Estamos salvados

Sí, hay gentes que se preocupan por el prójimo, de verdad. Veamos si explico mi euforia. Como uno está bastante tronado, tiene la buena costumbre de leer casi todos los días los diarios económicos. Y se aprende un montón, no crean. Hace unos cuantos días leí un artículo de alguien que está muy «preocupado» por el futuro de la clase trabajadora. Empezaba así, más o menos: «En estos últimos cinco años, el Gobierno (español) ha creado un conjunto de reformas estructurales que le han dado a la economía una flexibilidad mayor y hecho subir al Producto Interior Bruto Potencial. Pero todavía nos queda un enorme trabajo para conseguir mayores cotas de libertad. Debemos dar un empujón reformista a un campo que es muy importante para la economía: al sistema de protección del paro. Si en este campo se hiciese un cambio profundo, tendría efectos muy positivos tanto en las finanzas públicas como en la tasa de desempleo. Y éste es el momento adecuado: la economía española todavía crea empleo y la posición financiera del Estado es sólida». «¡Pardiez!», dije para mis adentros. ¡Y uno con estos pelos!

Poco me duró la alegría (en la casa del pobre ya saben). Vean como seguía el autor: «La mayor tasa de paro, tanto en la Unión Europea como en la OCDE (Organización para la Coope- ración y Desarrollo Económico) es la del Estado Español. Aunque hay muchas causas, la más importante es el modelo de protección al desempleo que existe en este estado. El problema no reside en si hay un seguro de desempleo o no. Nadie pone en duda que, si un trabajador pierde su trabajo, necesita unos ingresos que garanticen su subsistencia. Lo que es muy discutible es la eficacia del sistema para lograr que la situación sea temporal o se prolongue de forma innecesaria. En este sentido, tanto la teoría económica como la evidencia empírica ponen al descubierto que cuanto más opípara, y, sobre todo, más duradera sea la cobertura por desempleo, los deseos de los trabajadores de encontrar o aceptar un empleo son tanto más débiles». ¡Acabáramos! Nos encontramos, como ocurre con frecuencia, en estos panfletos con un sacerdote que mima y cuida los sacrosantos intereses del Santísimo e intocable Señor Capital. ¡Qué inocente es uno!

Sigamos leyendo perlas económicas (el autor las dice serio-serio. ¡Y a Keynes le llamábamos «pequeño-burgués»! ¿Qué adjetivo merecería este señor?): «Algo parecido ocurre en el Estado español, donde la prestación por desempleo es de las más duraderas. En consecuencia, el paro de larga duración existente es más del 40% con respecto al paro total. Por lo tanto, para reducir este tipo de desempleo es preciso recortar el importe y/o la duración de la prestación. Esta medida es beneficiosa para todos (¡vaya morro el de este sabedor de economía! ¿No será esto también «apología del terrorismo»? Desde luego, estos panfletos «económicos» sí que son obras maestras de humor negro), para los parados, para volver al mercado de trabajo (observen el «mensaje», los parados de larga duración son mayormente, caraduras, vagos. Esa «Teoría de la Basura» denominada neoliberalismo así los define implícitamente, utilizando argumentos parecidos a estas barbaridades), para empujar el desarrollo económico y reducir una parte significativa de las cuentas públicas. Solamente es pejudicial para los que han encontrado un modo de vida en el subsidio de desempleo (¡qué vidorra llevan los que viven sólo del desempleo! ¡Es que no hay derecho!) y para los que lo complementan con ingresos procedentes de la economía sumergida. Para ambos grupos, es más rentable estar en paro que trabajando».

Así concluye este sabihondo de la economía. De modo que, ya lo saben, queridos lectores, para hacer desaparecer el parasitismo, los vagos y vagas, para aumentar el empleo, para favorecer el desarrollo económico, para sanear las cuentas públicas, hay que reducir la magnitud y la prestación de desempleo, ya que, si los parados se mueren de hambre, ya verán cómo rápidamente encontrarán trabajo (ley sacrosanta del empleo). Para cualquier ministro de Economía resulta así tirado relanzar la economía: hay que acabar con los parados y paradas... matándolos de hambre. Es que son unos vagos. Ya vale.

Querido lector, no le quepa la menor duda de que éstos son los planes de la derecha, compartidos por la inefable patronal en general. Y poco a poco se irán poniendo en práctica, con ayuda de algunos sindicatos (los mismitos que han andado con Confebask negociando por su cuenta la reforma de la negociación colectiva). Finalmente nos lo racionalizarán todo y dirán que quienes se oponen a ello son reaccionarios y que no piensan en la clase trabajadora. Pero ésta es una historia llena de años, como decía Marx. La desregulación del mercado de trabajo, la cuasi desaparición del contrato fijo, la existencia de las ETT, los cada vez más numerosos y vergonzantes contratos-basura, la crisis de la Seguridad Social, el paro creciente, la miseria cada vez más aguda... son producto de toda esta práctica dirigida por el insaciable Capital y sus vergonzantes colaboradores.

Joselu Cerezeda