de naturaleza oficial al oscurantismo con una norma que prohibe la divulgación y el intercambio de informaciones científicas, por si pudieran dar pistas o malas ideas a los enemigos energúmenos. La Sociedad Americana de Microbiología ha respondido a la Casa Blanca con una frase que los antiamericanos Chomsky o Vidal hubieran ratificado con su firma: "El terrorismo se alimenta del miedo, y el miedo se nutre de la ignorancia. Esto mina los fundamentos de la ciencia."