La Iglesia sigue cabalgando

Sindicato de Enseñanza de CNT de Córdoba


En los inicios de este curso escolar han aparecido en la prensa diferentes noticias relacionadas con "despidos» o bajas de profesoras y profesores de religión por parte de la Delegaciones de Enseñanza de los Obispados de algunas provincias españolas, con el argumento de la escasa idoneidad de estos profesores para impartir la doctrina católica. El tema ha dado para animar diferentes tertulias radiofónicas donde se ha puesto de manifiesto el hecho de que la Iglesia Católica actúa fuera de todo marco jurídico-laboral en su relación con estos profesores cuyas nóminas, por cierto, no son pagadas por la Iglesia, sino con el dinero del erario público.

Creemos que en este debate no se ha profundizado lo suficiente, no se ha llegado a la clave de toda la problemática, que pensamos que no es otra que la situación de privilegio y poder de la que disfruta la Iglesia Católica en España como consecuencia de los acuerdos entre el estado español y el Vaticano del año 1.979. Estos acuerdos se hicieron en un momento de transición política en la que los agentes con más poder en ese proceso impusieron sus criterios religiosos (católicos) a toda la sociedad española.

 

El estado español, constitucionalmente aconfesional, por la creencia religiosa de sus ocupantes-gobernantes, ha otorgado a la Iglesia Católica una situación de privilegio que se manifiesta en todos los terrenos sociales: presencia permanente en los medios de comunicación y actos oficiales, recibiendo grandes subvenciones económicas, y como no, presencia en la enseñanza, donde imparte su doctrina con los recursos públicos (instalaciones, medios, sueldos de profesores que ella misma controlas, etc) costeados por todos los ciudadanos, creyentes y no creyentes. De esta manera, la pluralidad y la libertad religiosa se transforman en proselitismo católico.

Pensamos que es hora ya de revisar toda esta situación.

La Iglesia Católica debe utilizar sus propios recursos para impartir la doctrina a sus fieles, y si utiliza recursos públicos, debe hacerlo en igualdad de condiciones y de trato que otras opciones ideológicas, políticas, sindicales, etc.

Las familias católicas deberían asumir que el ámbito natural para el adoctrinamiento religioso es la familia y la parroquia; y que la enseñanza, desde el punto de vista ético y jurídico, debe estar al margen de cualquier adoctrinamiento religioso, o de otro tipo.

La enseñanza religiosa, de la religión que sea, debería quedar fuera de los programas educativos y los horarios lectivos de los alumnos, que cada religión organice sus propios programas o planes, pero al margen del sistema público de enseñanza. De esta manera se impulsaría la libertad religiosa y de paso se acabaría con la situación de marginación que sufren muchos alumnos y alumnas en las escuelas e institutos. Es vergonzoso que se segregue a los niños y niñas por las opciones religiosas de sus familias, y es vergonzoso, que por la circunstancia de que gran parte del profesorado, equipos directivos, etc. comparten la doctrina católica se manipule la libertad de elección intentado favorecer siempre la opción católica, no informando bien a los padres y madres, y en muchos casos desatendiendo a los alumnos que no optan por la religión católica, llevados de clase en clase, sin continuidad en el profesorado que los atiende, sin aplicar programas educativos alternativos marcados por la legislación, etc.

Suponemos que la Iglesia Católica no estará de acuerdo con ninguna modificación que suponga una reducción de su presencia en el sistema educativo, y parece lógico que así sea pues saben que gran parte de su poder y privilegios emanan de esa situación de presencia en las escuelas, desde donde "controlan" a gran parte de la población, desarrollan sus planes de catequesis, primeras comuniones, etc. Y pueden seguir presionando al Estado para recibir prebendas con el argumento de que la mayoría de los ciudadanos son católicos, cuando saben que eso no es cierto, que de una manera general la religión católica hoy en España ha quedado reducida a costumbres y tradición, y poco más. También saben que si la religión quedase al margen de la escuela, el porcentaje de "fieles" bajaría de manera espectacular porque ya no serían tantos los que se pasarían diariamente por las iglesias para ser adoctrinados.

Y no vale el argumento de que sin religión los niños no reciben una enseñanza moral. Ese es un absolutismo caduco. Los valores morales y éticos forman parte del desarrollo de la cultura humana, y ninguna doctrina religiosa tiene la exclusividad en ese ámbito.Arriba lucha antifascista