EDITORIAL

¿Quién es el enemigo?

Redacción

 

La guerra franco-prusiana de 1870 se salda con la batalla de Sedán y la incorporación de Alsacia-Lorena a la recién estrenada nación de la Alemania unida. La revolución popular que se inicia en la Comuna de Paris el 18 de marzo de 1871 obliga a la coyunda republicano-monárquica de Thiers a retirarse a Versalles. Con las tropas de Bismarck a las puertas de Paris, Thiers recaba de los prusianos ayuda y la liberación de Mac-Mahon, general monárquico que había sido apresado en Sedán, para dirigir la guerra contra los comuneros que acaban siendo monstruosamente masacrados en la campaña que terminará a fines de mayo...La moraleja de este pequeño trozo de historia es que las clases dominantes de dos naciones enfrentadas por razones de mayor dominio cesan en sus querellas y juntan sus fuerzas ante la necesidad de someter la rebelión del dominado, derivándose de ello la clara conclusión de que el peligro de la clase, como factor de reacción y movilización, supera al peligro nacional ...

Durante esta primera quincena de noviembre, se dieron, en el contexto de los actuales acontecimientos bélicos, dos hechos de la más alta significación: el cálido hospedaje tejano de Putin y la resolución de la cúspide comercial de Quatar concretada en la admisión de China como miembro de la Organización Mundial de Comercio (WTO). Y son altamente reveladores porque ponen de manifiesto dos cosas: que el fundamento último de la guerra fría no era, en realidad, de sustancia ideológica, y que el conjunto del proceso, en el que esos dos hechos se enmarcan, puede calificarse de significativo paso avanzado en la estructuración de los resortes políticos requeridos por la globalización. Va quedando meridianamente claro que de los tres momentos fundamentales requeridos en el proceso de la organización mundializada, a saber, el económico, el militar y el político (en este orden), el primero está, prácticamente, quasi terminado; en el segundo y con la caída del "muro de Berlín" por fondo, se viene actuando desde hace tiempo: el papel catalizador de USA en los conflictos bélicos Irán/Irak, la invasión de esta última por los EEUU, sólo detenida en su culminación por presión rusa, la disolución de Yugoslavia y la guerra de los Balkanes (con cada vez menos oposición por parte de los rusos), la actual guerra de Afganistán, actuaciones armadas todas ellas de significativo alcance geopolítico; es con relación al último de esos obligados pasos por lo que adquieren especial relevancia explicativa los dos hechos arriba consignados, el ruso, y el chino.

Algunos comentaristas piensan, equivocadamente, que la "debilidad" de Occidente que posibilitó el ataque a las "Torres Gemelas" radica en un déficit de seguridad interna, por un dasasistimiento en el campo político, traducido en una desconsideración de la valoración positiva del concepto de Estado, imputable al neoliberalismo globalizador. Nunca este último pensó en un desgobierno universal. Lo político-militar y lo económico van siempre de consuno, independientemente de que, según circunstancias, la vanguardia de ese frente común la ocupe uno u otro de los tres factores.

Es un sinsentido la conclusión de tales comentaristas, cuando, en forma diáfana, los llamados "estados democráticos y de derecho" evolucionan a pasos agigantados a la categoría de Estados-policía, y ello no sólamente en el estrecho circuito de las fronteras nacionales, sino en el marco de una "legalización" continental e intercontinental, camino de la constitución de leyes universales.

El "Gran Hermano" no es ya ningún futuro utópico, es una realidad flagrantemente presente. Está, pues, el neoliberalismo muy lejos de ser el "Chernobil de la economía", al menos en este aspecto. Y la prueba de ello la tenemos en que la vis expansiva del neoliberalismo se está demostrando como la forma más eficaz de penetración, tanto en el Tercer Mundo como en el económicamente deprimido ámbito del mundo ex-comunista, donde, frente a cualquier prurito nacionalizante, ha de privar el imperativo de subsistencia, situación ésta que, en un alarde de pérdida ideológica de escrúpulos nacionales, ha sido definida de forma clarividente en uno de los periódicos de mayor prestigio y tirada de Ukrania. En él leemos la significativa frase: " Si hay algo peor que ser invadido por los inversores extranjeros, es no serlo".

El papel de único "gendarme internacional" que los USA habían asumido a la caída del "muro" va adoptando, así, formas de diversificación obligadas no tanto por su condición actual de gigante herido, sino por requerimientos de la estructura del proceso conjunto. Claro que siguen siendo el "agente principal", pero lo son a título de figura cimera del sistema capitalista que es el protagonista de fondo. Y es claro también que otros miembros cumplen el papel de hacer la "guerra por delegación". La estructura del poder, como poder, es siempre la misma. El poder es poder porque es jerárquico. En él, unos son leviatanes más o menos acorazados, otros son leviatanes en zapatillas, pero unos y otros, conjuntamente, constituyen el gran Leviatán, el sistema capitalista.

Y es aquí donde la superada guerra fría se demuestra como un profundo malentendido ideológico. Desde 1927 para la antigua URSS y desde el vencimiento de la Revolución Cultural para China, la oposición Este/Oeste no fue la de comunismo/capitalismo, sino la de capitalismo de Estado/capitalismo privado de tendencia a la concentración. En cuanto a la consideración por clases dominantes, la oposición era: nomenclatura-burocracia privilegiada/burguesía capitalista y funcionaria privilegiada. Eran, pues, "oposiciones" que, en realidad, eran puntos de encuentro. Las diferencias reales eran de carácter nacional. Comprendido por todos lo impractible de esta vía, dado que 7.000 ojivas nucleares por cada bando acabarían con el mundo, sólo cabía que, aceptando jerarquizaciones, los poderosos del mundo se decidieran a constituir conjuntamente el Gran Poder Universal frente a la latente rebelión de su único y real enemigo: el objeto de su poder, es decir, los desheredados y sometidos, o sea, nada menos que las cuatro quintas partes del mundo.

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