Guerra ¿contra quién?

Sindicato de Artes Gráficas, Comunicación y Espectáculos CNT- Madrid

El 7 de octubre, EEUU y sus aliados atacaron Afganistán. Como en otras guerras, lo que persiguen es la consolidación de intereses imperialistas. Su propósito es el dominio de unos territorios de gran valor estratégico para el control del mundo, ya que una intervención en esta área, llevaba ya algún tiempo perfilándose entre los saqueadores de la Tierra. Los verdaderos beneficiarios de esta guerra son pocos, pero poderosos: Los estrategas de la guerra sucia y los servicios de inteligencia; las grandes compañías fabricantes de armamentos y las multinacionales del petróleo; las elites políticas y económicas más reaccionarias y los gobiernos instalados por ellas.

La causa real de esta guerra es un reordenamiento brutal (como todos los de capitalismo) del sistema socio-económico en crisis, en su nueva faceta "globalizada". Se persigue un nuevo diseño del poder mundial relacionado con el control de las fuentes de energía (gas y petróleo). La enfermedad del propio sistema (basado en la rapiña y la explotación), se intenta eludir mediante más mecanismos de destrucción y de barbarie. Los estados están usando la guerra como pretexto para legitimar el uso de la fuerza para defenderse de las reclamaciones sociales que ya estaban surgiendo a causa de una situación económica insostenible. Situación que no es consecuencia de la caída de las torres como nos quieren hacer creer, sino que ha sido engendrada mucho antes.

Se pretende instalar un clima de belicismo, con actitudes de prepotencia y de fuerza, que no son nuevas, basado en el poderío militar. Enormes recursos se dedican a los desarrollos tecnológicos bélicos para dotar a los ejércitos de armas de exterminio cada vez más sofisticadas y brutales.

La guerra no es sólo contra el pueblo afgano. Se está librando otra batalla: el control del propio pueblo norteamericano y del de los países aliados. Bajo el pretexto de mantener la "seguridad", se pretende legitimar la vulneración de los más esenciales derechos civiles, limitar las libertades públicas, la privacidad, la libertad de expresión y ampliar el secretismo y las facultades de los órganos de seguridad para aplastar a la disidencia interior. En el marco de esta extraña guerra contra el terrorismo, terrorista puede llegar a ser todo aquel que disienta de la voz oficial.

En este sentido se puede decir que otro objetivo indirecto de la guerra es destruir el movimiento anticapitalista, cuando comenzaba a ser una amenaza para la impunidad de los poderosos y un obstáculo para la imposición del neoliberalismo.

El pensamiento único promovido desde el poder económico y político y transmitido por los grandes medios es capaz de hacer pasar lo falso por verdadero y alterar las reglas de la lógica y del sentido común. La táctica consiste en el empleo de un lenguaje oscuro (aparentemente propio de "especialistas"), una verborrea machacona y repetitiva y tener muy en cuenta que ocultar es más efectivo que mentir. Este tipo de propaganda contribuye eficazmente a la "construcción" del enemigo que ahora adquiere el rostro de Bin Laden para transformarse, cuando convenga, en el rostro de quién sabe quien. La exaltación de la "unidad frente a" produce, de hecho, la criminalización de la disensión, la abolición de la crítica y de la pluralidad. Su tarea consiste en "crear opiniones mayoritarias" favorables a sus intereses.

Así, oímos calificar comportamientos similares, de terrorismo asesino en unos casos, y en otros, de "justicia infinita" o de "libertad duradera", dependiendo de quiénes sean los verdugos y las víctimas.

Tan inocentes como los que murieron en las Torres Gemelas son los que están siendo masacrados por las bombas de los EEUU o por el terror que han provocado. Tan asesinos como los que causaron la matanza de Nueva York son los que están asolando Afganistán. Porque si entendemos por terrorismo "el uso calculado de la violencia o de la amenaza de la violencia, realizado mediante la intimidación, la coerción o la inculcación del miedo para lograr metas políticas, religiosas o ideológicas" ¿No es la guerra eso mismo?

El terrorismo masivo es un instrumento habitual de los estados que son sistemas de poder y el poder sólo pretende más poder, más riqueza, más autoridad y más fuerza bruta para mantenerlo.

Por su parte, los atentados terroristas responden a una lógica militarista, nacionalista y religiosa profundamente reaccionaria y no infringen ningún daño al sistema capitalista ni al imperialismo militarista. Al contrario, lo exacerba y lo favorece.

Lo que los atentados han dejado claro es que la policía, el ejército, los servicios secretos y los políticos que los dirigen no sirven para proteger a los ciudadanos, sino que constituyen una amenaza para ellos porque fue precisamente la CIA quien financió, armó, organizó y preparó a las redes terroristas que han llevado a cabo el atentado más sangriento contra civiles americanos indefensos.

La definición oficial de terrorismo suele cambiar por conveniencias ideológicas y políticas. Los terroristas pueden pasar a ser luchadores por la libertad y viceversa, según sirvan o no a los intereses del poder.

Las acciones del imperialismo capitalista se ha cobrado la vida de miles de civiles inocentes en todo el mundo a través de intervenciones directas (Vietnam, Líbano, Libia, Sudán, Irak, Servia, etc.) o de intervenciones indirectas (Instalación del terror: Chile de Pinochet, Junta militar argentina, "contra" nicaragüense, Sukarno, Turquía, Israel, etc.). Es decir, que el gobierno de Estados Unidos practica el terrorismo y apoya a terroristas. Ha apoyado, fomentado y armado a Bin Laden y al gobierno taliban. Ha ejercido su liderazgo a base de golpes de Estado, guerras de baja intensidad, intervenciones militares y terrorismo de Estado.

Por no hablar de los otros terrorismos practicados fría y sistemáticamente como el hambre o las enfermedades curables que padecen millones de personas, que son un crimen contra la Humanidad, un genocidio silencioso: no se trata de una desgracia, es un asesinato, una matanza deliberada y un atentado permanente.

Por todo ello pensamos que mantener el actual régimen social y político es perpetuar todos los terrorismos. Chomsky define a la oficial como una violencia "al por mayor", a diferencia del terror "al por menor" que practica el terrorismo no oficial.

Condenamos la violencia y el terrorismo tanto "al por mayor", como "al por menor". No aceptamos el asesinato en masa que supone cualquier guerra.

Frente a los discursos militaristas, nacionalistas y religiosos, abogamos por la disolución de todos los estados, ejércitos, policías, servicios secretos y demás organismos de represión y de muerte, proponemos una sociedad de iguales basada en la cooperación, la solidaridad, el apoyo mutuo, la autogestión de las actividades sociales y productivas y la libre federación de los pueblos.Arriba lucha antifascista