Las largas sombras del Dios muerto

Dios ha muerto, cuántas veces habremos oído esta frase, y aun sin haberla escuchado jamás, esta consigna es hoy todo un signo de nuestra civilización. Pero, cabría preguntarse, por qué no dejarnos de repetirlo, qué lugar ha venido a ocupar esta consigna en nuestra existencia cómo funciona en el seno de nuestras vidas cotidianas. Una advertencia antes de continuar: "Dios" no es tanto aquel "Ser Supremo" cuanto un lugar, un espacio, que puede ser ocupado por distintas formas, el susodicho Ser Supremo, por supuesto, pero también la Patria, el Estado, el Padre, la Razón. Este espacio tiene unas característica determinadas, enumeremos algunas de ellas:

1) actúa como centro supremo, gran dedo rector de la autoridad que organiza en torno a él la realidad, y con él todo lo vivo.

2) es fundamento de la ética, de la moral, de la política, del derecho.

3) es eterno, o, al menos, sempiterno.

4) es garantía de salvación, en cualquiera de los sentidos posibles de este término, el estricto cumplimiento de sus preceptos nos garantiza la redención.

Este esquema de pensamiento, y acción fue engendrado ciertamente por la tradición judeo-cristinana pero, aun cuando su Dios comenzó a perder su Magna Compostura, aun cuando su rostro aterrador vino a ser ocupado por el de un hombre clavado en una cruz el esquema siguió funcionando. Un Centro, fuente de la autoridad, principio entre principios, Primer principio Motor, causa última; todo lo demás, todo lo vivo, ha de subordinarse a ello. Ahora bien ¿ha muerto este espacio, este Centro de centros, o, por el contrario, la consigna `Dios ha muerto" se ha deslizado sobre nuestras vidas de otro modo? No adelantemos una respuesta fácil Si bien es cierto que el catolicismo continúa, que aún impregna la vida de muchas personas, con éste compiten hoy muchas otras pequeñas religiones: los mormones, los testigos de Jehová, la Iglesia de la cienciología, los tele-predicadores, etc. Si bien es cierto que el Estado se mantiene, éste pierde poco a poco su función rectora en favor de los intereses del capital transcontinental. Si papá persiste es cada día más una figura descompuesta, carente de lugar; algunos se preguntarán hoy qué función desempeñan mas allá de la de aportar algo de dinero y semen. Y qué puede decirse de aquella Razón rectora, de aquella salvadora de la Humanidad "Dios ha muerto" no es un mero juego de palabras, una frase que puede decirse alto y que suena bien; es algo más, nos dice algo sobre nuestro momento histórico social y cultural. Ciertamente el Centro se extingue, "Dios" languidece, pero en su lugar surgen mil pequeños "Dioses"; el Centro se fragmenta, no desaparece, deviene múltiple: más sutil más imperceptible, más móvil, más fácil de reproducir y hacer mutar Mas que "Dios" como nombre, como sustantivo, como "cosa", nuestro momento actual tiene como cuestión y como problema algo distinto: el "endiosamiento".

"Era normal de Dios que se endiosara"

(Tabletón).

"Dios ha muerto", quizás, pero, en su lugar, ha dejado otra cosa: un acontecimiento, algo tremendamente móvil, que no deja de introducirse por allí por donde lo pesado de la cosa "Dios" parecía no poder entrar. Hoy todo se "endiosa" se idolatra Aquel gran Centro rector -viene a ser sustituido por un "efecto", mil pequeños centros rectores infectando todos los ámbitos de la vida. ¿Quién nos dice hoy cómo tenemos que vivir?

La música nos proporciona ahora "Dioses" pero también la moda, el cine, la política, la cultura, incluso algunos empresarios y periodistas tienen la desfachatez de aspirar hoy a tan alta empresa. Un cantante surge, irrumpe con fuerza en el mercado: no sólo música, todo un estilo de vida con sus gestos, sus frases hechas, sus vestimentas, su moral y su política. Un pequeño Centro rector. Pero consumible, es decir, de existencia corta; pronto habrá otro que lo sustituya. Todo marcha bien. Hoy puedo ser como las Spice Girls, también como Mario Conde; mañana seré como Ally MacBeal también como Ricky Martin. Una advertencia, dos: ni todo el que canta tiene estas pretensiones, ni los espacios anticapitalistas están a salvo de ello. Todo fluye.

De entre las características que anteriormente hemos enunciado, hay una que en nuestro momento actual ya no tiene validez. La terrible celeridad que el capitalismo está imprimiendo sobre todo lo real hace que aquello que viene a ocupar ese Centro -mas bien Centros- sea terriblemente perecedero: lo importante no es el -objeto" que venga a ocupar ese espacio sino el espacio mismo y su movimiento. ¿Qué importa el rostro concreto de un policía -un ministro, un medíco, un psicólogo? Lo importante es mantener la posición, el espacio, el uniforme, que lo convierte en "representante de la Autoridad" No hablamos de abstractos sin importancia en lo real: ¿es que nunca se ha visto la transformación que ciertos individuos pueden tener cuando se ponen un uniforme? Cada vez menos el problema del Dios judeo-cristiano cada vez más la cuestión. del "endiosamiento".

¿Y el cuerpo? Si en nuestras sociedades se ha dado una "liberación" del cuerpo, éste se ha destapado, ha comenzado a mostrarse y a pavonearse, no ha sido en favor del cuerpo humano sino a favor de un modelo: "sí, puedes mostrar el cuerpo, pero ha de ser un cuerpo esbelto, sin atisbo de grasa, bien proporcionado, bronceado y depilado". Las clínicas estéticas -se multiplican, los solarium, los gimnasios, las recetas de adelgazamiento, ... Además, no hay un único modelo de cuerpo, tampoco demasiados al mismo tiempo; los modelos se van sucediendo, acoplándose: siempre falta algo, siempre sobra algo. Endiosamiento del cuerpo, nuevo terrorismo médico-empresarial.

Paco